Internet es ese sitio donde puedes encontrar literalmente todo. Y como no podía ser menos, la cantidad de información sobre nutrición es, sencillamente, increíble. En la red podemos encontrar dietas, consejos, recetas y mil millones de cosas más. Pero claro. Parece que nadie recuerda un pequeño problema: la nutrición y la salud no son un tema fácil ni general. De hecho, generalizar puede acabar en algo muy negativo: un problema de salud. Por eso casi todos los artículos serios sobre nutrición y dietética son (y serán) muy críticos. Y es que hoy día todo el mundo "sabe" muchísimo sobre la mejor manera de mantenerse saludable. La pseudociencia y el "amimefuncionismo" recorren las autovías de la información nutricional. La única manera de no sufrir las consecuencias es, sin duda, informarnos y entender por qué es una disciplina tan compleja.
Fisiología y Biología
Hay una cuestión muy, muy, muy básica. Por mucho que nos empeñemos no existe una sola dieta que funcione, concretamente, para dos personas de la misma manera. Los culpables de esto son nuestra biología (y nuestra fisiología, en última instancia). Las cuales definen cómo nos afectan todos y cada uno de los factores que nos rodean. Por suerte, al ser todos de la misma especie, existen unos rangos básicos en los que podemos confiar. Eso se traduce en que, según las evidencias, una dieta basada en unas proporciones adecuadas de ciertos alimentos, combinados en unas series concretas y de una forma adecuada son más saludables que otras. En teoría. Porque también está la otra cara de la moneda. Lo que se supone que es saludable para una persona puede resultar perjudicial (o incluso mortal) para otra. Seguir una dieta puede funcionar para ciertos tipos metabólicos mientras que no hacen nada para otros.
Esto se debe, como explicábamos a que existen elementos y maneras completamente diferentes de reaccionar ante ciertas sustancias. Los últimos estudios enfocan dos aspectos principales: el puramente fisiológico, es decir, cómo reacciona nuestro cuerpo ante las sustancias, como las metaboliza y qué produce en respuesta; y el holobiológico, por llamarlo de alguna manera. Este último se refiere a los microorganismos que forman simbiosis con nuestros órganos internos, conformando un "holobionte" del que ya os hablamos. Ambos apartados son intrínsecos y no se puede separar. Esto quiere decir que no podemos considerarlos por partes (cosa bastante común, por cierto). Los resultados de un aspecto influyen fuertemente en el otro. Y ambos cambian, por completo, los resultados de la alimentación. Las relaciones entre ambas son aún más complejas de lo que pensamos, por lo que la suma de las partes es mucho mayor que las partes por separado.
La solución única: nutrición personalizada
Solo existe una respuesta adecuada ante el problema que plantea el apartado anterior: una dieta personalizada. Estas se basan en gran medida en los resultados experimentales que nos dan las dietas a cada uno de nosotros en particular. No hay forma de conciliar una nutrición que no considere las condiciones características de cada uno por separado y consiga grandes metas. Por eso los deportistas emplean el servicio de nutricionistas que les hacen un seguimiento. O por eso los médicos especialistas diseñan dietas contra problemas patológicos serios. Estos son dos ejemplos muy concretos, es cierto, sobre nutrición. Pero ¿y si queremos buenos resultados sin tener que seguir una dieta hiperrestrictiva y estricta? Por supuesto, siempre se puede hacer una dieta personalizada.
Nuestra fisiología y la biología de nuestros simbiontes cambian con los ritmos de vida
Para que veamos algunos ejemplos, un reciente estudio analiza los niveles de glucemia, es decir, de azúcar en sangre, según ciertas dietas. Las conclusiones son claras: de los 800 pacientes nadie reacciona igual o con los mismos resultados ante una dieta. Pero sí que se puede medir como lo hace cada cual para prever el resultado con bastante acierto. Igual pasa con los análisis de heces, que miden los microorganismos que conviven en nuestras entrañas. Estos deciden cómo metabolizamos ciertos alimentos. Por supuesto, desde hace décadas comprendemos algunas de nuestras glándulas y su producción hormanl dentro de nuestro bienestar. La alimentación condiciona por completo su resultado, así que podemos relacionar los resultados de un análisis con los efectos de una dieta.
A todo esto hay que añadirle, por supuesto, condicionantes característicos y no siempre muy bien entendidos. Desde alérgenos e intolerancias hasta los productos secundarios excesivos de ciertos alimentos (y que no todos procesamos igual). Todos estos aspectos han de unirse en unos resultados visibles que permitan ajustar una dieta particular y única para cada uno. Es más, probablemente dicha dieta habrá de ajustarse según nuestro ritmo de vida. Porque nuestra fisiología y la biología de nuestros simbiontes también cambian con ella. En conclusión, no es conveniente dejarse llevar por dietas únicas y milagro. Es más, si necesitamos llevar una dieta, lo mejor es buscar a un buen nutricionista que nos la ajuste. Porque todo lo demás puede tener dos resultados: o que no funcione, o que funcione a costa de nuestra salud. Y es que así de complicada es la nutrición.