La historia de Mercado Libre es bastante conocida. Los inicios de la empresa se remontan a 1999 cuando el argentino Marcos Galperín estudiaba un MBA en la Universidad de Standford y aún con altibajos, casi veinte años después, la empresa se ha consolidad como una de las nueve empresas tech más relevantes de América Latina.

El mes pasado la compañía remplazó a Yahoo dentro del NASDAQ 100, lo que quiere decir que se convirtió en una de las 100 empresas tecnológicas más valiosas entre las que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York.

“Mercado Libre es una empresa bastante grande pero que todavía se maneja como una startup. Muchas decisiones se toman de abajo para arriba”, dice Joel Ibaceta, líder técnico en Mercado Pago, la división fintech de la compañía, en entrevista con Hipertextual durante el Campus Party 2017.

“El ritmo de trabajo no suele venir de una presión superior, como sucede muchas veces en las empresas que comienzan a cotizar en la bolsa. Mercado Libre todavía nos permite trabajar desde perspectivas”, continúa. “Lo peor que le podría pasar a Mercado Libre es que se corporativice”.

En los inicios de Mercado Libre, la compañía necesitó desarrollar su propio sistema de transacción de pagos y después nació la idea de abrir esa misma plataforma para otro tipo de pagos que no necesariamente tuvieran relación con la compra venta de artículos nuevos, seminuevos o usados que caracteriza a Mercado Libre; su nombre era Mercado Pago, la cual "procesa mucho más dinero que otras iniciativas de Mercado Libre", según Ibaceta.

Mercado Pago se maneja como una institución financiera y se atiene a los reglamentos de las mismas en cada país donde opera. La filial fintech de Mercado Libre ha optado por adaptarse a los medios de pago disponibles en cada país latinoamericano y hoy en día suma 50 disponibles para sus 170 millones de clientes.

Mientras en algunos países y regiones, Mercado Pago es un estándar para cierto tipo de transacciones, en otros como México la competencia es mucho más fuerte y sus posibilidades mucho más limitadas. En 2014 la empresa hizo su primer intento en México con una tarjeta de prepago física, la cual se presentó como la primera tarjeta en el país para hacer compras en internet y la que vinculaba el mundo tangible con el digital eliminando algunos prejuicios comunes.

Pero a tres años de diferencia, el deseo de incluir a más personas dentro de la economía digital ha sido replicado por otras empresas de procesamiento de pagos y startups, sabiendo que en México existe una brecha financiera exagerada entre los que tienen acceso a las instituciones bancarias y los que no.

Dos ejemplos de la competencia que tiene Mercado Pago son PayPal, quien se unió con Telcel, el operador más grande del país, y lanzaron una app conjunta para hacer pagos móviles; y la unión de las tiendas Oxxo con la startup Conekta para convertir cada una de su tiendas en puntos físicos que permitan los pagos de bienes o servicios adquiridos en el internet.

¿Qué tan efectiva ha sido la tarjeta física de Mercado Pago en el país? “En México tenemos métricas bastante buenas pero hay bastante que hacer todavía, a diferencia de los mercados sudamericanos es un mercado mucho más difícil y está muy segmentado”.

Sin embargo, hay un problema regional todavía mayor: el miedo de los latinoamericanos a las transacciones en línea, usualmente por temores relacionados al fraude y la estafa. Según la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), el fraude cibernético creció un 600% en 2016 y este se ha convertido en una de las principales problemas que ocupan de la polícia cibernética. Aún así, Ibaceta asegura que en la plataforma de pagos que él dirige "estamos trabajando para que la gente piense que detrás de la plataforma hay alguien protegiendo tu dinero y que si se pierde alguien te lo va a devolver".