Un equipo internacional de científicos ha encontrado un mecanismo potencialmente viable para eliminar las emisiones contaminantes de dióxido de carbono de la atmósfera. Sus resultados, publicados en la revista *Science*, demuestran que es factible transformar el CO2 en rocas. Es la primera vez que este gas de efecto invernadero es almacenado de forma permanente y rápida en rocas de basalto, que actúan como "contenedores" para secuestrar el dióxido de carbono.
Según muestra el estudio, los investigadores de la Universidad de Southampton (Reino Unido) y de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) fueron capaces de mezclar el CO2 procedente de una planta geotermal de Islandia con agua. Esta solución fue inyectada posteriormente en rocas basálticas, que reaccionan formando minerales "benignos". Hasta la fecha se pensaba que esta tecnología en basalto y posterior mineralización de carbono conllevarían períodos muy largos. Sin embargo, sus resultados son sorprendentes: inyectando 5.000 toneladas al año desde 2014, los científicos lograron transformar más del 95% del CO2 en tan sólo dos años. Parece magia, pero es ciencia.
Un almacenamiento de CO2 estable y seguro
"El trabajo es muy, muy interesante", destaca el Dr. J. Carlos Abanades, director del grupo de investigación de captura de CO2 en el Instituto Nacional del Carbón (INCAR-CSIC). El científico explica a Hipertextual que los autores reivindican "un modo más seguro y fiable que otros conocidos para almacenar grandes cantidades de CO2 y evitar su emisión a la atmósfera". Su idea "puede suponer un apoyo decisivo al despliegue de forma segura de tecnologías de captura y almacenamiento geológico permanente de CO2 para la lucha contra el cambio climático".
Una forma segura de almacenar CO2: el agua carbonatada reacciona con el basalto formando minerales "benignos"
Combatir el **cambio climático* pasa, inevitablemente, por reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Según un estudio publicado en Nature Geoscience*, la tasa actual de emisión antropogénica de CO2 no tiene precedentes en los últimos 66 millones de años. Con el fin de no superar el límite de 2ºC pactado en el **acuerdo de París**, los países deben reducir de forma sostenida y sustancial las emisiones de gases de efecto invernadero, entre los que también se encuentra el dióxido de carbono.
"El almacenamiento de CO2 en otro tipo de rocas ya se había realizado en otros sitios, incluso en plataformas industriales y a escala piloto en España, en particular, experimentando con carbonatos en Burgos", asegura a Hipertextual el Dr. Roberto Martínez Orio, del Departamento de Investigación en Recursos Geológicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Estas aproximaciones, sin embargo, eran diferentes, ya que "nunca se había probado la idea de que el dióxido de carbono reaccionara y precipitase, sino que se mantenía el CO2 libre", comenta.
En las proporciones en las que se realiza el experimento, la tecnología es "segura", de acuerdo con los expertos consultados por este medio. A juicio de Martínez Orio, "la ventaja del basalto es que hay mucha abundancia de ciertos cationes que pueden reaccionar muy bien con CO2 disuelto en agua, y así dar lugar a la precipitación de carbonatos". Esta roca presenta mayor capacidad de almacenamiento y superficie de contacto, además de necesitar un menor volumen total para guardar el dióxido de carbono. En opinión del especialista, otras rocas de tipo sedimentario o volcánicas con mucha porosidad también podrían ser empleadas, "aunque cuentan con características muy diferentes al basalto".
Tras inyectar 5.000 toneladas de CO2 al año desde 2014, transformaron el 95% del dióxido de carbono en 24 meses
"Podemos bombear hacia abajo [aproximadamente a mil metros de profundidad] grandes cantidades de CO2 y almacenarlo de una forma muy segura durante un período muy corto de tiempo", afirma Martin Stute, del Observatorio terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia. Su técnica ha sido aplicada en una planta geotermal dado que, a diferencia de las centrales térmicas que queman carbón o gas natural, el contenido de las emisiones gaseosas es mayor en CO2. En el segundo caso, por el contrario, hay menos proporción de dióxido de carbono por la existencia de otro tipo de contaminantes como los óxidos de nitrógeno y otras sustancias. "Por eso en dichas centrales este método sería, a priori, menos eficaz y más caro", explica Martínez Orio.
Para comprobar la aplicación industrial del método presentado en Science, sería necesario experimentar con mayores volúmenes de CO2 y probarlo en localizaciones más profundas. En ese caso también se debería comprobar si la tecnología es tan eficiente, rápida y segura como parece. De lograrlo, esta técnica de captura y almacenamiento de CO2 demostraría su utilidad y el basalto se transformaría en un "contenedor" óptimo de uno de los gases más contaminantes del planeta, que está detrás del calentamiento global y del peligroso cambio climático.