¿Te ha pasado alguna vez estar **tan abrumado por la cantidad de decisiones que tienes que tomar y por la cantidad de información que tienes que procesar, que sencillamente sientes que no puedes moverte en ninguna dirección? Ese estado, que acaba con tu productividad y consume todos los recursos de tu cerebro, se denomina parálisis por análisis.

La parálisis por análisis es un antipatrón derivado del estado sobre-analizar una determinada situación hasta el punto en que no se toma ninguna decisión, paralizando así cualquier resultado. Hablamos de antipatrones como respuestas a problemas recurrentes que resultan inefectivas y antiproductivas. La parálisis por análisis sucede cuando nos aproximamos a una situación determinada en tal nivel de detalle que la situación se vuelve mucho más complicada**, conteniendo una cantidad innumerable de posibles decisiones.

Costo de oportunidad

En economía se denomina "costo de oportunidad" al valor de la alternativa a la cual renunciamos cuando tomamos una decisión, en los casos en los que tomamos decisiones entre alternativas mutuamente excluyentes en contextos de recursos limitados. Es decir, si estamos en una encrucijada y decidimos tomar uno de los dos caminos posibles, el costo de oportunidad es el beneficio potencial no percibido de haber elegido el otro camino.

En contextos reales, la mayoría de las decisiones que tomamos presentan un costo de oportunidad, y aunque no lo pensemos en estos términos, es esa infinidad de pequeñas renuncias lo que nos hace tan difícil tomar ciertas elecciones. Por otra parte, nunca antes hemos tenido acceso a tanta información para tomar estas decisiones, pero esto no lo facilita, sino que nos encierra en un bucle infinito de búsqueda de información adicional, ya que creemos que las decisiones lo más informadas posibles serán mejores decisiones y reducirán el riesgo del costo de las oportunidades perdidas.

parálisis por análisis
"This is some rescue. You came in here, didn't you have a plan for getting out?" por Camille Rose, bajo licencia CC BY NC ND 2.0.

Sin embargo, no sólo hay evidencia de que la toma intuitiva de decisiones puede resultar extremadamente útil en ciertos contextos, aprovechando la capacidad de nuestros cerebros de reconocer **patrones de forma no consciente y de manejar cantidades mucho más vastas de información de las que podemos procesar conscientemente, sino que también hay estudios que indican que tener más opciones lleva a una mayor ansiedad, insatisfacción y parálisis.

Nuestra memoria de trabajo, según parece, es lo que nos permite enfocarnos en las cosas que tenemos que hacer en un momento determinado y evitar distracciones irrelevantes, pero su capacidad es limitada. Si la llenamos de información, generando ansiedad y presión, al momento de en el que necesita tomar decisiones, esos pensamientos ocupan parte de la memoria que necesitamos usar para llevar a cabo las tareas, de la misma forma en que tener abiertas 543 pestañas del navegador consume la memoria RAM de tu equipo.

Por último, resulta al mismo tiempo apasionante y preocupante pensar que nuestra fuerza de voluntad para tomar las decisiones correctas es limitada. Cada elección que hacemos, empezando por qué desayunar y qué ropa ponernos en la mañana, consume parte de un fondo limitado de fuerza de voluntad, dando lugar a lo que los sicólogos denominan fatiga de decisiones: la razón por la cual es tan difícil no sucumbir a un pedazo de pastel a las cinco de la tarde.

Para no quedarnos atorados en el agujero sin fondo de pensar en exceso y no avanzar, es buena idea tomar las decisiones importantes temprano en la mañana, pero también limitar la cantidad de información que recopilamos antes de tomar acciones. Establecer objetivos claros, fechas límite y criterios definidos para determinar el éxito puede ayudarnos a no caer en la parálisis por análisis, y a que nuestros proyectos no se queden en estado de hibernación indefinidamente**.