Ted Williams, de nombre completo Theodore Samuel Williams y apodado The Kid, fue un jardinero izquierdo —el jardín es la zona más alejada del bateador— estadounidense en las Grandes Ligas de Béisbol. Jugó toda su carrera con los Boston Red Sox y aún hoy se discute si fue el mejor bateador en la historia del béisbol.
Personalmente, no soy una entendida en béisbol, pero me pierde la toma de decisiones, y recientemente la HBO ha sacado a la luz un documental sobre la vida de Warren Buffett, Becoming Warren Buffett, el inversor del que hemos escrito en otras ocasiones, en el que nombra el “círculo de competencia” que inventó este jugador.
El documental en sí es, por cierto, mas largo y altamente recomendable. Quizá sea el más personal que se ha hecho de la vida de este icono de las inversiones hasta la fecha. Contrariamente a lo que la explicación de este fragmento pueda dar a entender, el documental no va de inversiones ni enseña a hacerlo. El trabajo se enfoca en la manera en que Buffett pasó de ser un niño poco social de Nebraska a convertirse en el Oráculo de Omaha y el representante del capitalismo estadounidense, destapando sus defectos, sus problemas familiares y de personalidad. El hombre detrás del genio, lo duro del trayecto y lo que queda cuando se apagan los focos. Si quieres saber más sobre el tema, tendrás que ver el documental pues solo me concentraré en el asunto del “círculo de competencia”.
El caso es que The Kid decía que si esperaba a que la pelota estuviera en su punto óptimo bateaba un .400, si tenía que batear a una esquina más baja haría un .225. Trataba de decir que tienes un círculo en el que eres fuerte, es tu terreno. Fuera de él dependes en gran medida de la suerte porque no estás en tu elemento.
Williams escribió un libro sobre el tema, llamado “Science of Hitting”. Y contenía un cuadro interesante, con Williams al bate en la zona de strike, dividido en 77 cuadrados individuales, cada uno del tamaño de una pelota de béisbol.
El punto está en que en los negocios, y en otras cosas, no hay strikes, lo cual lo hace más fácil. Puedes esperar indefinidamente. Para invertir, según Warren, de hecho, puedes elegir qué pelota quieres golpear y el truco está en ver pasar las pelotas e ignorar cualquier otra oportunidad que no esté en tu punto óptimo y forme parte de las que quieres golpear. Incluyendo a todos aquellos que te dicen que batees.
«Como es tan fácil vender, se tiende a hacerlo con demasiada frecuencia. Con los años, desarrollas filtros, lo que yo llamo “circulo de competencia”. Me quedo dentro del círculo y no me preocupo de lo que hay fuera de él. Saber qué quieres hacer, en qué eres bueno y dónde tienes ventaja es importante».
¿El problema? Hay tres problemas. El primero es el ego. Todo el mundo quiere tener un gran círculo. Intuitivamente pensamos que más grande es mejor, que cuanto más acaparemos, más salidas tendremos. Pero, en realidad, el tamaño del círculo no es tan importante como la forma en que lo utilices. Querer tener de todo, querer complacerlo todo o caer bien a todo el mundo —elija su cliché favorito— implica en realidad no llegar a la perfección en nada de lo anterior. Uno puede ser muy multidisciplinar, por supuesto, dentro de unas limitaciones. Digamos que no se trata de que si eres contable sólo hacer eso y ser un ignorante en todo lo demás, para nada. Se trata de no querer ser el mejor bailarín de danza del mundo y a su vez piloto espacial. Yo sé de algunas cosas, pero nada de danza, e intento nunca plantarme en una pista a hacer como que sé.
El segundo problema es que los recursos son limitados. Hay que elegir las batallas de forma inteligente porque todos tenemos el mismo tiempo. La forma más fácil de no hacer nada es no saber qué quieres hacer.
Y por último, la más difícil. Valorar el coste de oportunidad, y saber evitar la aversión a la pérdida. La aversión a perder se refiere a la fuerte tendencia que tenemos los seres humanos para preferir no perder. Los primeros en demostrarlo fueron Amos Tversky y Daniel Kahneman pero muchos estudios posteriores lo avalan e indican que, desde el punto de vista psicológico, perder es tan doloroso, que preferimos evitar esto a tener la posibilidad de ganar. Y resulta que perder una oportunidad, dejarla pasar, es muy duro. La incertidumbre psicológica es la que ha llevado a la gran mayoría de inversores a la quiebra: necesitar hacer algo, lo que sea, por si esa oportunidad nunca vuelve a repetirse. Nunca tenemos en cuenta el coste de oportunidad, es decir, el tiempo y posibles oportunidades que perdemos al elegir esa opción y no otra alternativa disponible.
Como ya hemos visto, Warren Buffett es un maestro en decir que no, y dejar pasar oportunidades es sólo otra forma de hacerlo. Al final, llegar a tener éxito en unas cuantas cosas en la vida, necesariamente, viene emparejado a una larga lista de cosas que hay que rechazar. Ya que no puedes, ni debes, golpear todas las pelotas, sentémonos a verlas pasar.