Xiaomi arrancaba en 2010 como una empresa excepcionalmente preparada para combatir en el mercado de smartphones, posiblemente el segmento más explosivo de la tecnología de consumo de la historia de la humanidad.
Con una base Pekinesa, contratos al sur en Shenzhen, y un espíritu más californiano que asiático, la compañía inició una espiral ascendente de valoraciones privadas y ventas de smartphones que llevaron a la compañía a alcanzar cuotas de vértigo a finales de 2014 e inicios de 2015. Desde entonces, la compañía inició un cambio de rumbo algo drástico.
Mientras las expectativas de ventas de smartphones sufrían recortes, el Xiaomi Mi5 su palo mayor para 2015 era retrasado durante meses, empeorando las ventas del año. Pero no fue todo. La inversión en India no daba los frutos deseados mientras que en China sus rivales nacionales y extranjeros desmantelaban su estrategia de precios bajos y aficionados entusiasmados.
Nuevo rumbo
Xiaomi ha sido llamada Apple de China, la Samsung de Pekín, la nueva IKEA, y otros se atreven a comparar su parte de comercio electrónico online con un incipiente Amazon. Pero ninguna de estas aseveraciones acaba siendo válida.
Xiaomi saca demasiados productos para ser una Apple. Xiaomi no sigue las reglas de los grandes conglomerados para ser una Samsung. Xiaomi no opera en un mundo de grandes presencias físicas como IKEA. Y por último, están mucho más involucrados en la creación que en el comercio. Xiaomi tiene partes del ADN de otras compañías, pero busca un rumbo propio.
Explosión de productos
Si fuera por Lei Jun, su CEO y fundador, el mundo se habría detenido en 2014. La compañía iba como un cohete a todos los niveles, y sus movimientos reportados en prensa especializada y generalista de forma constante.
Desde entonces, Xiaomi ha optado por una expansión de gamas y productos más propia de una compañía del sur de China. Comparemos la primera mitad de historia de Xiaomi, con su periodo más reciente:
* Xiaomi 2010-2013: Smartphones.
* Xiaomi 2013-2016: Aire acondicionado, arroceras, aspiradoras automáticas, baterías portátiles, bicicletas eléctricas, bombillas inteligentes, básculas, cámaras de acción, distribución de contenido digital, distribución de entretenimiento, drones, medidores de presión arterial, ordenadores portátiles, patines, pulseras de actividad física, purificador de agua, purificador de aire, repelente de mosquitos electrónico, routers, smartphones, smartwatches, tablets, televisores, etc.
Esta metamorfosis la ha realizado de una manera peculiar. Su participación total o parcial en compañías como Huami, Yunmi o Zhimi, Xiaoyi/Xiaoji, Feimi, etc. han dado alas a la compañía, que reinvierte los ingresos de smartphones en otras industrias, relacionadas directamente o no.
Más allá, son acuerdos e inversiones como los alcanzados con iQiyi (el mayor sitio de video online en China), Ninebot (Segways), Hungama (entretenimiento), y docenas más los que darán forma a la Xiaomi del futuro.
Reinvención
Xiaomi creció con una mínima inversión en marketing, dejando que el boca a boca de sus jóvenes fans —en su mayoría hombres— y sus bajos precios hicieran el resto. Buena calidad a precios por debajo de la media hicieron de la compañía un nombre conocido para cualquier estudiante.
Las ventas flash online le permitían gestionar de forma optimizada su inventario. Podían contratar horas bajas de ensambladores y eliminar exceso de esta forma. Aumentaba el misticismo sobre las ventas, obligaba a los clientes presentes y futuros a estar pendientes de las ofertas, y atraían muchas miradas de prensa y rivales.
Pero estos métodos no parecen escalar cuando las ventas se miden en decenas de millones, e incluso han podido romper el hechizo para muchos de sus incondicionales fans. La empresa que destacó en sus primeros años por su dominio de lo digital y de Internet como canal de venta primario, se quedó sin viento de cola.
Al igual que Xiaomi, sus clientes también han crecido. Quienes entonces eran jóvenes universitarios comprando su primer smartphone en 2011, ahora son asalariados con ingresos más altos que buscan algo más sofisticado. El mercado de smartphones tampoco es lo que era. En 2011 había hueco para cualquier empresa valiente, y ahora están luchando por los restos y los países menos atractivos a nivel de gasto.
La lucha de patentes, y sus acuerdos con Microsoft o Qualcomm, han hecho madurar a Xiaomi pero también elevar los precios de sus smartphones de gama alta. Su “inminente” entrada en Estados Unidos ya no lo es tanto, la crisis económica local se llevó por delante muchas de las aspiraciones para Xiaomi en Brasil, y el sureste asiático está madurando a marchas forzadas.
Como el campo de mijo recolectado en primavera, Xiaomi está pendiente de ver qué cereal planta ahora.