Homo floresiensis

Recreación artística del Homo floresiensis. Fuente: Bogdan petry.

Imagina una isla perdida en Indonesia, un lugar frondoso, húmedo y lleno de animales extraños como elefantes enanos o exóticos lagartos enormes. En esta isla, dentro de las cuevas vive un auténtico enano, un Hobbit de la vida real. O más bien vivió pues esto ocurrió hace 18.000 años y este Hobbit no era otro que el Homo floresiensis.

El Homo floresiensis fue descubierto en 2004, en la isla de Flores, en Nusa Tenggara, y después de 10 años, esta supuesta especie enana sigue resultando tan misteriosa como en el momento en el que se descubrió. Para que os hagáis una idea, hablamos de una especie que convivió en tiempo con el humano moderno pero que no medía más de un metro. Los investigadores hoy día todavía discuten si este pequeño habitante es algo completamente distinto a nosotros o si en realidad estaban mucho más cerca de nuestra línea evolutiva y sufrían una enfermedad genética que explica su tamaño.

  1. Así es un Hobbit en la vida real
  2. Los misteriosos orígenes del Homo floresiensis
  3. La leyenda de los Ebu Gogo
  4. "Terrorismo científico"

Así es un Hobbit en la vida real

Vamos a trazar un cuadro del Homo floresiensis. Este homínido era mucho más pequeño de lo que podáis imaginar de primeras. Tengamos en cuenta que los individuos más pequeños de Homo sapiens no suelen medir menos de 1,40m, y ya estamos alcanzando unos límites de estatura bastante llamativos. Pues el Homo floresiensis medía una media de 50cm menos, su cabeza nos llegaría un poco por encima de la cintura lo que le ha valido para ser apodado como el "Hobbit" dentro de la comunidad científica. Su cabeza también era extraordinariamente pequeña. Su capacidad craneal se acerca mucho al de los chimpancés por lo que sus cerebros eran también pequeños. Precisamente este detalle es uno de los que más desconciertan a los investigadores, como veremos más adelante.

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Pero no por ello eran más primitivos. Varios hallazgos demuestran que el Homo floresiensis usó el fuego para cocinar y también herramientas de piedra, un detalle típicamente asociado a al Homo sapiens y otras especies más evolucionadas técnicamente. Es más, debido a estas herramientas y a otros factores se cree que el Homo floresiensis poseía dotes comunicativas necesarias para coordinarse, por lo que probablemente tuviese un lenguaje propio, algo que maravilla a los científicos. Otros detalles muy importantes y recientemente encontrados indican que el Homo floresiensis tenía una muñeca más parecida a los chimpancés que no les permitía una habilidad tan diestra con los pulgares. Además sus rasgos serían más simiescos ya que, como se ha evidenciado en estudios posteriores, poseen varias características más propias de especies más primitivas y que no evolucionaron.

Los misteriosos orígenes del Homo floresiensis

Una de las cuestiones cruciales en todo el asunto es, ¿de dónde viene el Homo floresiensis? Conociendo esto podemos situarlo en una rama u otra de la evolución. Ahora mismo no queda claro si el Homo floresiensis era en realidad un tipo de Homo sapiens con una deficiencia o si en realidad es otra especie, aunque todo apunta a esto último. Desde un principio se pensó que este homínido probablemente fuese un descendiente del Homo erectus, muy anterior a la época donde se encontraron los El Homo floresiensis podría tener un ancestro aún más antiguo de lo esperadorestos de florensis, y que habrían colonizado las islas unos 500.000 años atrás. Sin embargo algunos descubrimientos recientes muestran que parte del cuerpo del Homo floresiensis no concuerdan con lo que se esperaría de ellos.

¿Qué clase de pitecantrópodo tuvo los redaños para cruzar un estrecho y habitar la isla de Flores? Sus rasgos nos hacen pensar que este Homo podría ser mucho más antiguo y primitivo. Una rama que evolucionó de manera completamente independiente a como lo hizo la nuestra y que se parecía mucho más al viejo australopitecus. Pero tal vez, lo más inquietante del asunto es saber que esta especie sobrevivió hasta tiempos modernos, convivió con nosotros. Es más, existen leyendas que dicen que pudo sobrevivir mucho más, aunque de eso no hay evidencia científica alguna.

