Cuando compramos una cámara, los objetivos que normalmente suelen incorporar la mayoría de packs pueden ser idóneos para una primera toma de contacto, pero no cuando intentamos aspirar a algo más.
Por lo tanto, el siguiente paso será el de cuestionarnos qué tipo de objetivo será el adecuado. En definitiva, todo dependerá del tipo de fotografía que deseemos realizar y del presupuesto que tengamos. Ningún tipo de objetivo es mejor que otro, sino que son más recomendados para un determinado modo de fotografiar.
Sin embargo, existen algunos objetivos que, a veces, no se suelen barajar. Quizá sea por miedo a limitarse, pero se suele tener cierto temor a una lente de focal fija, lo cual no siempre se encuentra justificado.
Se puede pensar que, cuanta más distancia focal abarque una lente, más facilidades nos otorga, ya que no tendremos que variar de objetivo para fotografiar elementos cercanos o lejanos. Pero también constan otros factores que quizás no se tengan en cuenta, veamos cuales son.
La calidad
El primero de todos los elementos a tener en cuenta es el de la calidad. Para entenderlo debemos comprender un poco la construcción interna de un objetivo, ya que dependiendo del tipo sus características de fabricación serán distintas.
Los objetivos suelen estar compuestos de diferentes lentes, convergentes y divergentes, las cuales tiene la misión de unificar los rayos de luz para que éstos incidan en la película o el sensor. Por lo tanto, en función de la distancia focal empleada, la la reflexión a través de estas lentes variará, ya que el lugar donde se forma la imagen se encuentra más o menos alejado.
Debido a ello, los objetivos con una gran distancia focal estarán compuestos por un gran número de lentes capaces de adaptarse en todo el rango disponible. Aunque también dependerá construcción de ese objetivo, esto se suele traducir en una pérdida de calidad en la imagen, puesto que deberá atravesar numerosas superficies antes de incidir en el sensor o la película.
La luminosidad
Asimismo, como consecuencia de lo mencionado en el apartado anterior también asistimos a otros fenómenos. Entre ellos, el de una pérdida de luminosidad.
En los objetivos de diafragma variable no solemos tener disponible la mayor apertura cuando nos encontramos en la máxima distancia focal disponible. Esto se debe a que el recorrido de la luz es mayor, por lo que si utilizamos un gran zoom estamos separando la distancia entre el sensor y la pupila de entrada, algo que inevitablemente afectará a la luminosidad.
Esto no suele ocurrir con una lente de focal fija, ya que se componen de pocas lentes que por lo general, suelen estar optimizadas para todo el recorrido que debe realizar la luz en su interior. Por ello, este tipo de lentes suelen ofrecer aperturas muy amplias, que permiten obtener una gran luminosidad y efecto de desenfoque.
La necesidad de moverte
Precisamente, esta pueda ser la razón que, si barajamos comprar una lente de focal fija, a priori cataloguemos como negativa. No obstante, creo que no debe ser del todo así. Como decía Robert Capa, “si la foto no es buena es porque no estabas suficientemente cerca”.
La necesidad de movernos para buscar el plano, componer, y posteriormente disparar es un trabajo que quizá se termine traduciendo en una fotografía de muy buenos resultados. Por otro lado, utilizar el zoom para captar un elemento muy distante en ocasiones carece de esencia e implicación por parte de su autor, lo que inevitablemente se refleja en las consecuencias.
El tamaño y el peso
Aunque dependerá de la distancia focal del dispositivo, los objetivos que analizamos en este post suelen tener un tamaño y un peso inferior a los que permiten la variación de su zoom.
Al igual que ocurría en los puntos anteriores, esto se debe a la construcción de éstos, ya que suelen tener una menor cantidad de mecanismos internos para garantizar una correcta imagen a distintas longitudes focales.
Por lo tanto, suelen ser lentes muy cómodas de llevar con nuestra cámara, que además no aumentarán en gran medida el molesto peso que caracterizan a algunas DSLR.
Su precio
Como todo, dependerá de la calidad que tenga la construcción de ese objetivo. Pero por lo general, una lente de focal fija suele tener un precio menor al de muchas otras.
De hecho, un 50mm se puede encontrar por poco más de 100€, barajándose así como una compra muy adecuada si estamos buscando tener una muy buena calidad a un precio muy reducido.