Actualizado a las 19:00 de 12 de junio. El día ha llegado, el momento que se llevaba esperando desde mediados de febrero: el famoso informe sobre el sexismo de Uber ha visto la luz, aunque sólo a ojos de la directiva de Uber.
La reputación del ambiente laboral de la compañía estaba en duda desde que una exempleada de Uber publicó un texto en su blog personal hablando de su experiencia como ingeniera en las filas de la compañía.
El recuerdo, al menos para Susan, no fue del todo positivo, ya que definió su estancia en Uber como una consecución de acosos de índole sexual y tintes sexistas. Sorprendido, el propio CEO de la compañía, Travis Kalanick, anunció una investigación interna para llegar al fondo del asunto y, como está siendo ya una constante desde hace tiempo en Silicon Valley, acabar con las deferencias entre sexos dentro de la esfera tecnológica. El problema es que, desde ese mismo instante, las cosas en las oficinas de Uber se han empezado a desmoronar como un castillo de naipes; no tanto así su negocio a nivel mundial, que sigue plantando cara allá por donde pasa.
Parecía que no, pero el dato de que casi el 60% de las mujeres que cuentan con un empleo en empresas tecnológicas han recibido comentarios indecorosos por parte de sus jefes y compañeros también llegó a Uber, la compañía de transporte más popular a nivel mundial.
Aunado al sexismo sistemático que denunció Susan, Uber sabe que tampoco es una empresa diversa. En un intento por reconciliarse con el mundo, Uber hizo públicas por primera vez cifras estadísticas de sus empleados: sexo, edad, origen étnico... El resultado no fue del todo bueno porque, analizando a fondo sus datos, el 84,6% de los componentes del área tecnológica eran hombres, así como el 78% de ellos que ocupan cargos de liderazgo. Datos similares resultaron de sus filiales en América Latina, Asia Pacífico, Europa, Oriente Medio y África, pero fue especialmente evidente en Estados Unidos y Canadá.
Las propias empleadas de Uber, entre las que lógicamente no se encontraba Fowler, tenían sus dudas respecto a la necesidad de realizar una investigación: ¿para qué gastar tiempo y ganas cuando ellas ya habían reportado durante años sus quejas a recursos humanos?
Sea como fuere, los resultados se han hecho esperar. De hecho, su llegada se pronosticaba mucho antes, pero por los últimos movimientos de la compañía todo apunta a que las consecuencias ya se han hecho notar de forma previa. Hace unos días conocíamos que Uber había despedido a 20 empleados involucrados en casos de acoso sexual. Mientras que otros 100 empleados han sido deslindados del caso, 31 se encuentran en algún entrenamiento o asesoría sobre sus acciones y siete ya han recibido advertencias por su comportamiento.
Arianna and Liane to press: there is no systemic sexual harassment, just Susan.
External lawyers: there are 215 cases of sexual harassment. https://t.co/sZl0bnLccs
— Susan J. Fowler (@susanthesquark) 6 de junio de 2017
Pero la cuestión es que el propio informe que ya manejan los directivos de la compañía está teniendo unas consecuencias mucho más allá de lo esperado. Según ha podido saber Bloomberg, el equipo directivo habría tomado en cuenta todas las recomendaciones expuestas en el informe. Tanto el realizado por Covington & Burling en referencia a los escándalos sexuales, como el examen separado en lo concerniente a recursos humanos y firmado por Perkins Coie. Si bien los despidos y medidas llevan unos días poniéndose en práctica, la clave ha estado en este pasado domingo. Tras seis horas de reunión han salido varios datos a tener en cuenta y que podrían afectar de forma definitiva al futuro de Uber como compañía. Y esta consecuencia pasaría directamente por el propio CEO de la compañía: Travis Kalanick. Dicho en términos mundanos, su cabeza podría estar pendiente de un hilo. Según pasan las horas los rumores se tornan entre el sí a su permanencia y el no. Y aunque lo cierto es que su posición ha perdido consistencia por el paso de los meses, nadie puede quitar a Kalanick de su puesto a no ser que él de su consentimiento. Los escándalos sexuales, el problema con el informe sobre una violación en la India que no se llevó a cabo como se debía y la estrecha relación del CEO de la compañía con Emil Michael, director de Uber, y que desde su llegada a sembrado la polémica por sus controvertidos comentarios de todo tipo.
El futuro de la misma parece pasar por uno u otro. O bien Kalanick se toma un descanso en su tarea de liderar una de las firmas tecnológicas más afamadas del mundo, dejando el protagonismo de los focos para otro candidato, o Michael es sustituido. Que es lo que, de hecho ha terminado pasando puesto que se acaba de anunciar la destitución de la mano derecha de Travis. No está claro si el CEO de la compañía irá detrás, pero sólo quería saber por quién, aunque algunos dedos apuntan a la figura de Garrett Camp, otro de los fundadores de la compañía.
El annus horribilis de Uber
De forma simultánea, los escándalos se amontonaban en las puertas de Uber: Google decía demandarles por un supuesto plagio en el área de los camiones autónomos, acarreando el despido de uno de los ingenieros de la sección Anthony Levandowski –casualmente un ex-Google-. El propio presidente de Uber, Jeff Jones, abandonó el cargo sólo seis meses después de que tomases posesión, salpicado por las controversias de acoso y ambiente machista en la compañía y en los últimos días su director financiero Gautam Gupta, salpicado de igual forma por el escándalo Levandowski. De esta forma, Uber ha perdido en cuestión de meses algunos de sus puestos más destacados: un presidente y los jefes de su unidad autónoma de conducción, las finanzas, la cartografía, la política, la ingeniería de software, y productos y el crecimiento. El papel de director financiero sigue vacante, y se está buscando activamente un jefe operativo para proporcionar ayuda a Kalanick. De momento, se ha unido al equipo una nueva vicepresidenta (mujer afroamericana), Frances Frei, que además de ejercer su trabajo tiene los tintes de ser un nombramiento oportunista dadas las circunstancias.
Un annus horribilis dentro de la corta, pero intensa historia de la tecnológica que se ha resentido, aunque sea de forma puntual, en sus métricas. El anuncio de Fowler sólo tuvo un antecedente negativo en el historial de Uber y fue por la bajada de precios durante la huelga de taxistas ante las medidas antinmigración de Trump.
Sin embargo, pese a la ola de escándalos, en la dimensión financiera no les ha ido demasiado mal. Los ingresos del primer trimestre del año reflejaban el despegue definitivo de sus cuentas: ventas de 3.027 millones de euros, casi cuatro veces más de lo ingresado en el mismo periodo del año anterior. Por el contrario, sus pérdidas, causa de sus elevadas inversiones, ascienden hasta los 882,4 millones de euros.