"Muy bien, empecemos de nuevo". Con esta frase nos recibe el agente Murphy al inicio de la segunda temporada y, con esto, nos recuerda de inmediato que es él quien sirve de narrador de la serie, en un formato policíaco que disfrutamos mucho de la serie. Por otro lado, también nos instala de inmediato en los eventos que quedaron en suspenso la temporada pasada: el escape de Pablo Escobar de La Catedral.
La segunda entrega de esta producción original de Netflix abarca un periodo mucho más pequeño que la primera: apenas poco más de un año, mientras que en la primera entrega se resumieron los hechos de aproximadamente 10 años. Sin embargo, y contra todo pronóstico pues realmente no queríamos una segunda entrega, los creadores de Narcos han demostrado su pericia para contar y construir historias.
Y es verdad, una buena historia o serie no tiene nada que ver con el tiempo real en el que sucedieron los hechos y sí depende por completo del cómo es contada. Pues bien, de acuerdo a esto: Narcos regresa con una temporada robusta, entretenida, tensa e impactante.
Muchos fans de la primera entrega creímos que tal vez para esta segunda temporada del escape de Escobar a su caída (ese jaque mate se estiraría o se rellenaría la historia con eventos no tan relevantes. Y es que la primera temporada Narcos fue vertiginosa y cada capítulo estaba lleno de drama y guerra. Sin embargo, en esta segunda, ya inmersos en la historia, la tensión es distinta y además nos da la oportunidad de ver brillar a otros personajes. Uno de estos es Javier Peña (Pedro Pascal), el mismo Murphy, así como la relación de ambos que al final de la serie se antoja entrañable.
En este mismo rubro, los nuevos personajes que se unen a la historia también dan un matiz interesante. Tanto del lado de la DEA, ya que a Javi y Murphy les imponen una jefa: Messina (Florencia Lozano). Y el Gobierno hizo cambio de embajador y también salta a la pantalla otro personaje, oculto y siniestro: Bill Stechner (Eric Lange), que nos muestra la cara fea (más aún) del "combate al narco" que tiene tantos lados.
Más personajes se unieron: los sanguinarios Los Pepes, los cabecillas del Cártel de Cali, Judy Moncada y el fiel Limón quien se une a Pablo hasta sus últimos días. Si bien es cierto que los creadores de la serie se tomaron varias licencias históricas y narrativas en la serie, en la segunda temporada se nota que decidieron también entrar en los pensamientos y temores de sus personajes, entre ellos, claro, del mismísimo Pablo Escobar. Esto le da mucha fuerza a los personaje algunas veces ya que estas sumergidas en sus psiques redondean y tensan la historia.
El diablo está en los detalles
Si bien esta segunda temporada de Narcos, como decía, es muy recomendable y no nos decepcionará como seguidores de la serie, sí tiene algunas cosas qué reprocharle. Más que otra cosa: detalles.
Hay licencias que uno como público puede ceder: en la historia, en la narrativa, en la ficción, en lo histórico; pero hay unos que son difícil de pasar por alto: los detalles acartonados. Es decir, ¿de verdad era imposible que Wagner Moura subiera de peso para interpretar al capo del Cártel de Medellín en sus últimos días y evitar así el uso de una prótesis que se nota cada que Moura se mueve? Ya habíamos recalcado que su acento resultaba extrañísimo; incluso para los no hispanohablantes, así que, además tener que verlo con una panza ficticia al que se le nota el doblez y se alcanza a ver bajo la camisa en una escena es simplemente inadmisible.
Lo mismo va para la sangre ficticia que en algún momento es mostrada en pantalla, de aspecto más cercano a sirope que a sangre fresca. El problema con los detalles acartonados es que se le notan los hilos a la producción y, más que esto, nos saca de la historia y de la tensión que hubiera tenido cualquier escena con estos fallos. Se pierde más que la credibilidad, se pierde la confianza en el director, en el creador, en el mismo actor y, lo que podría ser más grave, en la historia completa. Sentimos que nos mienten aún cuando sabemos que nos mienten y esto es muy delicado en producciones de este tipo.
Sopiler ALERT: Pablo muere
No, no hay spoiler en realidad. Sabemos bien cómo va la historia, aún con las licencias narrativas que la serie se toma. Lo dicho antes: lo importante aquí es cómo se cuenta, cómo nos muestra la caída en picada de uno de los cárteles más peligrosos y poderosos que haya existido y sobre todo de su líder, Pablo Escobar, con la que cierra esta historia.
Ahora bien, los creadores de la serie han expresado que mientras exista el narcotráfico ellos tienen suficiente material para la continuación de la serie; pero tal como lo expresamos en la temporada anterior, y aunque la segunda temporada nos hace un guiño y nos deja claro que la puerta está entreabierta, definitivamente no debería haber una tercera temporada, sobre todo porque el formato tendría que ser distinto, el personaje eje ya no estaría y los creadores de series exitosas deben saber cuando retirarse del juego y no abusar de nuestra hospitalidad jamás.
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Así pues, si ya disfrutaste de la primera temporada y no sabes si dar una oportunidad a esta segunda entrega de Narcos, con todas las letras está muy recomendable. Merece nuestro tiempo, es entretenida, con su buena dosis de acción y subtramas inesperadas llenas de buen drama; además mantiene un excelente ritmo de acción y tensión. No hay duda de que vale la pena: ¡hágale!