Martin Luther King tuvo un sueño. Soñó que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos se sentarían juntos en la mesa de la hermandad. Soñó que sus cuatro hijos vivirían un día en un país en el que no serían juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
Los sueños de Marthin Luther King marcaron un antes y un después en el Movimiento por los Derechos Civiles para las personas de color en Estados Unidos. Antes de su asesinato en 1968, el activista organizó protestas públicas y manifestaciones pacíficas contra la segregación racial.
Tengo un sueño (I have a dream), pronunciado en el Monumento a Lincoln durante la Marcha en Washington por el trabajo y la libertad, está considerado uno de los mejores discursos de la historia. La lucha de la comunidad negra por la igualdad de derechos se convirtió en uno de los momentos sociales y políticos más relevantes en Estados Unidos, donde la comunidad negra supone casi un 13% de la población total, según estimaciones del Population Estimates Program (PEP).
A pesar de los avances en los derechos de la comunidad afroamericana como la inclusión laboral, las manifestaciones tanto pacíficas como violentas en Ferguson, por la muerte de Michael Brown a manos de la policía en 2014, pusieron de nuevo el foco en los problemas raciales de Estados Unidos.
54 años después del discurso de King, el conflicto racial sigue estando latente aunque en muchos estados los derechos de los afroamericanos son contemplados y respetados.
Sin embargo, no todas las personas de comunidades procedentes de África tienen la posibilidad de reclamar sus derechos. En ocasiones, ni siquiera son reconocidos como ciudadanos del país en el que han nacido. Simplemente por ser de color.
En el Día de Marthin Luther King en Estados Unidos, hablamos sobre un grupo de personas que reclaman sus derechos, como hizo King en la plaza Lincoln. Un grupo de personas que no han encontrado a un orador al que seguir y que sirva como inspiración, pero que siguen luchando por su reconocimiento como ciudadanos.
El drama afromexicano
En México, existe una comunidad de personas de raza negra que fueron traídas de países como Sudán, el Congo o Guinea para trabajar como esclavos de los colonizadores españoles.
La comunidad, que cuenta con 1.380.000 personas (1.2% de la población mexicana) no solamente está olvidada por la sociedad, también por el Gobierno y las ayudas que proporciona.
Los afromexicanos, quienes viven mayoritariamente en los estados de Oaxaca, Guerrero y Veracruz están considerados como indígenas por el censo oficial, a pesar de que su origen y cultura no tiene nada que ver con la población autóctona mexicana. En la mayoría de los casos, las personas descendientes de africanos no pueden solicitar las ayudas que el Gobierno ofrece a los indígenas, ya que uno de los requisitos principales para beneficiarse de los seguros sociales es hablar una lengua indígena, y los afromexicanos solamente hablan castellano.
El [Estudio Especial sobre la Situación de la Población Afrodescendiente de México a través de la Encuesta Intercensal 2015]8http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/OtrosDocumentos/Doc_2016_023.pdf), realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), arroja que el 18% de los afromexicanos no cuentan con filiación a algún tipo de servicio o sistema de salud. Por otro lado, el mismo estudio recalca que un 40% de los afrodescendientes con trabajo no se benefician de las prestaciones de ley.
En 2015, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) realizó la Encuesta Intercensal, en la que incluyó por primera vez a la comunidad afromexicana como ciudadanos de México. Para Israel Reyes, director y fundador de la Asociación Civil Colectivo África en la Costa Chica de Oaxaca, el reconocimiento de los mexicanos descendientes de africanos en la institución fue un gran paso por el que llevaban luchando desde 2009.
Reyes no es descendiente de africanos, pero llegó a trabajar como maestro a la comunidad José María Morelos en 1986. En la actualidad, Israel es director de la escuela primaria de la comunidad y está casado con una afromexicana, con quien tiene dos hijos.
En su tiempo libre, el director de la asociación África se dedica, junto con otros voluntarios, a luchar por los derechos de los afromexicanos. Reyes no está de acuerdo con el término, el cual describe como académico, y prefiere que se les describa como negros.
"Los términos como afromexicano vienen a ocultar el racismo y la discriminación que este pueblo tiene, un racismo estructural porque el estado no reconoce la presencia ni los aportes culturales de la población negra", explica Israel Reyes en entrevista con Hipertextual.
Los objetivos de la asociación civil son el reconocimiento constitucional de la población afromexicana o negra como colectivo y sus aportes a la cultura y a la historia. Colectivo África subraya la importancia de la comunidad en la historia de México, la cal participó en la Revolución y en otros momentos clave de la historia de la República.
Hasta el momento, se han presentado a nivel federal diez iniciativas por la identificación del pueblo africano en México, pero ninguna ha conseguido llevarse a la práctica.
