Hubo una época en la que, supuestamente, todas las enfermedades las producían los malos humores. Los humores, según estas teorías antiguas de la medicina, eran la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla. Si alguno de ellos se corrompía, producía todo tipo de afecciones, por lo que era importante buscar la forma de drenarlos. Esto es lo que llevó al uso de sanguijuelas para realizar sangrías con las que, básicamente, se purgaban esos malos humores.

Se cree que los primeros en hacerlo fueron los antiguos egipcios. Es curioso, pues en esa época aún no se había hablado de malos humores. Sin embargo, confundieron con sangre el sudor rojo que los hipopótamos usan para protegerse del sol. Pensaron que los animales se hacían heridas para sanarse y decidieron hacer lo mismo. Más tarde, otras culturas dieron sus propias explicaciones, pero continuaron realizando las sangrías. Hoy en día se sabe que casi todo eso carecía de sentido científico. Sin embargo, en los últimos años se ha dado renovada importancia a algunas sustancias presentes en la saliva de las sanguijuelas. De hecho, se les ha dado tanta importancia que incluso se han puesto en marcha criaderos destinados a aumentar su población.

Y es que justamente esa obsesión desmesurada con el uso de sanguijuelas curativas ha llevado a algunas especies al borde de la extinción. Solo hay una en cuya saliva se encuentran estas sustancias: Hirudo medicinalis. Sin embargo, a lo largo de la historia se han capturado otras muchas especies, ante la idea errónea de que el simple hecho de que aspirasen la sangre enferma ya era suficiente. Por eso sus poblaciones se han resentido tanto, aunque por suerte se está solucionando.

La historia de las sangrías con sanguijuelas

Después de los egipcios, uno de los primeros médicos en hacer referencia a las sangrías fue el griego Hipócrates. Este creía que la menstruación era un método empleado por las mujeres para eliminar los malos humores. Por eso, aunque prefería las técnicas dietéticas para curar enfermedades, decidió que podría ser buena idea realizar sangrías.

Después, el romano Galeno fue más allá, animando a todos los médicos a desarrollar esta técnica. Poco a poco fue extendiéndose cada vez más, alcanzando un gran auge en la edad media y manteniéndose en uso hasta el siglo XIX. Entonces, los avances científicos de la medicina y la merma de las poblaciones de sanguijuelas condujeron a un abandono de las sangrías. Pero pronto volvieron a llamar la atención de algunos médicos. Estos no pensaban en las sanguijuelas como herramientas para realizar sangrías, pero sí que les encontraron una utilidad interesante, sobre todo en los quirófanos.

Una saliva muy completa

Una vez que la sangre sale del cuerpo, tiende a coagularse. Esto impide que las sanguijuelas puedan succionarla adecuadamente. Por eso, igual que otros animales hematófogos, como los mosquitos, cuentan con sustancias anticoagulantes en su salida. Pero eso no es todo. Para alcanzar una buena ración de sangre necesitan que la personas a la que se la succionan no se dé cuenta, pues podría apartarlas de un manotazo. Con el fin de que no ocurra, su saliva también contiene sustancias analgésicas y antiinflamatorias.

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Las sanguijuelas tienen sustancias muy útiles en su saliva.

Todas han llamado la atención de la medicina, pero sobre todo lo han hecho los anticoagulantes. Aún a día de hoy se usan en quirófanos, sobre todo de medicina veterinaria y estética humana. Pero, en realidad, hay muchos cirujanos dispuestos a usar, si no las sanguijuelas completas, al menos sí las sustancias que se extraen de su saliva.

Por ese motivo, el zoológico de Londres ha puesto en marcha un proyecto dirigido a la cría y reproducción en cautiverio de sanguijuelas de la especie Hirudo medicinalis. Así, por un lado buscan reforzar esas poblaciones tan mermadas y, por otro, devolver a la gloria el uso de estos animales en medicina. No se trata de sangrías; pero, al menos en esta ocasión, lo que se hace con ellas sí que funciona.