Los "monstruos de Acámbaro" o "figuras de Acámbaro" siempre han desatado una gran polémica. Mucho se ha hablado de ellas porque son muy peculiares y, de ser auténticas, habrían planteado una gran cantidad de preguntas. Y es que las figuras encontradas en el municipio Acámbaro en Guanajuato, México, representan a hombres conviviendo con lo que parecen dinosaurios.
Waldemar Julsrud fue un arqueólogo alemán que se encontraba estudiando a la cultura Preclásica de Chupícuaro, que se desarrolló durante el periodo de 800 a.C.─200 d.C. El arqueólogo encontró figuras de arcilla al pie del cerro de El Toro, en las afueras de Acámbaro, Guanajuato, México en 1945 y la polémica se inició desde entonces. Muy pronto se encontraron miles de piezas y muchas de ellas resultaron sorprendentes pues las figuras eran representaciones de dinosaurios.
Teniendo en cuenta pues, que ni el hombre actual, ni sus antepasados convivieron con los llamados dinosaurios, las representaciones de estos en las figuras desataron una gran agitación. Y es que, como se sabe, la mayoría de los grupos de dinosaurios estuvieron presentes sobre la faz de la Tierra hasta el final de Cretácico, es decir, hasta hace 66 millones de años, por lo cual hace imposible que estos animales convivieran con los hombres y que estos a su vez los representaran en sus figuras.
La colección de Waldemar Julsrud comprende al rededor de 33,000 piezas, las cuales se encuentran actualmente en el museo del mismo nombre. Las piezas son muy curiosas en realidad, pero las evidencias científicas han demostrado que se tratan de un fraude flagrante. Los hombres montando dinosaurios, los dinosaurios devorando hombres y un montón de extrañas representaciones quedaron al desnudo cuando las técnicas para datar piezas revelaron que eran de recién hechura.
En 1969 las figuras fueron datadas con un proceso llamado termoluminiscencia, el proceso se realizó en el Museum’s Applied Science Center for Archaeology (MASCA). Dicha técnica apenas estaba en desarrollo en esa época, así que la primera vez que se dataron se ubicaron en el 2,500 A.C. Más tarde, en 1979 se volvió a realizar el fechado y arrojó que la fabricación de las piezas era reciente. Aún con esto, el "daño estaba hecho", pues toda clase de ideas se desataron desde entonces.
La colección no pudo con el peso del análisis científico y pasó a ser un ejemplo de fraudes arquelógicos
Charles Di Peso, un arqueólogo estadounidense, visitó las excavaciones de Acámbaro en 1952 y también examinó la cuantiosa colección. A su vista y experiencia dictaminó que las figuras eran de hechura reciente porque no presentaban las señales usuales de los objetos que han permanecido bajo tierra mucho tiempo. También se sabe que él mismo conoció a una familia que fabricaba las piezas y que le eran vendidas a Julsrud.
Debido al primer resultado de fechado y a la peculiaridad de las piezas, la colección desató mucha curiosidad entre los especialistas. Sin embargo, la colección no pudo con el peso del análisis científico y pasó a ser un ejemplo de los fraudes arquelógicos, así como un fenómeno en la región pues, Julsrud habría sido engañado por los lugareños durante varios años.
Las figuras de Acámbaro son un referente en los llamados "artefactos fuera de lugar" y un verdadero caldo de cultivo de todas las ideas más disparatadas. Tal es el caso de los creacionistas, pues por un momento tuvieron la "evidencia" de que hombre y dinosaurios convivieron en la misma época y, por tanto, la Tierra no tendría más de 6,000 años de antigüedad. Por otro lado, se sigue presumiendo como ejemplo de los "grandes misterio sin resolver" y como la evidencia de que el mundo científico busca ocultar "la verdad" a los ciudadanos de a pie.