Bloodline, la serie original de Netflix, lanzó su tercera temporada hace muy poco y con ella se despide. La serie creada por Todd A. Kessler, Glenn Kessler y Daniel Zelman tiene una preciosa producción y un reparto impresionante; si bien logró una primera temporada sorprendente y profunda, la tercera entrega pone en duda la tendencia del gigante de streaming de alargar innecesariamente algunas series (como el caso de Hemlock Grove).

Esta serie dedicada a contar la historia del clan Rayburn fue aclamada por la crítica luego de lanzar la primera temporada. Las actuaciones de Kyle Chandler y Ben Mendelsohn son impresionantes, trabajo que les valió llevarse a casa varias categorías y nominaciones de los más prestigiosos premios de la televisión.

La producción y dirección de la serie son de primera calidad. Se trata de una serie que se cocina a fuego lento (lentísimo) pero este ritmo se justifica por la profundidad de su historia y por lo mucho que nos hace sentir (y sufrir) junto a esta familia privilegiada con desastrosos secretos en el armario.

Un profundo drama, alargado

Si ya estás familiarizado con el drama de los Rayburn sabes que Bloodline no es una serie vertiginosa y rápida, que ahí todo corre con lentitud; eso sí, con un manejo del drama que nos carcomerá la fe y el sueño y pronto tendremos la imperiosa necesidad de reproducir el siguiente capítulo.

El gran defecto de esta tercera temporada es que, de por sí, se "le notan los hilos". Pues se siente alargada sin motivo y ya para el final de la temporada hay capítulos un tanto innecesarios. Sin embargo, es una serie que merece más atención de la que tiene. En cualquier punto que la serie se hubiera terminado, es decir en la segunda temporada, por ejemplo, Bloodline estaba destinada a terminarse con los personajes hechos pedazos por sus acciones, pero es que así los conocimos: en medio de un drama que comenzó hace muchos años, mucho antes que cualquier miembro de esta familia hubiera nacido (tal como se cocinan los dramas familiares más profundos).

Así podemos ver que John (Kyle Chandler) no ganó su puesto como sheriff y, por tanto, sigue abierto el caso del asesinato de Daniel. Las cosas se ponen demasiado tensas cuando Marco Díaz (Enrique Murciano) se encuentra cada vez más cerca de resolver el caso y esto, aunado a la culpa, hace que los hermanos Rayburn se consuman en su propia angustia y dolor.

Bloodline

Por otro lado, vemos un poco más de Nolan (Owen Teague), el hijo de Danny. Desde el final de la temporada 1 pareciera el pretexto para continuar con la serie, sin embargo, los creadores de Bloodline le encontraron un lugar en el drama para la segunda temporada y parte de esta tercera entrega. Sin embargo, ya para los últimos capítulos parece un personaje superpuesto y sin mucho sentido.

También conocimos mucho más de la mamá de Nolan, Eve (Andrea Riseborough), quien no viene sola pues es puente para introducir a un nuevo personaje: Ozzy Delvecchio (John Leguizamo), un don nadie oportunista que se la pasa molestando a cada Rayburn que se le atraviesa.

La mafia continua

Como sabemos, John consiguió un mecenas para su campaña para la elección de sheriff: Roy Gilbert (Breau Bridges). Pero este hombre pronto deja ver sus verdaderos intereses en los Rayburn; esto le da el tinte policiaco a la serie, característico en sus entregas pasadas. Y va más allá pues este personaje desentrañará otros obscuros secretos familiares.

En el tráiler de la temporada podemos ver a Kevin Rayburn (Norbert Leo Butz) preso del pánico por haber atacado a Marco. Este hecho hace que Meg (Linda Cardellini) se harte de la situación y decida terminar —si es que se puede— con la hermandad de John y Kevin. También podemos ver al personaje de Sally (Sissy Spacek) quebrado por todo lo que le ha sucedido. La matriarca de los Rayburn nos demostrará que el pasado, tarde o temprano, pide cuentas.

BLOODLINE

Pese a los defectos que tiene la tercera temporada de Bloodline, y si ya te encuentras invadido por los secretos y el dolor de la familia Rayburn, encontrarás grandes momentos en esta entrega y un final, tal y como merece un drama como este. Después de todo no siempre se encuentra una producción como esta: cuidada hasta el detalle, su ubicación en los Cayos de la Florida le da un fondo exótico que sólo nos hace sentir más abrumados y apesadumbrados con este drama familiar. Y con un reparto de lujo como el que reunió Netflix en esta serie que se despide.

Bloodline es una muestra, de las muchas que tiene Netflix, de que esta plataforma sabe bien lo que hace y que por este y sus demás títulos originales se ha convertido literalmente en el rey de la televisión del entretenimiento.

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