zika

JJ Harrison (Wikimedia)

Un equipo de la Universidad de Washington ha conseguido desarrollar el primer modelo animal de zika en primates no humanos. Su estudio ha permitido identificar las consecuencias de la infección en macacos, una especie próxima a los seres humanos. Las conclusiones del trabajo publicado en Nature Medicine muestran cómo el virus afecta a una hembra embarazada de Macaca, atacando al feto y poniendo en peligro su desarrollo.

Los científicos inocularon el virus en un macaco a los 119 días de gestación, lo que correspondería a 28 semanas de embarazo en seres humanos. En nuestra especie, el zika ataca a los fetos durante los tres primeros meses, provocando graves anomalías congénitas como la conocida microcefalia, por la que los recién nacidos presentan un diámetro de la cabeza inferior a lo normal.

Tras la infección del virus, la hembra de macaco se mantuvo en perfecto estado de salud, sin manifestar signos de sarpullidos, conjuntivitis o fiebre. Sin embargo, al provocar el parto de la gestante a los 162 días, que corresponderían a las 38 semanas de embarazo en humanos, los científicos pudieron comprobar las devastadoras consecuencias del zika sobre el recién nacido. Este estudio es el primero en identificar los perjudiciales efectos del virus a nivel fetal, después de que anteriormente se hubieran publicado investigaciones parecidas en otros modelos animales como los ratones.

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El primer análisis, realizado durante el período de gestación, determinó que el zika era capaz de ralentizar el crecimiento del cerebro del feto. Tras inducir el parto, los investigadores comprobaron una importante deficiencia en la materia blanca del cerebro, la cual está compuesta de fibras nerviosas. Esta sustancia, al contrario que la de tipo gris, se encarga de realizar el soporte pasivo de la actividad neuronal, y juega un importante papel en los procesos de aprendizaje y en el desarrollo de determinadas enfermedades mentales. El grupo de la Universidad de Washington logró identificar ácidos nucleicos (ARN) procedentes del virus en varios órganos fetales, tales como el hígado, la placenta y el propio cerebro.

Los resultados del estudio en Nature Medicine, sin embargo, deben tomarse con cautela al haberse empleado un único animal durante la investigación. Sus conclusiones apuntan que estos primates no humanos pueden ser una buena especie como modelo animal de laboratorio para desentrañar los efectos del zika sobre el desarrollo embrionario y las consecuencias que tiene el virus en los recién nacidos. La investigación se une a recientes análisis, donde ya se planteaba que el zika podría afectar al cerebro de personas adultas y que la transmisión del virus se daría también entre la madre y los huevos de mosquito. Resultados que llegan en un momento en el que la lucha contra el zika no ha conseguido todavía dar con un tratamiento eficaz o una vacuna capaz de frenar la transmisión del virus y prevenir el contagio.