Las ooparts, out of place artifact (‘artefacto fuera de lugar’ en español) es un término que se le otorga a ciertos objetos descubiertos en lugares que, según lo esperado, no debían hallarse ahí, o bien, construidos con tecnología que no corresponde a la época en la que se presume fueron hechos. El término "oopart" es atribuido al naturalista y criptozoólogo estadounidense Ivan T. Sanderson (1911-1973).
Muchas veces estos artefactos fuera de lugar son presentados como pruebas irrefutables de las teorías más descabelladas. En no pocas ocasiones llegan a poner de cabeza a la comunidad científica y también desencadenan polémicas que no siempre llegan a resolverse del todo.
Por otro lado, algunos ooparts son un completo fraude y, en cambio, otros suponen asombrosos descubrimientos que cambian completamente la idea establecida hasta su hallazgo. Uno de estos últimos es el mecanismo de Anticitera, una antigua computadora analógica que sorprendió a la comunidad científica tras su hallazgo en 1900 y que, en nuestros días, con el análisis de ADN podría desvelar sus más profundos misterios.
Cabe aclarar que el hecho de que un artefacto esté catalogado como oopart no es sinónimo de fraude; aunque muchos lo son no significan lo mismo. Claro que se debe ser cauteloso pues muchas veces han sido presentados como las pruebas fehacientes de tecnología alienígena, de la teoría creacionista y otras muchas ideas pseudocientíficas, abrigados por el asombro inicial y del tratamiento sensacionalista que acompaña el "descubrimiento".
Algunas ooparts, tras los primeros análisis para determinar su antigüedad dan resultados sorprendentes pero estos no se puedan confirmar con análisis posteriores, factor importantísimo en el método científico. Esto crea confusión y se presta a posturas diversas, sobre todo porque de demostrarse que dichos objetos son fidedignos pueden dar grandes revoluciones para la antropología, historia y, en fin, para la ciencia en sí.
Uno de estos casos son las figuras de Acámbaro en México pues tras una primera prueba de termoluminiscencia en 1969, que para entonces se trataba de una técnica muy nueva, la edad de las piezas se ubicó alrededor del 2,500 A.C. Sin embargo, dataciones posteriores determinaron que las figuras eran de fabricación moderna. El gran revuelo del descubrimiento y el asombro fue mayúsculo pues se trataban de cerámicas que representan a hombres conviviendo con lo que parecen ser dinosaurios. Como se sabe, la mayoría de los grupos de dinosaurios estuvieron presentes sobre la faz de la Tierra hasta el final de Cretácico, es decir, hasta hace 66 millones de años, por lo cual hace imposible que estos animales convivieran con los hombres y que estos a su vez los representaran en sus figuras. Esta colección de figuras ha sido estudiada posteriormente y se conserva en un museo, como podemos ver el interés que despertaron no es poco.
Otro oopart sorprendente es el "penique de Maine", una moneda encontrada, como su nombre lo dice, en el estado de Maine al norte de los Estados Unidos. Esta moneda escandinava data del periodo 1065-1080 d. C. y pertenece al reinado de Olaf III de Noruega. El Museo Estatal de Maine y el Instituto Smithsoniano la han aceptado como auténtica, lo que podría sugerir que los vikingos tocaron tierras americanas mucho antes que Cristobal Colón. El por qué fue encontrada en unas ruinas precolombinas estadounidenses aún no puede explicarse del todo, algunas hipótesis sugieren que esto comprueba el contacto de los nórdicos con los indios americanos; sin embargo, otros autores sugieren que la explicación es más sencilla (y menos espectacular): que se trate de una prueba "sembrada" pues es el único objeto de esa clase en ese lugar; si hubo dicho contacto con los vikingos lo más seguro es que se encontrarían objetos diversos y no sólo una moneda como es el caso. Ahora bien, el American Numismatic Society y algunos otros investigadores lo consideran un bulo.
La cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca fue descubierta en 1933 por el arqueólogo José García Payón dentro de un ajuar funerario precolombino o poscolombino en el valle de Toluca. Se trata de una cabeza de terracota que comparte características y estilo de las figuras romanas, incluso especialistas lo confirmaron. Para algunos investigadores este objeto podría ser la evidencia de contactos transoceánicos precolombinos entre Roma y las Américas, de nuevo antes que Colón. Sin embargo, no hay consenso entre la comunidad científica sobre su autenticidad o que realmente se hubiera encontrado como se dice, pues algunos aseguran que García Payón no estuvo presente al encontrar el ajuar funerario e, incluso, otras explicaciones sugieren que se trata de una broma que se salió de las manos. Una prueba de termoluminiscencia en 1995 situó su rango de edad entre el siglo IX a.C. y mediados del siglo XIII d.C., lo que confirmaría su origen precolonial, sin embargo, otros investigadores han puesto en tela de juicio el procedimiento de la prueba. Como vemos, estamos lejos del acuerdo.
Otros "artefactos fuera de lugar" han sorprendido por sus características únicas sin precedentes son las Piedras esféricas de Costa Rica; se trata de un grupo de más de quinientas petroesferas precolombinas ubicadas principalmente en el sur de dicho país. Su forma perfectamente esférica dio pie a un montón de explicaciones esotéricas, alineamientos energéticos con las famosas Figuras de Nazca y la Isla de Pascua; así como rastros de la civilización de la Atlántida. Sin embargo, y aunque no está del todo claro su fin, se cree que fueron utilizadas para calendarizar ciclos agrícolas o para rituales; se cree que fueron construidas con la técnica del piqueteo (mediante el uso de percutores de piedra) y el alisado (empleándose abrasivos como la arena). Son consideradas únicas en su estilo y como representaciones estéticas que nos hablan de la madurez plástica de los pueblos originarios. Fueron reconocidas en 2014 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y declaradas como símbolo nacional en el mismo año.
Podemos reconocer que los "artefactos fuera de lugar" son sorprendentes y algunos muestras exquisitas del arte de épocas antiguas. Sin embargo, si bien se puede reconocer lo anterior, están muy lejos de ser las pruebas fehacientes de tecnología alienígena o de las hipótesis de los alienígenas ancestrales, también conocidas como hipótesis de paleocontacto. A estos pertenecen los llamados Dogū, figuras humanoides del período Jōmon (14 500 - 300 a. C) de Japón (Imagen principal de este artículo). Los pseudocientíficos alegan que sus formas podrían representar a seres extraterrestres con sus trajes espaciales, mientras que la antropología ha descartado tales aseveraciones.
Otro impresionante objeto ha sido interpretado como una "prueba" de los alienígenas ancestrales, aunque más bien apunta a ser un caso de pareidolia, es el sarcófago de Pacan de origen maya en las ruinas de Palenque en México. Lo que los antropólogos han descrito como la representación simbólica de la visión cósmica maya, así como el viaje al inframundo de K'inich Janaab' Pakal, gobernante al que pertenece la cámara funeraria y sarcófago en cuestión, para los pseudocientíficos es una muestra clara de un una persona maya en una nave espacial con sus pedales, mangueras para respirar, micrófonos y demás instrumentos. En fin, una interpretación muy distinta a la que ha hecho la antropología.
En fin, estos son solo algunos de los muchos ejemplos de los ooparts o "artefactos fuera de lugar" que tanta curiosidad y especulaciones levantan. Es de destacar la inmensa inquietud que existe por desvelar los misterios de los sorprendentes objetos y artefactos antiguos o que los nuevos descubrimientos desaten una cascada de incógnitas y nuevas explicaciones; también cabe reconocer lo mucho que aún falta por conocer, sin embargo, si bien la sed de conocimiento y de extraordinarios hallazgos es valiosa, esto no debería ser la justificación para caer en la desinformación o aventurarnos a explicaciones erróneas carentes de cualquier rigor científico.