La situación está tomando la misma evolución que una bola de nieve bajando por la ladera de una montaña. Según da vueltas cuesta abajo, la bola crece y crece sin parar. La historia que empezó con la publicación de un post en un blog personal de una ingeniera estadounidense. Susan Fowler, ex-empleada de Uber, destapó un secreto que se venía gritando a voces en el seno de las tecnológicas que poblaban Silicon Valley desde hacía años. Estas compañías habían cambiado la forma de ver los negocios, la innovación, de trabajar o entender el futuro, pero habían arrastrado uno de los peores vicios de las industrias tradicionales: el sexismo en sus oficinas con especial atención a los cargos técnicos y directivos. El caso de Uber, lejos de terminar, se ha llevado por delante a su CEO Travis Kalanick, además de a otros cargos directivos. Tanto lo mismo ha sucedido con 500 Startups que, hasta hace unas horas, estaba en manos de David McClure, el cual ha tenido que dejar su cargo y pedir disculpas por salirse de su papel con algunas mujeres de su empresa.
Quizá suene a caza de brujas, pero ya hay un nuevo miembro en la lista: Tesla. La compañía de fabricación de vehículos eléctricos ya estaba en mitad de un litigio por una causa de racismo en sus filas de montaje. DeWitt Lambert acusaba a Tesla de ofrecerle un trato diferente por ser negro. Con el casi aún abierto y muchas preguntas confusas al respecto por ambas partes, ahora se suma la constante del sexismo.
El principio del cambio en Uber
La historia empezó con algo que muchos podrían entender como una falta de tacto. El Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo de cada año, Tesla tuvo una curiosa forma de felicitar a las féminas de su empresa: un almuerzo para aprender sobre aceites y cómo estos pueden ayudar a mejorar su salud y felicidad. La convocatoria del evento duró el tiempo que las portavoces de la compañía tardaron en mandar el mail de queja contra esa propuesta, según ha podido saber The Guardian a través de unos mails. En vez de hablar de aceites se propuso una conversación sobre la diversidad y sobre situaciones de acoso con un pleno de la junta directiva. Cada una de las presentes echó valor a la situación y se quejó en primera persona de menos oportunidades de promoción, peores sueldos o comentarios fuera de lugar, situaciones. Lo que sentían cuando tenían que trabajar en las cadenas de montaje, la cual denominaban "zona predator" de forma coloquial para definir en pocas palabras lo que allí pasaba. Algunos directivos se mostraron sorprendidos por todas esas declaraciones como si la cosa no fuese con ellos, otros pasaron de largo y los de más allá tomaron nota de lo realmente sucedía.
La versión de Tesla contaba algo parecido sobre el evento, pero con una perspectiva de comunidad abierta en la que los empleados contaban lo que les gustaba o no de Tesla, pero sin tanto drama. Alguna pregunta a los ejecutivos y un ambiente para intentar mejorar la comunicación entre departamentos. Respecto a los casos de machismo y la zona de depredadores, según la propia compañía, tras la reunión se envió un mail a todo el personal con las normas de conducta que se debían mantener dentro de las paredes de la misma.
Dos versiones completamente opuestas que se han saldado con un despido y la tradicional posición de Tesla en la que, ante todo, hay que trabajar más y mejor sin preguntar o preocuparse de lo que acontece en su entorno.
El caso Vandermeyden
Vandermeyden estaba en esa famosa reunión y contó su opinión: una de las más incisivas sobre la política desigual de la empresa. A los pocos días, esta empleada quedaba despedida de la compañía por cuestiones que se salían de la lógica: obstrucción a la justicia.
Contratada en 2013 para uno de los departamentos de ingeniería, pronto fue ascendida a otros puestos en los que sus pares eran en su mayoría hombres. Desde el primer momento se posicionó como defensora de los derechos de las mujeres dentro de Tesla, entrevistas a medios incluidas. Al poco tiempo fue despedida con la intención previa de que ella renunciase antes de nada. No lo consiguieron. Ahora se encuentran con un caso abierto en el que la ex-empleada afirma que hubo coacciones hacia su persona para que cejase en su intento de sacar a la luz los casos de sexismo y para que abandonase su puesto. Tesla, como era de esperar, dice lo contrario.