Es muy probable que a principios de año en nuestra la lista de propósitos se encontrara el de ahorrar o bien, objetivos que requieren dinero para llevarlos a cabo como viajar, estudiar, cambiar de ordenador o de smartphone. Cuales sean esos propósitos, y si nos encontramos sin alcanzar nuestras metas, es un buen momento para replantear las estrategias.
Lo más probable es que los objetivos a conseguir sean positivos para nosotros: hacer algún deporte, conocer ese país de nuestros sueños. ¿Entonces por qué no los conseguimos? Tal vez no es por la falta de dinero sino por el sistema que utilicemos (o ausencia de este). Debemos recordar que crear hábitos y sistemas es mejor que fijarse metas pues las metas siempre nos parecerán lejanas, es decir, un objetivo demasiado grande que no podemos cumplir de inmediato. En cambio, hábitos diarios y objetivos muy concretos nos darán la sensación de que avanzamos (y en efecto lo hacemos).
En el caso del ahorro, ya sea para un viaje, para un artículo o para nuestro retiro, las cosas se complican por varios motivos. El primero es que cuando decimos "voy a ahorrar", inmediatamente entra la sensación parecida a cuando decimos "voy a hacer dieta". La sensación de carencia y el ansia de "apretarnos el cinturón" harán que nuestra experiencia al ahorrar (o al hacer dieta sea todo menos placentera y lo peor, no conseguiremos nuestro objetivo. Brad Klontz, especialista en temas financieros, lo explica así:
"Su cerebro emocional responde a la palabra 'presupuesto' de la misma manera que responde a la palabra "dieta". La connotación es privación, sufrimiento, agonía, depresión".
¿Qué hacer entonces? Klontz sugiere que debemos trabajar con nuestra mente. Y, una vez más, no pensar en la meta final y sí en los objetivos concretos, pequeños y diarios. A veces creemos que ahorrar es sólo llenar una alcancía y desde esa definición debemos comenzar.
Ahorrar no tiene por qué ser un objetivo inalcanzable pero para comenzar debe ser realista. Debemos tener en cuenta nuestras capacidades para ahorrar, es decir, hacer un balance de las cosas básicas de las que no podemos prescindir, como la comida, la renta o los compromisos de crédito que ya tenemos. Algunos especialistas sugieren trabajar por porcentajes, como el sistema 50/20/30, en donde el 50% es para los gastos más básicos, el 20% para ahorros y el 30% para gastos personales.
Otros sistemas de ahorro implican un compromiso diario o semanal. Cuál nos servirá depende directamente de nuestro objetivo y nivel de compromiso. A propósito de esta palabra (compromiso) uno de las reflexiones más sencillas y poderosas a tomar en cuenta es que debemos ser las personas de confianza de nosotros mismos, después de todo ya hicimos lo más difícil: trabajar para conseguir ingresos. Derrochar el dinero o sentir que "no sabemos a donde se va" es faltar a esa confianza. No debemos dar por sentado que somos indisciplinados en cuestiones financieras y permitirnos ser un desastre.
Cambiar el switch
Brad Klontz sugiere que para cambiar nuestra forma de pensar con respecto al ahorro y nuestro presupuesto debemos tomar en cuenta el cómo funciona nuestra mente, valorar la importancia de ahorrar y proceder a pasos firmes.
No ser demasiado optimistas.
Y es que somos demasiados positivos. Bueno, esto no parece un defecto, aunque este optimismo puede cegarnos. Según un estudio realizado en 2008 por el Journal of Consumer Research concluyó que hay una tendencia clara en pensar que gastaremos menos en el próximo mes, mientras que las predicciones para un año son mucho más realistas.
Esto viene a cuento porque es importante conocer cuanto dinero obtenemos y cuánto dinero gastamos realmente. Y antes que aventurarnos a señalar una cantidad no hay nada más exacto que llevar un registro de ingresos y de gastos. Para este objetivo podemos echar mano de la tecnología. Tenemos a nuestra disposición varias apps que nos facilitarán esta tarea.
Una vez que tengamos resultados podremos saber, de una vez por todas, a dónde va a parar ese "dinero que vuela" y sólo entonces comenzar a planear.
Nuestro yo del futuro
A muchas personas nos puede ser difícil pensar en el retiro y que se trata de un plan serio. Ya sea por la inmediatez de la vida cotidiana, por lo lejano que suena el famoso "retiro", es muy cierto que ese "yo del futuro" puede parecernos lejano: pero estamos equivocados.
De nuevo debemos de pensar en que nosotros somos nuestra persona de confianza y que ese "yo del futuro" sí depende de lo que hoy hagamos. Un estudio de la Universidad de Nueva York encontró que las personas que "conectan" con su yo del futuro ahorran significativamente más. Esto basado en el resultado de dos grupos, uno sólo tenía la indicación de ahorrar; el otro tenía que ahorrar para su "yo del futuro", para esto se les realizó una imagen de cómo lucirían a los 70 años. Parece que esto da resultado pues este último grupo ahorró el doble que los del primer grupo.
Tal vez no es necesario ser parte del estudio para obtener una imagen de nosotros a los 70 años o para ahorrar y sólo necesitamos la conciencia y atención de que ese "yo del futuro" somos nosotros y debemos cuidar de él.
Objetivos pequeños
Volvemos al mismo punto: objetivos pequeños que formarán una meta. Ya sea que echemos manos de alguna app, o de algún sistema de ahorro, lo ideal es dividir esa meta en objetivos concretos y más aún: en tareas específicas, incluso diarias, que nos harán crear un hábito. Lograr esto es nuestro objetivo real, pues si lo conseguimos el esfuerzo será mínimo y los resultados mucho más satisfactorios.