La leyenda de los Ebu Gogo

Lo que dicen los restos es que el Homo floresiensis sobrevivió en Flores hasta hace unos 12.000 años. Sin embargo, y dejando claro que esto solo es un ejercicio de imaginación y que no hay ninguna prueba de ello, existen varias leyendas a las que los más románticos suelen hacer referencia. Por ejemplo los Ebu Gogo, unos cavernícolas pequeños, de pelo largo con rostro simiesco y de lenguaje pobre que curiosamente tendrían la misma estatura del Homo floresiensis. Su existencia se creía firmemente hace 500 años, con la llegada de los holandeses a la isla y actualmente hay quien está convencido de que las historias y el Homo floresiensis no son una simple coincidencia.

 Homo floresiensis
Cueva de Liang Bua, lugar del hallazgo del Homo floresiensis

Por otro lado Orang Pendek es el nombre que se le da a una supuesta criatura simiesca, muy parecida a los Ebu Gogo, por no decir lo mismo, que viviría en las zonas más inaccesibles de las selvas de Sumatra. El Orang Pendek tendría unos rasgos más animales que los anteriores siguiendo siempre la versión de los nativos quienes creen profundamente en su existencia. Más allá de la criptozoología, una rama que ralla en la mayoría de las ocasiones la pseudociencia, la existencia de los Ebu Gogo o el Orang Pendek no deja de ser un cuento, una historia bonita y divertida sin ningún tipo de evidencia. Aunque sería maravilloso encontrar que de alguna forma el Homo floresiensis todavía sigue viviendo en nuestro mundo moderno, ¿verdad?

"Terrorismo científico"

La investigación del Homo floresiensis se ha visto enfrentada a auténticos problemas desde su comienzo. Muchos de ellos se relacionan con cuestiones meramente técnicas, falta de información o de restos para poder llegar una conclusión. Sin embargo, otros son problemas que se refieren a los propios investigadores, falta de consenso y opiniones enfrentadas que en ocasiones retrasan el trabajo. Especialmente cuando estas diferencias terminan por convertirse en polémica. Así ocurrió en el momento de su descubrimiento. En el momento de su descubrimiento, el profesor Teuku Jacob, de la Universidad Gadjah Mada, no dudó en afirmar que los restos eran en realidad de un Homo sapiens con algún tipo de enfermedad.

Jacob tomó "prestados" los restos y los devolvió en un estado muy deterioradoA medida que han ido surgiendo distintas evidencias en contra del argumento de Jacob, este se ha ido cerrando cada vez más en su posición. La imposibilidad de encontrar nuevos cráneos de Homo floresiensis ha impedido que los científicos puedan descartar una u otra hipótesis. Por su parte, Jacob acusó al equipo australiano que ayudó a desvelar los restos de realizar prácticas de "Terrorismo científico". Estos habrían nombrado sus hallazgos y habría publicado sus conclusiones sin tener en cuenta a los indonesios con quienes encontraron al Homo floresiensis en conjunto.

No hace falta decir que esta mala práctica está muy mal vista dentro del mundo científico por lo que este asunto no ha hecho más que empeorar la investigación. A raíz de la polémica, el profesor Teuku Jacob decidió por su cuenta tomar "prestados" los restos para poder defender su propia hipótesis. En 2005 devolvió los huesos tras la enérgica protesta de la comunidad científica pero para desgracia de todos, estos mostraban diversos deterioros, algunos muy graves e incluso la pérdida de varias piezas lo que ha entorpecido enormemente llegar a una conclusión definitiva. Como podemos ver el terrorismo científico es una práctica más común de lo que nos gustaría admitir y solo va en perjuicio de todos. Por ahora las investigaciones siguen adelante tratando de desvelar los misterios del "Hobbit" de la isla de Flores. Quién sabe cuando lo conoceremos todo de este pequeño habitante indonesio.