Bruce Gilden, en Nueva York. Fuente: Halcyen.

Se mueve tan rápido que sus “víctimas” no tienen ninguna posibilidad de reaccionar hasta después de realizar la foto. Su forma de trabajar es increíble a la par que histérica: en una mano su inseparable Leica M6, en la otra el flash, esquivando a los viandantes de las populosas calles de Nueva York, siempre encorvado y listo para sorprender a algún rostro despistado.

Bruce Gilden se crió en las calles de Brooklyn, donde desarrolló una gran capacidad para la observación del comportamiento y la cultura urbana. En su juventud estudió sociología en la Universidad Estatal de Pensilvania, pero pronto despertó su interés por la fotografía tras ver la película de Michelangelo Antonioni Deseo de una mañana de verano, en 1968. Fue entonces cuando tomó la gran decisión de su vida: asistir a clases nocturnas de fotografía en la prestigiosa Escuela de Artes Visuales de Nueva York, momento en el que adquirió su primera cámara.

Desde el comienzo de su carrera, Gilden eligió la fotografía callejera por su atracción por la espontaneidad visual que inspiraba esta disciplina. Y fue a finales de la década de 1960 cuando desarrolló su primer gran proyecto. Decidió tomar el tren subterráneo que conecta Brooklyn con Coney Island para capturar a los bañistas, las casetas de feria y las atracciones de la península. Un lugar que ha sido objeto de muchos fotógrafos a lo largo de la historia, pero nunca nadie consiguió conectar con los personajes y captar sus excentricidades con una honestidad tan brutal. Un trabajo que le catapultó a la primera línea de la Street Photography norteamericana y que le permitió desarrollar su inconfundible estilo:

Ya en 1984, Gilden viajó a Haiti para documentar los rituales de vudú, los lugares y las creencias que inundaban el país caribeño y llegó a publicar un libro sobre su experiencia en 1996.

De hecho, cuando viajó por primera vez se dijo a sí mismo: “¿Dónde he estado todo este tiempo?” Fue una atracción inmediata y tras ese primer viaje, Gilden volvió 22 veces.

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Además, tan solo dos años después ingresó en la Agencia Magnum, para la que realizó un espectacular trabajo en Japón fotografiando a miembros de la Yakuza, prostitutas y vagabundos, con unos resultados impactantes que publicó a través de su libro Go. No obstante, también hubo espacio para retratar el mundo rural, en este caso a través de un viaje a Irlanda donde captó la locura de las carreras de caballos y el mundo de las apuestas, fotografiando a los espectadores en los momentos de éxtasis. Y tras realizar realizar varios proyectos en Rusia e India, el genial artista decidió centrar su trabajo en su propio país y dibujar un retrato social de América durante la recesión económica de los últimos años. Se trata de un proyecto personal todavía inacabado centrado en las dramáticas situaciones que se viven durante los desahucios, viajando por Florida, Detroit y California.

Bruce Gilden es un fotógrafo incomprendido. Ha desarrollado un estilo agresivo, único e inconfundible que nos lleva a los amantes de la fotografía a posicionarnos irremediablemente a favor o en contra de un modo muy claro. Cada vez que se fija en un “personaje” (así denomina a los protagonistas de sus fotos), éste se agacha, se pone en cuclillas delante de ellos, extiende su flash y dispara velozmente para continuar caminando a continuación en busca de un nuevo objetivo. Un estilo que a menudo asusta e intimida a los viandantes que desprevenidos, reaccionan con expresiones curiosas y cómicas que originan una obra muy sugerente, atractiva que, al menos a mí me engancha. Y aunque el propio Gilden asegura que su estilo se está "desacelerando", lo cierto es que continúa lleno de energía y sigue imprimiendo a su trabajo un carácter propio. Hay compañeros de profesión que le consideran un auténtico idiota que busca llamar la atención a través de una obra nada natural. En definitiva, para gustos los colores (y las fotos):

Galería de fotos procedentes de la Agencia Magnum: