Ya hemos visto que a pesar de que se promocionan como aparatos beneficiosos para eliminar la ansiedad, actuando como un mecanismo de liberación de la energía nerviosa, el estrés psicológico o incluso ayudar a los niños con TDAH, los ‘fidget spinners’ no tienen efectos terapéuticos.
Sin embargo, el hype que están levantando es tal, que ya son uno de los 10 juguetes más vendidos en Amazon. Sean buenos o no, el caso es que se han convertido en un fenómeno de masas. Un fenómeno de masas que, si se investiga, condensa unos inicios cuanto menos imprecisos.
La historia de los 'fidget spinners'
Empezando por el principio, la supuesta primera patente de este juguete fue creada por Catherine Hettinger, una ingeniera. El 28 de mayo de 1993 concretamente, patentó un llamado "juguete girador" y con ello se la entiende como la creadora del fidget spinner original. Si bien no tiene un diseño exactamente igual al actual —como se puede ver en las imágenes es más bien un dispositivo circular moldeado a partir de una sola pieza de plástico y que gira en la punta de un dedo—, hace más o menos lo mismo que los fidget spinners que conocemos hoy en día: girar en el dedo.
El primer fidget spinner es descrito como una “pieza hecha de ‘plástico suave’ con una ‘cúpula’ (para colocar el dedo) y una ‘falda’ (extensión circular) que haga que continúe girando”.
Según sabemos, dos sucesos parece que fueron los detonantes del invento inicial: la creadora explicó en el pasado que el origen principal del juguete viene de cuando ella padecía miastenia gravis, una enfermedad autoinmune que causa debilidad muscular, y no le permitía jugar con su hija. Más tarde, también dijo que durante su visita a su hermana en Israel vio a muchachos jóvenes lanzar piedras a los agentes de policía y comenzó a pensar en dispositivos que pudieran distraer a los niños. En primer lugar, pensó en una piedra blanda que los niños pudiesen lanzar sin consecuencias, pero luego cambió de idea y desarrolló este juguete.
Hipertextual se ha puesto en contacto con Catherine Hettinger, quien nos ha explicado: "Probablemente fui la menos sorprendida [de la popularidad] en el mundo, ya que ya habíamos colocado los clásicos fidget spinners originales en los dedos de cientos de personas de todas las edades”. En cuanto a si fue inventado para relajar comenta: “El fidget spinner clásico fue diseñado por un inventor que había hecho ingeniería de seguridad. Se coloca cuidadosamente encima del dedo para que el usuario pueda girar con la misma mano y sin mucho esfuerzo”. Y añade: “Quería que los niños fueran niños, lo movieran y jugaran. Luego descubrí que a los adultos les encanta porque los calma”.
En otras palabras, el invento original no fue ideado con intención de ser relajante sino de entretener. Era un juguete de una inventora para su hija, que permitiese divertirse y con poco esfuerzo. Cabe destacar que la patente original no tiene elementos que hablen de usos terapéuticos. Y, demás, los conocimientos de quien lo inventó no están profesionalmente orientados hacia la psicología, medicina o cualquier campo que avale la creación de un tratamiento o terapia.
Todo lo que a posteriori se le ha relacionado, podría entenderse que es un añadido a la idea original. Presumiblemente, de la mano de las compañías que lo venden ahora. O bien, que es una idea totalmente distinta. El tema de si es o no el mismo juguete es complejo porque, como vemos, el objeto no es exactamente igual. Y entramos al asunto legal de patentes.
Los problemas con la patente
La patente fue abandonada en el producto original de Hettinger en marzo de 2005 por falta de renovación en el pago que se le pedía por los derechos. Es decir, las empresas pueden vender el producto de forma independiente de ella sin darle nada.
La historia es compleja porque, cuando su idea original fue patentada, la llevó a las ferias de venta y con un par de miles de dispositivos intentó venderlos a empresas de juguetes. Efectivamente, concertó una reunión con Hasbro, el tercer mayor fabricante de juguetes del mundo, pero al final no se sacó a la venta. Ahora, Hasbro los vende. Podría parecer que, de hecho, a Catherine le deben algo. Pero en realidad no es así. Aun si fuese la inventora original, no es así.
La patente en Estados Unidos tiene una duración de veinte años improrrogables, contados a partir de la fecha de presentación de la solicitud y produce sus efectos desde el día en que se publica la mención de que ha sido concedida, esto en términos generales. Sin embargo, como dijimos, la presentó el 28 de mayo de 1993, lo que la deja en una posición especial por el hecho de haber sido solicitada antes del 8 de junio de 1995, día en que entró en vigor una reforma de la legislación estadounidense de patentes. El plazo de las patentes solicitadas antes de ese día se computan tomando el período de protección más amplio o bien del plazo de 20 años, o bien de 17 años desde la fecha de concesión de la patente, según expertos consultados por Hipertextual.
Entonces, según el expediente, tendríamos las siguientes fechas: fecha de solicitud a 28 de mayo de 1993 o fecha de concesión a 7 de junio de 1997. Por tanto, dado que el plazo de 20 años se computa desde la solicitud, y el de 17 desde la concesión, resultaría más amplio el segundo, lo que daría como plazo hasta 2014. Desde el 2014 sus derechos habrían expirado.
Esta es la filosofía detrás de las directrices de protección de patentes: permiten a los inventores hacer público su trabajo a cambio de los derechos exclusivos para comercializarlo. Sin embargo, ese derecho debe de caducar para evitar monopolios perpetuos.
Esto, si fuese la autora original. Sin embargo, como decíamos, el dispositivo es diferente. Sí, a ojos del mundo puede estar claramente inspirado, pero pensemos que lo que patentó es un “juguete girador”; si miramos la patente y sus descripciones, no encaja lo suficiente con el fidget spinner actual como para considerarse el mismo.
Y, es más, Hettinger reconoce que no hay conexión completa entre su propio juguete y los fidget spinner en su forma actual y no hace ninguna afirmación de ser la inventora del producto: “Tendrás que preguntar a un abogado de patentes. Pero digamos que yo no afirmo ser la inventora. Solo digo ‘aparezco en la página de Wikipedia’, o algo por el estilo”.
Y eso es lo que hemos hecho, consultar a un abogado de patentes. Concretamente Diego de la Vega, de Écija Abogados:
Lo cierto es que la patente fue abandonada. En consecuencia, el objeto de protección pasaría a integrar el ‘estado de la técnica’ y ya nadie podría patentarlo de nuevo (pero, lógicamente, sí usarlo libremente). El hecho de integrar el ‘estado de la técnica’ haría que a una hipotética nueva patente le faltase el requisito de novedad (que junto con los de actividad inventiva y aplicación industrial, son los tres requisitos básicos). En cuanto al fondo (similitud o no), lo cierto es que ya sólo ver los dibujos evidencia notables diferencias (por no mencionar el hecho de que la propia ‘inventora’ se distancie de su propio invento, en lugar de reivindicarlo). En todo caso, y como resumen, la preexistencia de una patente en el fondo es irrelevante, porque al no estar en vigor, nada impediría su uso. Pero además, el diseño del objeto original es sustancialmente distinto al de Hasbro. Un pleito, difícilmente se podría llevar, puesto que no habiendo patente en vigor, la primera inventora no tendría base alguna para reivindicar su invención”.
¿Qué tenemos? Pues quedan dos opciones. O una "clara inspiración" mas no reclamable, a la que se le han añadido unos supuestos beneficios que en su concepción original no tenía. O un juguete nuevo, sustancialmente parecido a otro, que muy probablemente no es patentable y, ademas, no hace los efectos relajantes que promete.