Hace unos sesenta y seis millones de años, los dinosaurios eran la clase de animales grandes más prolífica de la Tierra. Innumerables especies convivían con una miríada de gigantes insectos y plantas exóticas cuyas hojas iban siendo cada vez más pequeñas. De pronto, un día, cayó algo del cielo que acabó con el 76% de la fauna terrestre y gran parte de la flora. La extinción del Cretácico ocurrió en tan sólo treinta días. Pero a pesar de los muchísimos estudios que hemos realizado para desvelar el pasado, todavía nos seguimos encontrando sorpresas. Como en esta ocasión, donde gracias a las picaduras de los insectos podemos desmentir algunas de las hipótesis más asentadas sobre la catástrofe.
La hipótesis del refugio
Cuando el gran meteorito impactó creando el cráter conocido como Chicxulub literalmente aniquiló todo lo que habitaba en lo que ahora llamamos península de Yucatán. Este impacto generó una presión ecológica increíble en el hemisferio norte. Esto quiere decir que le puso las cosas muy, muy difíciles a los seres vivos. De hecho, como explicábamos, en sólo treinta días acabó con más de tres cuartas partes de los animales que existían sobre la superficie. Durante la extinción del Cretácico, en el hemisferio sur las cosas también se pusieron muy difíciles. Pero hasta la fecha, por las evidencias paleontológicas, pensábamos que el sur había sido en realidad una especie de refugio.
Hasta la fecha, los expertos pensaban, no sin dudas, que el hemisferio sur, con terrenos como los que ahora forman la Patagonia argentina, había servido como un lugar privilegiado en el que animales y plantas pudieron salvarse de la extinción. Este hecho explicaría muchas cosas. Por ejemplo, ayuda a completar las piezas en el enorme puzzle evolutivo (el que explica cómo llegó cada animal a donde se encuentra ahora). También ayuda a explicar la existencia de ciertos fósiles, aunque también levanta las sospechas en la aparición de otros... en definitiva, esta hipótesis trata de reconstruir qué pasó sesenta y seis millones de años atrás explicando que la extinción masiva fue menos severa en el sur que en el norte, algo comúnmente aceptado.
Desde el gran meteorito a la mordedura de un insecto
Sin embargo, un reciente estudio publicado por científicos de la Universidad de Pennsylvania ha comprobado que esto, con bastante seguridad, está lejos de lo que ocurrió en realidad durante la extinción del Cretácico. Dicho trabajo analiza las mordeduras de los insectos en las hojas de las plantas fosilizadas millones de años atrás. Pero, ¿qué tiene que ver eso con la extinción? La interacción entre insectos y plantas es muy importante porque nos permite viajar en el tiempo y nos cuenta cómo eran las cosas por aquél entonces. Así, a través de las lesiones de las hojas fosilizadas, junto con otros datos, los expertos son capaces de evaluar la existencia de ciertas especies y la relación ecológica que mantenían con el medio.
Analizando miles de muestras fósiles, los investigadores han conseguido reconstruir las "redes ecológicas" existentes en los nueve millones de años que duró la "recuperación" de la superficie terrestre tras en el impacto. Y entre sus conclusiones se destacan dos: la primera es que la extinción masiva afectó tanto al hemisferio norte como al hemisferio sur con una severidad bastante parecida. Esto se observa, entre otras cosas, por los datos y restos de especies extintas, así como por las propias interacciones entre seres vivos (mucho más escasas). La segunda, sin embargo, aclara por qué existe una gran diversidad de especies en el periodo posterior al cataclismo. Según los científicos, el hemisferios sur no se salvó de la extinción. Sin embargo, se recuperó (en cantidad de especies) el doble de rápido que el hemisferio norte.
Para recuperar por completo el tejido ecológico existente, la red de biodiversidad e interacciones destruidas en la extinción, al hemisferio norte le llevó nueve millones de años, como explicábamos. Sin embargo, al hemisferio sur, según los análisis, sólo le llevó cuatro. Además de estos datos, la investigación llevada a cabo arroja nuevos puntos de vista a hechos tan importantes como las extinciones masivas. Por ejemplo, nos permite entender mejor qué le pasa a la Tierra cuando ocurre un cataclismo. O, también, qué le ocurre a un ecosistema cuando se ve amenazado por una gran desaparición de especies. Esto no es algo baladí, y es que a día de hoy nos enfrentamos al inicio de la sexta extinción masiva, causada por la irresponsabilidad humana. Así que es necesario entender mejor sus consecuencias para poder poner soluciones. Y si además aprendemos más sobre la historia de nuestro planeta, mejor. Todo gracias a la picadura de un insecto.