Los oyentes de la radio se han topado hoy con una sorpresa desagradable. Javier Cárdenas, presentador del programa Levántate y Cárdenas (Europa FM), ha hecho una errónea e insólita defensa de la relación entre las vacunas y el autismo. El locutor radiofónico, que también conduce el programa Hora punta (TVE 1), ha terminado su intervención haciendo un alegato de los supuestos peligros de la vacunación. Las afirmaciones de Javier Cárdenas, que transcribimos a continuación, pueden ser escuchadas en el programa de hoy 7 de junio de 2017 a partir de las 3:04:40 h.

Una reflexión más que interesante, sobre todo a los que nos toca de cerca. Ya lo dijo incluso Obama: el autismo se ha convertido en una epidemia. Para que veas hasta qué punto algo se está haciendo mal, seguro, desde un punto de vista de vacunas. Muchos sostienen esta teoría y es una teoría apoyada en hechos importantes: que tienen metales pesados que los niños no saben absorber, que su cuerpo no lo sabe absorber o por la razón que sea. Pero en Estados Unidos ha aumentado un 78% en los últimos diez años, casi un 80%, los casos de autismo. Y evidentemente no han aumentado de casualidad.

Segundos después, la intervención del catalán ha dado paso a un audio de una mujer de origen latino, que no se identifica, en el que se exponen numerosos datos erróneos e imprecisiones. La presentadora sostiene que se ha dado a conocer que "los casos de autismo en Estados Unidos aumentaron un 78%, una barbaridad". Según su versión, dicho incremento se ha observado especialmente en las comunidades latinas y afroamericanas. Tras el corte de audio, Javier Cárdenas defiende que los bebés "nacen, son como otros niños, totalmente normales, y cuando pasa el tiempo, sobre todo una gran parte de ellos a raíz de las primeras vacunas, comienza ese calvario para tantas familias". "Te lo dice alguien que le ha tocado muy de cerca, muy, muy de cerca", enfatiza. Pese a la situación personal que viva el locutor de Levántate y Cárdenas, lo cierto es que las vacunas no causan autismo.

El origen del engaño

Javier Cárdenas comienza su intervención citando al anterior presidente de Estados Unidos. Antes de llegar a la Casa Blanca, Barack Obama afirmó que la evidencia científica sobre las vacunas "no era concluyente", como recuerda el medio Politifact, aunque luego cambiase de opinión. Una vez que alcanzó el Despacho Oval, Obama fue tajante sobre la eficacia y la seguridad de la vacunación. "La ciencia [acerca de las vacunas] es indiscutible. Hay muchas razones para vacunarse y ninguna para no hacerlo", señaló en declaraciones recogidas por The Washington Post.

Las sospechas del presidente demócrata, y de miles de personas en todo el mundo, incluido su sucesor Donald Trump, proceden de un auténtico fraude perpetrado a finales de los años noventa. En 1998, la revista The Lancet publicó una investigación en la que supuestamente se mostraban los efectos de la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) en el incremento de casos de autismo. Sin embargo, el estudio era un fraude. Como demostró el periodista Brian Deer, el médico Andrew Wakefield, autor del trabajo, manipuló los resultados de mala fe para que se ajustaran a su hipótesis y mintió sobre los doce niños que participaron en el ensayo. El investigador en realidad tenía fuertes intereses económicos cuando realizó su estudio: iba a asesorar a la compañía que demandaría después a las empresas productoras de dicha vacuna.

Tras conocer el engaño, el Colegio General Médico Británico expulsó a Wakefield de la carrera profesional como sanitario y The Lancet retiró el artículo. Hoy en día se sabe que las vacunas, al igual que ocurre con los medicamentos, pueden provocar efectos secundarios. La mayor parte de estos problemas son leves y se pasan al poco tiempo; según la Asociación Española de Pediatría, los eventos adversos más comunes son dolor pasajero o tumefacción en el lugar de la punción. Sin embargo, a día de hoy no existe evidencia científica sobre la relación entre las vacunas y el autismo.

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Fuente: Pixabay

Tampoco es cierta la afirmación de Cárdenas sobre los metales pesados y las vacunas. Existe cierta preocupación en la sociedad sobre el timerosal, una sustancia que se utiliza desde los años treinta para evitar el crecimiento de bacterias y hongos en las vacunas. Este compuesto es etilmercurio, un producto que no es tóxico y que se emplea como "conservante" (es decir, no altera la eficacia de la inmunización). Según datos de la Organización Mundial de la Salud, "la producción de tiomersal representa una proporción muy pequeña (< 0,1%) de las principales fuentes de exposición humana al mercurio". Pocas vacunas contienen hoy en día timerosal, ya que solo está incluido en las vacunas contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP), la hepatitis B, la rabia, la gripe y las infecciones por Haemophilus influenzae de tipo b (Hib) y meningococos. La razón por la que no está presente en otras vacunas se debe al principio de precaución, no porque se haya demostrado que sea peligroso.

