Hay enfermedades que traen consigo un estigma a quien las padece o, mejor dicho, esa buena parte la sociedad poco sensibilizada estigmatiza aún a las personas que las sufren. Hablo, por supuesto, de las enfermedades de transmisión sexual, las venéreas, que deben su nombre a Venus, diosa romana del amor. De hecho, con una de estas enfermedades, la sífilis, había un dicho en la antigüedad: “Una noche con Venus y una vida con Mercurio”, debido a que a los que la contraían se les trataba con mercurio, lo cual resultaba más tóxico que otra cosa. Y por las propias características de la sífilis, es decir, a causa de los síntomas y males que acarrea, esa vida con el tratamiento del dios de aladas sandalias hacen de esta enfermedad de lo más curiosa e influyente, y no me refiero sólo a los estragos que ocasionaba con sus epidemias, sino a la forma en que pudo afectar al comportamiento de individuos poderosos o con influjo suficiente para cambiar otras vidas e incluso el curso de la historia.
Sífilis y xenofobia
El nombre de esta ETS producida por la bacteria espiroqueta treponema pallidum se lo debemos al renacentista Girolamo Fracastoro, poeta y cirujano veronés que escribió un poema en el que un pastor llamado Sífilus era castigado con la enfermedad por el dios Apolo, a quien había desafiado, y que más tarde le sirvió para nombrarla en su libro de medicina sobre enfermedades infecciosas De contagionibus (1546). El caso es que el poema de La xenofobia histórica ha llevado a llamar a la sífilis como una enfermedad traída por extranjeros
Fracastoro se titulaba Syphilis sive morbus gallicus (1530), o sea, Sífilus o el morbo francés. ¿La razón? La absurda costumbre de echarle la culpa al vecino de los males que nos aquejan sin motivo alguno más que el odio al distinto, al que no forma parte de nuestro clan, que es precisamente la base de la xenofobia.
A la sífilis, además de habérsela conocido con denominaciones neutras como como búa, buba, mal de bubas, lúes venérea o avariosis, en distintos lugares y momentos de la historia, sobre todo entre los siglos XV y XVII, se la ha llamado “mal napolitano” por parte de los franceses, “enfermedad polaca” por los rusos, “británica” por los haitianos y “cristiana” por los turcos; los neerlandeses, los portugueses y los italianos se la han atribuido a los españoles como “enfermedad española”, “mal español” y “sarna española”, y los españoles, a su vez, se han referido a ella como “mal francés” o “morbo gálico”. Todos muy puros y todos soportando epidemias de sífilis.
El controvertido origen de la sífilis
De todos modos, estar al corriente de la procedencia geográfica de una enfermedad es importante para conocer tanto al propio microorganismo que la causa como la manera en que se propagó y, así, ser capaces de aplicar ese conocimiento para luchar contra otras enfermedades infecciosas actuales. En el caso de la sífilis, por lo general, hay acuerdo en que procede del continente americano.
Durante años, diversos investigadores aportaron estudios acerca de esqueletos europeos precolombinos con signos supuestamente evidentes de sífilis, como los tres de la necrópolis de una abadía agustiniana en el puerto de Hull, La primera epidemia registrada de sífilis en Europa se originó pocos años después del descubrimiento de América
en Yorkshire, fallecidos entre el año 1300 y el 1450 según el carbono-14; o en las ruinas de Pompeya, enterrada por la lava del Vesubio en el año 79; o los de otro cementerio de la antigua Melaponto, colonia griega al sur de Italia entre el 600 y el 250 antes de Cristo; o incluso del 2000 a. C en Rusia.
Pero, mientras tanto, un análisis de 54 de esos informes sobre restos óseos con supuesta sífilis en la Europa precolombina, realizado por el equipo del ya fallecido antropólogo George Armelagos, de la estadounidense Universidad Emory, concluyó que no son fiables. “Es la primera vez que se evalúan esos 54 casos de forma sistemática”, dijo Armelagos en 2012. Las lesiones de esos esqueletos pueden ser lepromatosas y confundirse con las de la sífilis, y lo que sí hay son estudios sobre esqueletos de habitantes americanos precolombinos con lesiones realmente propias de la enfermedad, y dado que la primera epidemia registrada en Europa se originó pocos años después del descubrimiento de América y el debate y las referencias a la sífilis comenzaron entonces, se han sumado dos y dos. “Se siguen acumulando pruebas de que el progenitor de la sífilis vino desde América con la tripulación de Colón”, apuntó también Armelagos, “y que rápidamente se convirtió en la enfermedad venérea que aún nos acompaña hoy en día”.
