No todos los días se encuentran restos correspondientes a una nueva especie de homínido. Pero en el año 2004, el hallazgo de un posible "hobbit" humano fue un auténtico bombazo mediático. Bautizado como ***Homo floresiensis*, los huesos descubiertos en la cueva Liang Bua de la isla de Flores marcaron un punto de inflexión en paleontología. Aquella especie era diferente a las demás y, por primera vez, planteaba que el mítico personaje de J.R.R. Tolkien podría haber existido. Al menos, en un territorio de Indonesia.
La polémica en torno a los restos encontrados en la isla de Flores fue enorme. No en vano la especie, que habría contado con una estatura de apenas un metro de altura, presentado la capacidad craneal de un australopiteco y tenido la suficiente inteligencia como para fabricar herramientas, desconcertaba a los investigadores. El descubrimiento del hobbit** humano era una pieza difícil de encajar en el gran puzzle de la evolución humana.
Un homínido de un metro de altura
"El asunto es delicado porque se inscribe en una disputa científica", explica a Hipertextual el Dr. Daniel Turbón, catedrático de Antropología Física de la Universitat de Barcelona. En la actualidad existen cuatro hipótesis sobre los restos LB1 encontrados en la isla de Flores. Además de la idea de que se trate de una especie nueva, denominada inicialmente Sundanthropus floresianus aunque luego adquiriría el nombre de Homo floresiensis, en la última década surgieron tres teorías alternativas. Por un lado, podría ser un enano afectado de cretinismo; por otro, que fuera un individuo con síndrome de Down, según se publicó en la revista *PNAS*; y por último, que los restos correspondieran a un pigmeo Australo-Melanesio.
El trabajo refuerza la idea de que se trate de una especie nueva, señala el antropólogo Daniel Turbón
Un nuevo trabajo, difundido en la revista *Nature*, aporta más luz sobre el misterioso caso del hobbit de la isla de Flores. El estudio, según señala Turbón, "aporta una nueva datación de los restos LB1, remontándolos a unos 40.000 años". El resultado es importante, ya que confiere más credibilidad a la versión de que pertenezcan a una nueva especie, la de Homo floresiensis, comenta el experto a este medio.
"Es la fecha en la que aparecen en la Isla de Timor industrias de piedra similares a las de la Isla de Flores. Así, Homo floresiensis sería el autor de las mencionadas herramientas de piedra, hasta ahora anteriores a la datación del LB1", sostiene Turbón. Las conclusiones del trabajo, por tanto, refuerzan la idea de que el hobbit humano fuera el autor de las herramientas de piedra, que tienen núcleos de Homo sapiens. Esta idea fue apoyada inicialmente por el estudio del craneal, del molde endocraneal, del anormalmente corto fémur y del pie plano de LB1, los restos que parecían sugerir que, en efecto, nos encontrábamos ante una nueva especie de homínido.
"Pero, también es cierto que, desde el primer momento, otros autores, igualmente prestigiosos, cuestionaron esta atribución", dice el catedrático de la Universitat de Barcelona. El científico R.D. Martin, autor de una escala de coeficientes de encefalización utilizados en primatología, por ejemplo, diagnosticó los restos LB1 como un "enano microcefálico" en sendos artículos publicados en *The Anatomical Record y en Science*.
Las tres hipótesis sobre los restos de la isla de Flores, sin embargo, no son descartables. La polémica continúa
Según Turbón, la investigación presentada "es un episodio más de la construcción del conocimiento con datos insuficientes y choque entre científicos prestigiosos". En su opinión, la cuestión se resolverá con el tiempo, cuando aparezca más información. Pero lo cierto es que la nueva datación, que da marcha atrás en el tiempo a la desaparición del hobbit de la isla de Flores, no termina con la disputa. "No es descartable que, más que una especie humana extinguida, Homo floresiensis sea un versión pigmea, de Australo-Melanesios actuales; afectados de cretinismo, Síndrome de Down, o no", añade.
La polémica en torno al hobbit humano de Indonesia, por tanto, continúa. Los humanos enanos de la isla de Flores, asociados a un sorprendente proceso de **insularización**, siguen siendo una caja de sorpresas. Pero el hallazgo de estos restos, que destacan por su pigmeización, también encierran otra importante lección. "El ser humano no está sujeto a una evolución solamente, la biológica, sino a otra adicional: la cultural. Esta le permite transmitir conocimientos para la supervivencia de generación en generación y evitar, así, la presión de la selección natural y, en consecuencia, de la insularidad", concluye Turbón.