El reality show llamado Sweatshop, Deadly Fasshion llevó a 3 fashion bloggers de Noruega a los talleres en Camboya donde se confecciona la ropa de la que ellos hablan en sus sitios. El impacto en los chicos, sin duda, estaba fuera del guión. Y es que se han convertido en todo un fenómeno por sus testimonios, porque han puesto las luces en el lado más obscuro de la industria de la moda: la fabricación de las prendas en talleres que trabajan con mano de obra barata, otorgan pésimas condiciones de trabajo y que, en resumidas cuentas, son partícipes de la esclavitud moderna.

Una vez en Camboya, país ubicado en el sudoeste asíatico, Anniken Jørgensen, Frida Ottesen y Ludvig Hambro se integraron al trabajo como cualquier otro trabajador del taller, experimentaron vivir con el presupuesto diario de la paga por las largas jornadas de 10 horas. "Los domingos solo trabajamos 8 horas" dice Sokty, una de las chicas que les da acogida en su pequeña casa y les ayuda a comprender las condiciones de su vida cotidiana.

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"Somos unos mimados"

Los chicos noruegos se dan cuenta, poco a poco, de la difícil situación de los camboyanos. Ellos incluso comentan: "Noruega es una burbuja" en la que se "sabe" que las cosas no están tan bien en otros países, y que, sin embargo, no se logra comprender la magnitud de la situación hasta verla de cerca. "Somos unos mimados", dice Frida, cuando comprende que toda la casa de Sokty tiene las dimensiones de su cuarto de baño.

Así, el programa de Aftenposten, el canal noruego autor del reality, puso a los bloggers en esa situación que les llevaría al menos un mes de filmación. Los capítulos pueden verse en línea (y subtitulados al español) en el sitio de Aftenposten.

160 al mes

Las tensiones en Camboya por las exigencias de los trabajadores para que se les otorguen mejores condiciones, así como un sueldo mensual de 160 dólares son parte de las experiencias que los chicos noruegos logran ver de cerca.

De regreso a Noruega Frida y Annike, principalmente, se comprometieron a apoyar las exigencias que, tras su estancia, consideran más que justas. El efecto en estos jóvenes es lo que no estaba en el guión, tanto que, incluso, la productora del programa se ha deslindado de las declaraciones que han hecho en entrevistas los bloggers sobre la famosa marca H&M. Están intimidados, acusa Annike en los medios, por el poder de esta empresa. Específicamente se le ha pedido que no hable de H&M y ella a expresado que no se detendrá.

¿Cuántos esclavos trabajan para ti?

Con esa poderosa pregunta escuché por primera vez el término esclavitud moderna. Se trata de la campaña de la organización Slavery footprint que entre otras cosas busca hacer conciencia sobre los consumos que nos parecen de lo más normal pero que, detrás, hay personas que las elaboran con pagas y tratos injustos, inhumanos.

Trabajo infantil, pobreza, hambre, excesivas jornadas, y muchas otras condiciones se suman a esta condición en que viven al menos 35 millones de personas, según estima Walkfree, otra organización que busca abolir en todas sus manifestaciones la esclavitud moderna. Lo primero que expresan en el arduo camino para este objetivo es "el mundo despierta", para luego buscar que se convierta en un movimiento global y una prioridad.

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Llegar a las esferas de los gobiernos es un paso más, y en el caso de los bloggers noruegos, su testimonio hizo que se hablara del tema en el parlamento de su país, que muchas personas se preguntaran el origen de sus prendas. El cambio cultural se encuentra en los pasos más lejanos en la ardua tarea que tienen organizaciones como Walkfree y Slavery Footprint.

Los alcances de la esclavitud moderna afectan muchos delicados factores. La salud social, económica, ecológica. Como el caso de la industria de la mezclilla en México, se trata de un foco rojo ya que ha impactado de forma negativa a las comunidades indígenas del centro del país, ha trastocado sus usos y costumbres tradicionales, contaminado sus recursos y sumido en situaciones precarias a comunidades enteras. La impunidad de las autoridades y la poca conciencia civil influyen, tanto como nuestra cultura de consumo y las políticas sociales de las grandes empresas.

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