Israel Reyes y su asociación siguen hablando con diputados y senadores para conseguir ayuda de los únicos capaces de promover leyes. Su principal argumento es el artículo 2 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos:
La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.
A pesar de que la Carta Magna afirma que México es un país pluricultural, solamente se incluyen los derechos de los indígenas y no se contempla en ningún momento la inclusión de otra comunidad.
Abundio Maganda, presidente del Consejo Indígena y Afromexicano de Guerrero (CIAG) comparte el mismo razonamiento y sostiene para Hipertextual que el primer paso es que la comunidad sea sujeto de derecho para que se puedan implementar políticas públicas. "No se asigna presupuesto federal para este pueblo", destaca.
Racismo sobre racismo
Cuando los africanos llegaron a la Costa Chica de Oaxaca, su misión era trabajar para los conquistadores españoles y hacendados en zona costera. Solamente por ser servidores de los hombres más ricos de la zona, los ya por entonces afromexicanos gozaban de un estatus mayor que el de la población autóctona mexicana.
La desigualdad provocó racismo entre los indígenas y los afromexicanos, que aún puede notarse en algunas comunidades. A pesar de que los indígenas son uno de los grupos más discriminados en México a nivel social y político, estos mismos han llegado a ser racistas con mexicanos de procedencia africana.
Este racismo sobre racismo, que Israel Reyes describe como una "guerra de baja intensidad entre indígenas y afromexicanos", ha menguado en los últimos años y a día de hoy "existen hasta uniones entre los dos grupos".
Sin agua ni techo estable
A pesar de que tanto la comunidad afromexicana como los indígenas han sufrido rezagos en su bienestar social y económico, estos últimos gozan de un reconocimiento como ciudadanos mexicanos, lo que les permite gozar de ayudas sociales.
Los afromexicanos tienen problemas diarios. En salud, aún hay muertes de mujeres por parto, muerte por un piquete de alacrán, falta de agua potable, vías de comunicación, etc.
El presidente del CIAG alerta de los escasos recursos de las personas que descienden de africanos, un hecho por el que también lucha la asociación de Israel Reyes. El director de escuela afirma que normalmente los lugares en los que viven las comunidades suelen contar con una marginación alta.
El "Estudio Especial sobre la Situación de la Población Afrodescendiente de México a través de la Encuesta Intercensal 2015" de la CNDH confirma las afirmaciones del especialista en su estudio, en el que arroja que un 47.1% de los hogares afromexicanos cocinan con leña y carbón, mientras que un 40% tiene en su casa un techo de material de deshecho o láminas y un 15% no tiene agua entubada.
La comunidad de José María Morelos no vive en tan malas condiciones. El hogar de Israel Reyes es una zona muy fértil y vive de la exportación de la papaya a ciudades dentro y fuera de México. La zona ubicada en Costa Chica cuenta con una escuela primaria, dirigida por Reyes, una secundaria y una preparatoria.
A pesar de los avances en algunas zonas habitadas por afromexicanos, todavía falta por determinar muchos de los derechos de los mexicanos de color. Desde la asociación Colectivo África, Israel Reyes sigue luchando junto con su equipo por el reconocimiento de la comunidad.
Muchos vecinos de José María Morelos le preguntan por qué participa en la lucha por los derechos de los afromexicanos si él no es originario de la comunidad. El oaxaqueño les responde: "Es para devolverle al pueblo negro la oportunidad de formarme como maestro y como padre, por haberme acogido en su cultura, devolverle un granito de arena a esta población".
Uno de los casos asociados al racismo más polémicos del último año ocurrió durante la última edición del concurso de Miss México. Samantha Leyva, procedente de Guerrero, fue una de las finalistas del concurso, en el que la joven afirmó haber sido víctima de comentarios racistas.
“Con mucho orgullo y valores, he estado representando a la comunidad afrodescendiente de mi estado”, dijo Leyva en una entrevista con Fusion.net. La afromexicana recibió comentarios en redes sociales como “Esta negrita no se ve muy femenina”, además de las críticas de los coordinadores del certamen, quienes afirmaron que Leyva pasaría a la final por el simple hecho de formar parte de la comunidad afrodescendiente.
La ganadora de Miss México, Ana Girault, forma parte de una sociedad mexicana en la que priva el mestizaje y la cultura europea. La galardonada acudió a una universidad privada en la Ciudad de México, mientras que Samantha Leyva proviene de un centro público en uno de los estados más pobres de México.
A pesar de que la procedente de Acapulco, Guerrero, no logró hacerse con la corona, consiguió que el racismo a algunos afromexicanos fuera visible en la República.
El simple hecho de que una chica afromexicana haya quedado finalista en un concurso nacional, puede abrir un atisbo de esperanza en aquellas personas que son discriminadas diariamente y dejadas de lado. Las mismas personas que forman parte de la comunidad olvidada por su propio país.