Junto a iOS 6, Apple presentó oficialmente Passbook, un sistema con el que la compañía de Cupertino pretendía iniciar un proceso: hacer que nuestro smartphone reemplace a las carteras y a cualquier sistema de identificación físico. En un primer momento, Passbook no llamó demasiado la atención. La idea era realmente sencilla. Tan sencilla que resultaba extraño que nadie la hubiera presentado anteriormente –de la misma forma que lo hizo Apple, obviamente–. No obstante, con el paso de los meses y los años, vimos como Passbook comenzaba a convertirse en algo cada vez más útil y popular. Grandes cadenas como Starbucks, aerolíneas como Iberia o British Airways, empresas de autobuses… todas implementaron rápidamente Passbook.

Su expansión fue tal, que pronto comenzaron a llegar aplicaciones para otros sistemas operativos como Android que permiten leer los archivos Passbook. Ya no había vuelta atrás: Apple estaba logrando que las principales empresas del sector adoptasen Passbook, hasta tal punto que se ha ido convirtiendo en una especie de “estándar”. Y eso es una excelente noticia, la verdad.

Tenemos un producto maravilloso que no acabamos de exprimirEn mi caso, siempre procuro llevar todos mis billetes e identificaciones en mi smartphone; es infinitamente más cómodo y sencillo llevarlas ahí que en formato físico. De hecho, harán 2 años que no imprimo y/o recojo un billete físico; todo vive en mi iPhone o en mi Android, y nunca me he tenido que arrepentir de ello. No obstante, mi caso no es el más frecuente. Cada vez que viajo, encuentro a personas con un smartphone en su mano derecha y un billete impreso en la mano izquierda. Un poco absurdo, ¿no?

Tenemos el “estándar”, tenemos un gran grupo de comercios y cadenas haciendo uso de él, y tenemos a grandes compañías como Apple interviniendo para facilitarnos el proceso. ¿Por qué no hacemos uso de ello? ¿Por qué no aprovechamos esta función y empezamos a decir adiós a las tarjetas identificativas y los billetes impresos? Vivimos en 2014, y es hora de evolucionar en este sentido. Así pues, hagamos uso de la maravillosa tecnología que tenemos en nuestras manos y evolucionemos –siempre que sea posible, obviamente–.