El cierre de Take Eat Easy dejó conmocionado a medio sector emprendedor, tanto de España como del resto de Europa. Abandonó a cientos de usuarios que habían estado disfrutando de sus servicios durante casi un año, al menos en España. Pero, sin duda, a los que peor sabor de boca les ha dejado ha sido a los proveedores; es decir, a los restaurantes que adelantaban los gastos de los pedidos y que ahora, con el repentino cierre, se han quedado con la deuda y mucha incertidumbre.

Take Eat Easy nació hace tres años en Bélgica y pronto conquistó Francia, geografía que ha sido su principal mercado desde el minuto uno. No fue hasta 2015 que la empresa delivery puso su atención en España, con Madrid en primer lugar, Barcelona al poco tiempo y Valencia en junio. Hasta el último momento, siguieron expandiendo los servicios. Pero, ¿entonces por qué anunciaron su cierre efectivo el 26 de junio? Según Simone Colombelli, general manager de la startup en España, lo hablado hasta el momento se aleja bastante de la realidad:

"Realmente el negocio iba bien. Hay muchas tonterías que están circulando por ahí y mucha gente que tiene mucha presencia en el sector startup [en referencia a las declaraciones de David Bonilla] pero que se ve clarísimamente que no tiene ni idea ni del sector ni de la empresa y que no ha hablado con nadie del equipo."

En concreto, las declaraciones iban por la línea de que Take Eat Easy ha dejado a sus empleados en la calle sin abonar los pagos pendientes.

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Un anuncio repentino pero con un largo proceso detrás

En el momento del anuncio de cierre, la cuestión de que Take Eat Easy no cubría los costes operativos fue la primera que salió a relucir. Sin embargo, en Medium, uno de sus fundadores confirmaba que al menos esto ya estaba en cifras positivas. Simone explica que "este es un matiz importante que también se está diciendo por ahí. La empresa ganaba dinero pero no lo suficiente como para pagar a todo el equipo e invertir en marketing [los costes fijos]". Es decir que, técnicamente, Take Eat Easy era casi rentable, o al menos lo era en sus operaciones.

Tras la primera ronda de financiación fallida, surgieron varias posibilidades de compra en España de los principales jugadores del mercadoEl problema es que este tipo de empresas, al igual que le podría pasar a Just Eat o la desaparecida Nevera Roja, necesitan muchos millones para crecer en uno de los mercados más competitivos para el emprendimiento.

A finales del año pasado, Take Eat Easy empezó a buscar una ronda de gran importe, de más de 30 millones de euros, entre un grupo de inversores internacionales. Tras unos primeros meses de 2016 muy flojos en lo que a inversiones se refiere, finalmente, en marzo el equipo directivo consiguió cerrar el acuerdo preliminar que definía cómo iba a ser la ronda; esperada para dos meses después una vez realizados los estudios pertinentes. Fueron los análisis due diligence los que echaron para atrás a los inversores. El problema, explica Simone, "es que no había plan B, y el acuerdo firmado en marzo tenía una cláusula de exclusividad que nos impidió avanzar durante esos dos meses".

El descenso de los costes en marketing durante esos dos meses hicieron bajar las ventas de la compañía, por lo que los resultados estaban cayendo y los ahorros desapareciendo progresivamente. La ronda de financiación era más necesaria que nunca.

Ante esta circunstancia, Take Eat Easy se encontró ante una nueva ronda de financiación, ante la cual no estaban en la posición de elegir las condiciones o vender divisiones. Hubo varias oportunidades de compra a nivel España, de las que el nombre es confidencial pero sí se sabe que la mayor parte del sector se mostró interesado (y no hay muchos). Y por otro lado, se volvió a cerrar otra ronda de financiación in extremis, por un importe mucho menor del deseado, pero que finalmente no cuajó:

"La empresa se estaba acercando de una manera preocupante a una situación en la que no había liquidez y el inversor se vio solo ante el problema. Finalmente este se echó para atrás."

Con esta circunstancia cualquier proceso de venta quedó bloqueado y el cierre se posicionó como la única solución.

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Los afectados, esperando al concurso de acreedores

Desde Hipertextual nos hemos puesto en contacto con uno de los restaurantes más afectados por el cierre de la startup, pero la situación legal del proceso complica cualquier exposición. Goiko Grill, un pequeño local que se ha convertido en uno de los más populares en lo que a hamburguesas se refiere, con el consiguiente despegue de la empresa en varias ciudades es uno de ellos. Andoni Goicoechea, fundador de la empresa, ha rehusado a hacer declaraciones. La fecha próxima a la celebración del concurso de acreedores y lo delicado de la cuestión son determinantes para la resolución del caso.

Desde Take Eat Easy no pueden asegurar que se efectúen todos los pagos que están pendientes

Aunque según Simone, "todas las facturas del mes de junio han sido pagadas y quedan pendientes los pagos de julio a nivel de restaurantes y repartidores", la esperanza de los gestores de Goiko, y de tantos otros restaurantes afectados, es poder recibir el máximo de fondos una vez se consume la liquidación de la entidad. Sin embargo, la suspensión de pagos no augura nada bueno para los afectados. Y ni siquiera ellos son capaces de confirmar que se puedan asumir los costes tras la liquidación:

"No sé decir si seremos capaces de cubrir todos los pagos pendientes, hay muchos factores que entran en juego. Por lo que no podemos confirmar, ni a los restaurantes ni a los repartidores, si devolveremos algo porque no depende de nosotros."

Los cuales, probablemente no vean prácticamente nada de lo perdido y tengan que asumir los costes de cientos de pedidos no abonados. Fuentes del mercado apuntan a que la deuda total de Take Eat Easy asciende a 80.000 euros, y el problema para muchos de los afectados es que también son pequeñas empresas; cifras como estas podrían suponer el cierre de aquellos que no tengan otros recursos.