La gonorrea es una de las ETS, enfermedades de transmisión sexual, más conocidas y expandidas del mundo. Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, setenta y ocho millones de personas son infectadas con gonorrea al año. Esta enfermedad provoca daños a los genitales, molestias varias y graves complicaciones. Y, por desgracia, parece que su tratamiento se está complicando. Según un reciente informe realizado por la OMS, la enfermedad ya es resistente a casi todos los antibióticos conocidos. En algunos casos, explican, se hace intratable. Por eso, se ha levantado la alarma médica contra esta enfermedad.

Casi imposible de tratar

En el último informe publicado por la OMS a partir de los datos recogidos en setenta y siete países distintos, la resistencia a antibióticos de esta enfermedad se está haciendo mucho más difícil de tratar de lo que ha sido hasta la fecha. De hecho, afirman, en algunos casos el tratamiento se hace imposible. "La bacteria que causa la gonorrea es especialmente inteligente", explica la Dra. Teodora Wi, Oficial Médico de Reproducción Humana en la OMS. "Cada vez que usamos una nueva clase de antibióticos para tratar la infección, la bacteria evoluciona para volverse resistente a ellos". Según la OMS, la bacteria causante de la gonorrea se ha vuelto inmune a los antibióticos más antiguos y baratos. En algunos casos, especialmente en los países con más medios para tratar la enfermedad, se ha detectado que algunas cepas son resistentes a todo tratamiento conocido.

"Estos casos podrían ser sólo la punta del iceberg", explica la Dra. Wi, "porque estos casos se detectan en los países más pudientes. Pero la mayor incidencia de gonorrea se da en otros países con menor poder adquisitivo". Este caso no es aislado. Desde hace mucho tiempo la comunidad científica viene alertando de un creciente peligro de bacterias panresistentes. Estas son capaces de afrontar la mayoría de antibióticos de última generación. También, por supuesto, resisten los antibióticos más antiguos por lo que de pronto nos encontramos ante un peligro muy real: estamos sin armas para combatir algunas de las enfermedades más comunes y potencialmente más peligrosas de nuestra historia. La solución, como advierte la comunidad médica, pasa por un mayor control del uso de medicamentos así como por la búsqueda de nuevos métodos de tratamiento que prescindan de las moléculas antibióticas conocidas.

Desde tiempos inmemoriales

Ya por aquél entonces, Hipócrates describió la enfermedad sexual que hoy conocemos como gonorrea, un nombre instaurado por el célebre Galeno. Pero no fue hasta el siglo XIX que se descubrió al causante de dicha enfermedad: Neisseria gonorrhoeae, gracias a Albert Neisser. La dificultad para hallar a este microorganismo se debe principalmente a su exigencia nutricional. La bacteria de la gonorrea es muy difícil de cultivar en una placa de Petri, lo que alargó su descubrimiento hasta hace poco más de cien años.

Actualmente poseemos modernas técnicas que nos permiten detectar la enfermedad rápidamente sin necesidad de confirmar con un cultivo. Además, el cuadro clínico de la gonorrea es muy claro, siendo muy fácil detectar su presencia por las consecuencias patológicas. Consecuencias como el desagradable exudado purulento, las lesiones cutáneas, la sangre al orinar y otras. Pero las consecuencias no se quedan ahí. Una gonorrea no tratada puede extenderse provocando dolores muy serios en el tracto urinario, provocar daños irreparables en los órganos reproductores o diversas alteraciones inmunitarias.

En algunos casos es capaz de provocar dolores artríticos o conjuntivitis. Por supuesto, es capaz de infectar el tracto rectal y la garganta, lo que puede incrementar la infección generalizada. Por si fuera poco, en el caso de las embarazadas, la gonorrea puede provocar ceguera a los neonatos. En general, esta enfermedad era de fácil tratamiento, pero en casos concretos, puede llegar a ser letal. Estos casos se incrementan enormemente debido, precisamente, a la imposibilidad de poder tratar la enfermedad, lo que le da paso libre a las peores de sus consecuencias. Por el momento, las soluciones más eficientes contra la gonorrea son la prevención y el uso de preservativos. Y, según se plantea el futuro, probablemente tengamos que agarrarnos más a estos métodos en el futuro cercano.

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