El 4 de julio de 1776, 56 representantes de Estados Unidos firmaron la declaración de Independencia. Ahora imagine que, hoy en día, usted quiere consultar una versión electrónica del documento, pero que no puede hacerlo porque los tataranietos de Thomas Jefferson o Benjamin Franklin retienen el copyright. Suena muy ilógico, pero el caso de I had a dream, el discurso pronunciado por Martin Luther King, no está muy lejano de esta situación hipotética.
Pronunciado el 28 de agosto de 1963, este discurso es considerado uno de los mejores del mundo. En esta oratoria, King expone sus deseos de encontrar un país en el que no existieran las diferencias raciales, la discriminación ni el maltrato hacia las minorías. I had a dream es un símbolo de la historia de Estados Unidos, y el vídeo de su aparición es considerado como un documento histórico. Sin embargo, los herederos del activista no están tan contentos con que esas palabras estén a disposición de la gente, obligando a retirar el discurso completo de YouTube.
El conflicto por la propiedad intelectual de I had a dream tiene bastante historia. Tenemos que remontarnos a diciembre de 1963, meses después del pronunciamiento, cuando el mismo Martin Luther King demandó a Mister Maestro y a la 20th Century Fox por vender copias ilegales de su discurso. Aunque en este caso la intención era frenar el lucro, la situación se tornó inverosímil en 1999, cuando la familia de MLK denunció a la CBS por emplear un fragmento del discurso dentro de un documental. Esta demanda llevó a la Corte a fallar a favor de los familiares, bajo el argumento de que el mensaje estaba clasificado como una presentación (performance) a los medios de comunicación, no al público. De este modo, el vídeo del discurso se convertía en una publicación limitada, no en una general.
Esta decisión judicial permitió que la familia retuviera la propiedad intelectual, cuya avaricia --no encuentro otro término para describirlo-- los hizo demandar por 10 mil dólares (y ganarle) al diario USA Today, debido a que habían impreso sin permiso una transcripción completa del discurso. Lo que es peor es que no hay límites para el uso: si bien el audio y el vídeo siguen siendo usados con intención documentales o académicas, nadie sabe cuándo le llegará un citatorio de los abogados de la familia King.
La familia se aprovecha del discurso, vendiendo del audio o del vídeo a 10 dólares; mientras que las distribuciones gratuitas son difíciles de encontrar o se encuentran incompletas. Por ejemplo, en YouTube ha sido inhabilitado el vídeo con el discurso íntegro, y lo único que podemos hallar son fragmentos o ediciones. Lo lamentable es que la situación seguirá así unos años más, pues los herederos de King retienen los derechos hasta 2038.
Por desgracia, ésta es una situación bastante familiar, sobre todo en el ámbito editorial o en el musical. Las familias de un escritor o un compositor suelen retener los derechos de la obra por un periodo muy prolongado de tiempo --en México ha llegado a ser hasta 100 años después de la muerte del autor--. Hay casos muy célebres, como el del escritor mexicano Juan Rulfo, cuyos herederos decidieron apropiarse del nombre y negar su uso en el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe; todo, debido a una declaración del ganador Tomás Segovia que no les pareció (No tuvo una vida muy deslumbrante, no fue un gran estudioso ni un gran conocedor, él simplemente nació con el don.).
¿Deben las familias retener la propiedad intelectual de este tipo de obras? ¿Es correcto que las exploten como legado del autor? Si la situación de por sí es cuestionable, ahora pensemos en el caso de un documento histórico; un texto, audio, vídeo y otro tipo de obra que es considerado como herencia para el resto del mundo. El discurso de Martin Luther King forma parte de un acervo cívico, educativo y cultural; y como tal, debería estar del lado del dominio público y no de la explotación comercial. Ahora, en tiempos donde las distribución y la propagación se han vuelto tareas sencillas, es nuestro deber repensar estas reglas absurdas. Porque, al día de hoy, la emblemática frase de King no es una cita memorable, sino una marca más: I had a dream©.