Si hay un elemento en el que las historias de ciencia ficción se juegan su credibilidad y buen nombre, ese es, por supuesto, el científico. La tecnología siempre ha sido capital para el desarrollo humano y, tras admitir el método de la ciencia de forma generalizada y acelerar nuestros progresos, a determinados narradores les ha dado por imaginarse el futuro de la humanidad con toda una nueva tecnología que, hoy por hoy, ni siquiera existe. Uno de los relatos de referencia en este sentido es **Star Trek, y hete aquí que la NASA ha analizado si la evolución científica de esta saga es coherente con nuestros conocimientos y, por tanto, más o menos probable**.
Para empezar, **las comunicaciones en la galaxia trek son tan ubicuas como prácticamente lo son las nuestras en la actualidad, con un alcance mucho menor, gracias a los smartphones, los ordenadores portátiles y demás y a nuestros satélites. Sin embargo, Internet no existe como tal, y los miembros de la Flota Estelar sólo realizan informes verbales, mientras que se esperaría que se sirviesen también de fotografías y grabaciones de vídeo tal como los que hoy envía cualquiera. Y el concepto de subespacio que se maneja en la física teórica contemporánea, de multiversos y pluridimensiones, no tiene nada que ver con el uso comunicacional de la saga**.
La mezcla de materia y antimateria como fuente de energía de naves espaciales, utilizando antihidrógeno congelado que se maneja con campos magnéticos sin que roce siquiera la materia para evitar explosiones, le encanta a la NASA por lo razonablemente correcto que es. Eso sí, hoy la antimateria sólo se ha creado por lo pronto en cantidades ínfimas, claramente insuficientes para el combustible que requiere una nave como la Enterprise; y en cuanto a los cristales de dilitio que se usan en el proceso del mundo trek, hay que decir que no se trata más que de una fantasía.
Las computadoras, por otra parte, son tan avanzadas como cabría esperar, tanto en big data y sistemas de localización como en la generación de realidades virtuales y hologramas inimaginables actualmente, y en diseños arquitectónicos e industriales asistidos y en el control del tiempo atmosférico e incluso del clima. Por otro lado, los motores de despegue a reacción de fusión entran en el futuro razonable, y los de iones que se han mencionado algunas veces en la saga, más eficientes que los de alimentación química, ya se han utilizado para propulsar sondas en el Sistema Solar.
Aunque la robótica aún se encuentra en pañales, cuando le preguntaron al presidente de la Asociación Americana para la Inteligencia Artificial en una conferencia por el objetivo de su labor, este respondió que era llegar a construir a Data, el androide que es tercero al mando de la Enterprise con el capitán Jean-Luc Picard a partir de la serie Star Trek: The Next Generation (Gene Roddenberry, 1987-1994). No obstante, **los cerebros positrónicos ideados por el novelista Isaac Asimov y adoptados por los guionistas para el universo trek son muy improbables**, más que nada porque los positrones, que se usan en medicina para obtener imágenes de nuestros órganos, forman parte de algo tan inestable como la antimateria.
Al margen de los distintos tipos de sensores con que contamos en la actualidad, la Enterprise es capaz de tropezarse con objetos en el espacio sirviéndose de los imaginarios campos subespaciales, pero **la exploración del tricordio puede verse como la que realizaría un tataranieto de nuestras resonancias magnéticas. Nuestros dispositivos de camuflaje con metamateriales no logran la invisibilidad completa; y los phasers, las pistolas de energía teóricamente desarrolladas a partir del láser, no tienen base científica, si bien hoy contamos con armas paralizantes similares que causan una incomodidad extrema en la piel con microondas**.
El rayo que cura heridas y suelda huesos rotos es pura magia a ojos de la ciencia. El replicador, que fabrica materia sólida según patrones, está muy lejos de nuestras posibilidades, que se limitan a la elaboración de objetos nanométricos con un haz de átomos y con multitud de capas de fluido endurecido. Lograr algo como el teletransportador, que desmaterializa en un punto y rematerializa en otro, entraña una dificultad astronómica; y el caso es que, hasta el momento, sólo hemos podido teletransportar átomos y fotones.
El traductor universal es un aparato inconcebible. No tenemos idea de cómo conseguir la gravedad artificial ni los rayos tractores, aunque con imanes regulados por circuitos electrónicos podemos remolcar ciertos objetos de metal a través del espacio; y podemos usar algo parecido a los escudos deflectores de la Enterprise, desviando objetos cargados eléctricamente mediante campos electromagnéticos, con los que también protegeríamos a los tripulantes de la radiación cósmica.
Aceptamos que es muy posible que haya vida en otros mundos, pero no tenemos pruebas y la vida inteligente es otro cantar. Si esta última existiera, sería muy improbable que sus individuos fuesen tan humanoides como en Star Trek y, debido a las gigantescas distancias que habría que recorrer en el espacio-tiempo para encontrarnos con ellos, es sumamente dudoso que ocurra. Sobre todo porque el empuje por curvatura o warp de la saga con el que la Enterprise se desplaza por la galaxia, teorizado por físicos como el mexicano Miguel Alcubierre, como los viajes en el tiempo y a través de agujeros de gusano, resulta prácticamente imposible, y seguimos pensando que nada puede moverse con mayor rapidez que la luz.
El físico David Allen Batchelor, desde el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, ha sido el encargado de este análisis, y su conclusión ha sido que “la ciencia de **Star Trek es una entretenida combinación de verdadera ciencia, la ciencia imaginaria obtenida de un montón de historias anteriores, y esas cosas que los guionistas conforman para dar novedad a cada nuevo episodio**”. Y además considera que, pese a los errores, se trata de la única saga de ciencia ficción “elaborada con sumo respeto por la ciencia real” y unos guiones inteligentes. No hay duda de que a Roddenberry le satisfarían mucho estas palabras acerca de su criatura.