Hollywood vuelve a agitar nuestra nostalgia por el cine de los años ochenta del siglo pasado con una nueva versión de Ghostbusters, comedia fantasmal de la que se ha encargado el director estadounidense Paul Feig con indudable coherencia.La pretensión de rodar una secuela que al menos cerrase lo que podría haber sido una trilogía iniciada por *Ghostbusters (Ivan Reitman, 1984) y continuada con Ghostbusters 2* (Reitman, 1989) se fue al traste, entre otras cosas, por el triste fallecimiento en febrero de 2014 de Harold Ramis, uno de los guionistas originales que, además, daba vida al doctor Egon Spengler. Así las cosas, y después de muchos dimes y diretes que ya habían durado años, lo que se propuso al final fue un remake libre de la primera película, protagonizado esta vez por mujeres y con la dirección de Feig. Y eso es lo que llega ahora a las salas de cine de todo el mundo.

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Hay dos razones fundamentales por la que **resulta de lo más lógico que Feig haya llevado a cabo esta nueva versión de Ghostbusters**: la primera, que casi toda su aún corta trayectoria en el largometraje cuadra perfectamente con el humor tontorrón que caracteriza a estos filmes; y la segunda, que ha demostrado un vivo interés por las historias centradas en mujeres y, por añadidura, en explotar la vena cómica de actrices que siempre la han tenido a flor de piel. Esto es de tal manera desde la insulsa Bridesmaids (2011), pasando por la desaprovechada The Heat (2013) y hasta la débil parodia de Spy (2015), tres películas con humor de brocha gorda y mujeres a la cabeza.

Pero parece que a Feig no le valen unas actrices cualesquiera, porque lo cierto es que ha repetido en varias ocasiones con dos de ellas y ha vuelto a implicarlas en su último filme: hablamos de Kristen Wiig, que ha trabajado con él antes en Unaccompanied Minors (2006) y en la mencionada Bridesmaids, y de la gran Melissa McCarthy, a la que ya había dirigido en esta última y en las también aludidas The Heat y Spy, y que interpretan a la remilgada Erin Gilbert y a la echada para adelante Abby Yates en Ghostbusters, respectivamente.ghostbusters
Se equivocan quienes ven esta nueva versión muy alejada de lo que fueron los filmes originales: conserva tanto sus elementos como su espíritu medio terrorífico y siempre guasónEl cuarteto protagonista, cumplidor a todas luces, lo completan Leslie Jones como la dura Patty Tolan y la que es el auténtico descubrimiento del filme, Kate McKinnon como la excéntrica Jillian Holtzmann, a la que podríamos considerar el único personaje del que a uno le gustaría acordarse. Ambas actrices, igual que Wiig y McCarthy, provienen o habían participado en el veterano programa humorístico Saturday Night Live. Jones y Wiig actúan con solvencia, tanto como McCarthy, pero la altura de esta última no se la aprovecha tanto como, por ejemplo, ya lo hizo Feig con la gustosa mala uva de su inolvidable detective Shannon Mullins en The Heat.

Dejemos a un lado absurdas y odiosas polémicas como que quienes cazan fantasmas sean del sexo femenino en esta ocasión, y tan estériles como si era necesario regresar al mundo de Ghostbusters o este producto no es más que otra operación sacacuartos a costa de nuestra nostalgia. Lo que de veras habría que plantearse es si tiene sentido que se hayan lanzado a por un remake y no a rodar una secuela, pese a la ausencia de Ramis. Y lo cierto es que, si los actores restantes estaban dispuestos a aparecer en ella *con tan agradecidos cameos, lo más sensato hubiera sido realizar una secuela-reboot al estilo de Star Trek, con este digno grupo de mujeres retomando la labor de los anteriores Cazafantasmas*; sobre todo teniendo en cuenta que la aparición de Dan Aykroyd es más reconocible de lo que aparenta, al contrario que las de los demás.

Por otro lado, se equivocan quienes ven en esta nueva versión algo muy alejado de lo que fueron los filmes originales: conserva tanto sus elementos, easter eggs incluidos, como su espíritu medio terrorífico y siempre guasón, y los de los ochenta, como este, no eran cine de altura en absoluto, sino que se limitaban a ofrecer un grato entretenimiento sin mayores pretensiones; pero parece que la nostalgia nos ciega. Eso sí, tampoco hemos de pasar por alto que la reputación y el recuerdo de las películas ochenteras han logrado que Feig se esfuerce lo suficiente para brindarnos su primer largometraje cómico aceptable, permitiéndose incluso alguna secuencia de combate fulgurante en la que McKinnon se luce cinéticamente a base de bien.

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La peripecia espectral de Gilbert, Yates, Holtzmann y Tolan no aburre en ningún momento y se ve con cierta satisfacción, pero no carece de lastres: las majaderías del Kevin de Chris Hemsworth es uno de ellos, pues no tienen gracia ninguna; es como si Feig y su coguionista Katie Dippold se hubiesen complacido en contar un chiste malo detrás de otro conforme les venía a la cabeza, sin pensárselos mucho, y Hemsworth se nos antoja aquí la antítesis cómica del cuarteto protagonista por su actuación desangelada; quizá este tipo sólo pueda con la media sonrisa socarrona de Thor. Y en lo que respecta al siniestro Rowan North de Neil Casey, no se trata de un villano ni un poquito memorable.

Conclusión

Pese a ser casi inevitablemente inferior a sus predecesoras ochenteras, la nueva Ghostbusters de Paul Feig se salva del desastre por su fidelidad al espíritu de las mismas, nunca mejor dicho, y porque el relevo femenino cumple con lo que esperábamos de él.

Pros

  • La fidelidad al espíritu original y al grato entretenimiento sin mayores pretensiones.
  • Kate McKinnon como la excéntrica Jillian Holtzmann.
  • Alguna secuencia de combate fulgurante.
  • Los agradecidos cameos.

Contras

  • Que lo más sensato hubiera sido realizar una secuela
  • reboot en vez de un remake.
  • Las majaderías sin gracia ninguna de Kevin.
  • La antítesis cómica del cuarteto protagonista que es Chris Hemsworth por su actuación desangelada.
  • Lo poco memorable que es un villano como el Rowan North de Neil Casey.