cortometrajes de acción real

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En la actualidad, se ha generalizado bastante la idea de que la mejor narrativa audiovisual se encuentra en las series de televisión que se producen de un tiempo a esta parte, y no en los largometrajes que se estrenan en las salas de cine. Es cierto que la calidad de las series ha aumentado mucho gracias a la inversión de medios y de talento, pero los largometrajes siguen dándonos las mismas escasas grandes alegrías de siempre, como ocurre en casi todos los ámbitos artísticos. Lo deplorable es que **casi nunca se tienen en cuenta los cortometrajes en estas disquisiciones, que año tras año nos han brindado experiencias que sólo los golpes de un relato corto nos pueden brindar, y con un espíritu innovador o, al menos, muy creativo en la narración que ya quisieran multitud de largometrajes de presupuesto descomunal y que sólo disfrutamos los que nos interesamos por ello; la mayoría del público se lo pierde.

Por eso, permitidme que os invite a ver estos cuatro cortometrajes que no os dejarán indiferentes**, como espero que no los dejaran así aquellos cortos animados que uno no podía perderse, y esos otros que también demostraban la mayoría de edad de la animación, o aquellos para espectadores a los que ya no les asombra nada.

Alumbramiento, de Víctor Erice (2002)

Uno de los directores españoles más respetados y que menos se prodiga, autor de películas de culto como El espíritu de la colmena, El Sur y El sol del membrillo, nos regaló este cortometraje fascinante, esta secuencia de imágenes hipnóticas en blanco y negro de una cotidianidad no tan lejana, sobre la que planea, terrible, una tragedia nacional del pasado y con la que los sonidos, imprescindibles, forman una armonía impecable.

Fue la **aportación de Erice a la película colectiva de producción alemana Ten Minutes Older: The Trumpet**, en la que se incluyen otros cortos con una duración de diez minutos de otros seis cineastas de renombre: Wim Wenders, Werner Herzog, Chen Kaige, Aki Kaurismäki, Spike Lee y Jim Jarmusch. Su visión acerca del tiempo es el eje fundamental de este trabajo.

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Le miroir, de Laurent Fauchere y Antoine Tinguely (2010)

Un falso plano secuencia subjetivo y lo que se refleja en el espejo de un baño particular les basta a estos directores suizos para contarnos la vida entera de una persona, desde la infancia hasta la vejez, mostrando aquellos hechos que la definen en un ejercicio narrativo admirable al que en ningún momento se le ven las costuras.

Próxima estación, de Carlos Agulló (2011)

Tres minutos para un corto sencillísimo sobre las expectativas vitales que nos han enseñado a albergar y la soledad, ambientado en el Metro de Madrid, ganador del Premio de Distribución de la novena edición del certamen Notodofilmfest y al que atraviesa una tristeza tal que a mí acaba por provocarme escalofríos.

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The Expert, de Lauris Beinerts (2014)

Y acabamos con una maravillosa sátira británica de ciertos entresijos del mundo de los trabajadores especializados, sobre “una reunión laboral que ilustra perfectamente lo duro que es para un ingeniero encajar en el mundo corporativo”. Beinerts no podría tener más ni mejor calados los roles que se establecen en este terreno, pero su propuesta sirve muy bien para mostrar las difíciles relaciones que se establecen entre un experto en cualquier sector, sus jefes y una clientela que, a pesar de que no tiene ni la más remota idea de los pormenores de su trabajo, tratan de darle lecciones y acaban sugiriendo la cuadratura del círculo. Es fácil que todo profesional que se dedique o se haya dedicado a aceptar proyectos ajenos se sienta identificadísimo con el protagonista de este desternillante corto.

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