Todo apunta a que una variante de treponema tropical americana mutó para resistir al clima europeo, más frío e higiénico, transformándose en la tenaz venérea que conocemos.
Personajes históricos que contrajeron la sífilis
No son pocos, porque una de las características de las enfermedades de transmisión sexual es que, al menos hasta la generalización de los métodos anticonceptivos en Occidente, igualaban a las personas al margen de su estatus socioeconómico y cultural, y pobres y ricos, fulanos e individuos afamados se contagiaban igualmente y las padecían; no es preciso explicar por qué.Se especula con que Bolívar, Lincoln y Hitler también padecieron sífilis
El caso más conocido es el de Friedrich Nietzsche, pero literatos como Stendhal, Maupassant, Joyce, Byron, Rimbaud, Sade, Baudelaire, Wilde, Tolstoi, Verlaine, Heine o Dinesen; músicos como Schubert, Liszt, Donizetti o Scott Joplin; pintores como Goya, Gauguin o Van Gogh; y otros, como Samuel Colt, Casanova, Martín Alonso Pinzón, Pedro I y Catalina de Rusia, Al Capone o Mussolini; todos ellos contrajeron la sífilis. Y se especula con muchos otros, como Shaespeare y Beethoven, el propio Colón, Enrique VIII de Inglaterra, Iván el Terrible, Napoleón o incluso Bolívar, Lincoln y Hitler. Dicho lo cual, como comprenderéis, puesto que la sífilis ataca al sistema nervioso y provoca lesiones cerebrales y demencia en la última etapa, no es disparatado preguntarse qué decisiones de estos personajes históricos habrán estado influidas por su enfermedad. Y eso es lo que trató de dilucidar la doctora Deborah Hayden en su libro Pox: Genius, Madness, and the Mystery of Syphilis (2003), pero no llegó a convencer mucho por su inevitable grado especulativo.
La sífilis en la actualidad
Con una incubación de tres semanas de media, esta enfermedad se manifiesta con la aparición de una pápula que se ulcera y se convierte en un chancro, una llaga ovalada y rojiza, en el lugar del contagio, que desaparece al mes y medio porque, en unos meses, la segunda etapa de la sífilis va a comenzar. Esta consiste en la aparición de multitud de ronchas rosáceas por diversas partes del cuerpo, los clavos sifilíticos, a los que acompaña las cefaleas, la fiebre, el dolor de garganta y de articulaciones, la alopecia y la pérdida de apetito y de peso. Y la tercera fase puede llegar al año de haber desaparecido los síntomas de la segunda, pero también a los veinte, y puede acabar en la muerte, tras sufrir cardiopatías, aneurismas, trastornos oculares como la misma ceguera, tumores, lesiones espinales y, como he mencionado más arriba, lesiones cerebrales y demencia.América Latina y el Caribe es la zona con mayor tasa de infección de sífilis en el mundo
Fue en 1905 cuando Fritz Schaudinn y Erich Hoffmann demostraron su patogénesis, es decir, el origen de la enfermedad, y en 1913, el momento en que Hideyo Noguchi probó que la presencia de la treponema pallidum ocasionaba la sífilis. Pero **desde 1901 ya contábamos con un fármaco sintético, el salvarsán, sintetizado por el bacteriólogo Paul Ehrlich, que se dejó de lado desde 1944 en favor del tratamiento antibiótico de la penicilina** de Fleming. Así, la incidencia de la enfermedad disminuyó mucho a partir de los años cuarenta del siglo pasado, y más en la década de los noventa de forma indirecta, por las campañas de prevención contra el sida.
Pero los casos han vuelto a aumentar y, a día de hoy, según la Organización Mundial de la Salud, se dan 12 millones de infecciones nuevas de sífilis cada año, 3 de ellos en América Latina y el Caribe, por lo que es la zona con mayor tasa de infección del mundo. En España, por su parte, se contagian anualmente 8 de cada 100.000 habitantes, según el Instituto de Salud Carlos III, lo que supone que se han doblado los casos en sólo seis años. Todo lo cual indica que deberíamos retomar el impulso de las campañas de prevención de las ETS pues, aunque sería extraño que hoy alguien acabase tan chalado como Al Capone cuando fue recluido en la cárcel de Alcatraz, y disculpadme el tópico, siempre es mejor prevenir que curar.