Por otro lado, algunas vacunas incluyen sales de aluminio, en cantidades menores del 1%, una proporción de aluminio mucho más pequeña a la que está presente en algunos alimentos que consumimos, según la Asociación Española de Pediatría. "Nunca se ha registrado ningún efecto adverso relacionado con el aluminio que contienen algunas vacunas", recalcan los especialistas. El objetivo de utilizar aluminio es que permite mejorar la inmunogenicidad y la eficacia de la vacunación, según la Organización Mundial de la Salud. Se emplea porque se ha comprobado que es seguro y eficiente, aunque los investigadores buscan nuevas sustancias coadyuvantes para incrementar los resultados de las vacunas. Aquí se puede comprobar el número de vacunas que cuentan con sales de aluminio en su composición.

Por qué aumenta el autismo

¿De dónde viene entonces el dato del aumento del 78% de los casos de autismo? Si tecleamos en Google dicho porcentaje, la búsqueda nos devolverá titulares similares a las afirmaciones realizadas esta mañana por Javier Cárdenas. Los datos, sin embargo, proceden en realidad del estudio Prevalence of Autism Spectrum Disorders — Autism and Developmental Disabilities Monitoring Network, 14 Sites, United States, 2008, dirigido por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). ¿Qué significa este porcentaje? Al comprobar la investigación, sus resultados son más claros: el autismo afectaba a 6,4 niños de 8 años por cada 1.000 en trece estados de EEUU en 2002, mientras que en 2008, la cifra había subido a 11,4 niños de 8 años por cada mil niños. El aumento del 78%, por tanto, no corresponde al país completo ni a todas las franjas de edad durante la infancia. "Como la Red ADDM no ha utilizado una muestra representativa de todo el país, las estimaciones de prevalencia combinadas no deberían ser generalizadas a todo Estados Unidos", incidían los autores. Cosa que, por desgracia, no ocurrió. El porcentaje corrió como la espuma en los medios de comunicación.

Las conclusiones de aquel trabajo fueron malinterpretadas. Sin embargo, la prevalencia de autismo sí ha aumentado. En Estados Unidos, el trastorno del espectro autista se diagnostica en uno de cada 68 niños. Las razones de este incremento, según informaba Scientific American, son múltiples. Por un lado, la forma de diagnosticar el autismo ha cambiado mucho en las últimas décadas. El trastorno era invisible hasta 1980, cuando el manual de diagnóstico psiquiátrico (DSM) diferenció por primera vez el autismo de la esquizofrenia, mientras que en los años posteriores, muchos casos de autismo fueron confundidos con problemas de discapacidad intelectual.

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Dubova | Shutterstock

Como el conocimiento sobre este trastorno ha mejorado notablemente, su detección también es mucho más precisa. En otras palabras, el cambio de los criterios diagnósticos explica el aumento de los casos de autismo en los últimos años. Por otro lado, las comunidades latinas y afroamericanas en EEUU cuentan con un mayor número de niños autistas por otro sencillo motivo: en el pasado, estos grupos de la población no contaban con un acceso general a la sanidad norteamericana, lo que inflaba la prevalencia del trastorno del espectro autista en las comunidades blancas. No obstante, la comunidad científica sigue investigando posibles factores de riesgo asociados al autismo. Preocupa, por ejemplo, la edad de los padres en el nacimiento de los bebés, ya que hay sospechas de que tener progenitores más mayores podría aumentar las probabilidades de padecer autismo.

Las declaraciones realizadas esta mañana por Javier Cárdenas son infundadas y no cuentan con ninguna evidencia científica. Las vacunas han sido clave para frenar y prevenir múltiples enfermedades, algo que ignora el presentador en su espacio radiofónico. Según recordaban recientemente los expertos, "las infecciones que una vez causaron miedo e indujeron el deseo de contar con herramientas para prevenirlas hoy son raras, y hay una sensación falsa y peligrosa de complacencia entre la sociedad". Dicha sensación puede explicar afirmaciones irresponsables como las escuchadas hoy en un programa de éxito como Levántate y Cárdenas. Sin embargo, los medios de comunicación y la sociedad tenemos una responsabilidad clave para informar de forma rigurosa, veraz y crítica, especialmente en temas relacionados con la ciencia y la salud que afectan a millones de personas en todo el mundo.

En Juno: Javier Cárdenas indigna a Twitter por sus declaraciones antivacunas