fidget spinner

Fuente: Pixabay.

Los fidget spinner no han pasado de moda. A día de hoy siguen siendo unos de los dispositivos más vendidos, aunque no hayan demostrado ninguna evidencia científica como terapia contra la ansiedad, el autismo, el estrés o la hiperactividad, como defendían los fabricantes. Estos juguetes, diseñados por la ingeniera Catherine Hettinger hace más de dos décadas, aún pueden encontrarse en muchos bazares y tiendas a precios económicos. Lo que es menos habitual es que veamos un fidget spinner en un instituto de investigación.

Navegando por internet, la científica española Yolanda Gutiérrez vio unas instrucciones para fabricar una centrífuga a partir de un fidget spinner. Esta máquina se utiliza frecuentemente en los laboratorios para hacer girar rápidamente las muestras contenidas en los tubos de ensayo con el objetivo de acelerar la sedimentación de sus componentes. La investigadora, que realiza su tesis doctoral en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, una entidad mixta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Autónoma de Madrid, quiso comprobar si el invento funcionaba realmente.

"La idea no es mía, encontré el artículo por internet donde venía bien explicado. Como en el centro en el que trabajo tenemos una impresora 3D, pedí que imprimieran la pieza con los planos del post y después la uní con el fidget spinner", explica por teléfono a Hipertextual. El dispositivo en cuestión ha costado tres euros, un precio similar al coste de estos juguetes en cualquier bazar. "No sabía si iba a funcionar o no, así que ayer lo probé en casa y esta mañana en el laboratorio", comenta Gutiérrez. La centrífuga en miniatura, construida a partir de un fidget spinner, gira y funciona correctamente, como demuestran los vídeos publicados por un amigo de la científica. El investigador y divulgador Daniel Gómez, que realiza su doctorado en el Instituto Cajal, ha compartido el resultado a través de su cuenta de Twitter, demostrando que el dispositivo sirve para pequeños experimentos del día a día.

"Funcionaría como una centrífuga pequeña de laboratorio, que podríamos usar para bajar las gotas que a veces se quedan en la tapa o en las paredes de un tubo", cuenta Gutiérrez por teléfono. La investigadora explica que en un primer momento sus compañeros de laboratorio no creían que el dispositivo funcionase, pero la experiencia les ha demostrado que el fidget spinner podría ayudarles en algunas de sus tareas rutinarias. Así lo defendía también Matlek, el usuario que subió las instrucciones para fabricar una minicentrífuga a partir de un fidget spinner.

"No pretendo hacer la separación de componentes con este spinner. Sin embargo, las centrífugas también se usan a veces a baja velocidad durante un corto período de tiempo. Un ejemplo: a veces la solución se pega a la tapa del tubo, lo que se convierte en un problema porque en estas condiciones cualquier pequeña gota es realmente importante. De hecho, a menudo estamos trabajando con microlitos (μL), que corresponden a 0,000001 litros (¡algo realmente pequeño!) Como comparación, una gota de agua es aproximadamente 50 μl. Si la gota se pega a la tapa del tubo y se abre, se puede perder o podemos olvidarnos de tomar la gota con una pipeta. En estos casos es importante centrifugar durante unos segundos el tubo para evitar que haya gotas pegadas a la tapa. Esta es la razón por la que hice este spinner de laboratorio. Centrifuga rápida y manualmente los tubos para aclarar la tapa antes de su uso.

Gutiérrez corrobora los comentarios de Matlek. El dispositivo con el fidget spinner funcionaría, en su opinión, para "realizar centrifugaciones más en el día a día", unas tareas rutinarias que se hacen con pequeñas máquinas disponibles en todos los laboratorios para que los científicos puedan precisamente evitar las gotas en las paredes o en las tapas de los tubos que utilizan. "Si el volumen de los tubos es grande o se necesita centrifugar a grandes velocidades no funcionaría", aclara por teléfono. Su ingeniosa idea, que ha nacido gracias a "tener la suerte de disponer de una impresora 3D en el centro", según cuenta a Hipertextual, es una curiosa forma de aplicar unos juguetes de moda en el trabajo de la comunidad científica.

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