Ya lo hemos probado. Uno de los gadgets más esperados de los últimos meses ha sido presentado hoy por Samsung en IFA 2013: Samsung Galaxy Gear, el smartwatch que tanto ha dado que hablar en estas últimas semanas. Tras su presentación hemos podido ponerle las manos encima un rato y sacar nuestras primeras conclusiones sobre el dispositivo. Conclusiones en base a un uso que no llega ni a una hora, todo sea dicho, y de forma limitada. En cualquier caso, aquí van nuestras primeras impresiones del Samsung Galaxy Gear.
Diseño
Cuando se filtró el prototipo que ha acabado siendo el diseño definitivo del Samsung Galaxy Gear, la respuesta en redes sociales y blogosfera fue unánime: "es feo". Luego se dijo que era un prototipo sin el diseño final, pero ha acabado siendo así. ¿Es realmente feo? Naturalmente hay gustos para todos, pero sinceramente, en vivo gana respecto a las imágenes, que de hecho hacen más justicia a su aspecto que la imagen de baja calidad filtrada anteriormente.
Estéticamente gana en persona: la foto del prototipo era mucho peor
No es tan grande ni vasto como puede parecer, y no está muy por encima de diseños de relojes actuales que no tienen ningún tipo de conectividad ni pantalla táctil. El diseño está realmente contenido. Su pantalla rígida hace que no se integre tan bien en la muñeca, y es que esperábamos que incluyese una pantalla flexible que finalmente no ha llegado. No era una quimera, en el pasado CES Samsung ya mostró pantallas flexibles que parecían prácticamente listas para ser usadas en este tipo de dispositivos. Sobre los detalles del Samsung Galaxy Gear: la cámara pasa bastante inadvertida, y la correa y el sistema de sujeción son idénticos a cualquier otro reloj o pulsera que podamos encontrar. Su peso no es excesivo, no molesta. Eso sí, habría que llevarlo durante un día entero para hacerse una idea exacta de su peso.
Pantalla
Lo primero que he pensado sobre ella es que su ángulo de visión es muy reducido, y en cuanto la vemos de lado clarea y pierde muchísimo contraste y nitidez. Pero para ser justo, difícilmente veremos un reloj desde otra posición que no sea al frente. Al margen de eso, la calidad de la pantalla es seguramente lo más bajo que tiene el Samsung Galaxy Gear, no es de buena calidad. Se supone que hablamos de un dispositivo nuevo, en su primera versión, por lo que irá mejorando a posteriori. Pero si alguien pensaba en una pantalla de calidad, con buen contraste y colores, no es el caso.
Respuesta táctil muy aceptable, tamaño incómodo para muchos usos
Sobre su respuesta táctil, es mejor de la que esperaba: las primeras voces decían que había un retraso bastante acusado entre los toques y la respuesta del sistema, pero no lo he notado así. Responde con la normalidad de un Android de gama media, para tener un baremo. No responde de la misma forma que un smartphone de gama alta, pero no es ni mucho menos tan frustrante como un Galaxy Mini. Al tener sólo un botón, el Samsung Galaxy Gear depende de algunos gestos táctiles, como el de vuelta atrás o el de abrir la cámara. Tampoco ha habido problemas para ejecutarlos, y eso que la superficie de maniobra es escasa.
Su tamaño supone un hándicap. Recuerda mucho al iPod nano de diseño cuadrado con la pinza posterior que de hecho muchos llevaban como reloj. Y por tanto, sirve con la interfaz que ambos tienen: iconos grandes. Pero si hemos de leer texto relativamente largo en ella, mal vamos. Lo mismo con las imágenes: su pantalla es algo casual, no una protagonista. Y es que recordemos que la mayoría de funciones del Samsung Galaxy Gear necesitan de un smartphone al que estar emparejado.
Funcionalidades
Uno de los aspectos que más llama la atención al ver el Samsung Galaxy Gear es su cámara, casi camuflada en la correa. Se supone que si tenemos este smartwatch es porque tenemos un smartphone en el bolsillo con una cámara mucho mejor que la suya, así que esta cámara es nuevamente para un uso muy ocasional, muy concreto, cuando no tengamos accesible o con autonomía el smartphone, o necesitemos de una instantánea rápida. De hecho, con deslizar hacia abajo en la pantalla de inicio accedemos directamente a la cámara.
Otra de sus funcionalidades es el podómetro, no sólo el nativo de TouchWiz, sino (aquí llega lo interesante) que también funciona con aplicaciones como Runkeeper o Runtastic. Podemos usar estas aplicaciones sin necesidad de llevar encima el Galaxy Gear. Sin GPS, pero sí midiendo las distancias con el podómetro. Aunque Samsung nos ha confirmado que todavía están en fase de pruebas, y continuarán desarrollándose hasta alcanzar su fase final.
La otra función que es cuanto menos extraña es la de llamadas. El Samsung Galaxy Gear se comunica vía Bluetooth con nuestro smartphone, pero no tiene salida de auriculares, así que la solución es... un micrófono en la correa. Es difícil (imposible) no adoptar una postura extrañísima para hablar mediante el Galaxy Gear. De hecho, no tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que si lo hacemos es porque tenemos cerca el smartphone. Y es mucho más cómodo (y sobre todo, natural) hablar con él que con un reloj, acercándolo a nuestra cara.
Por lo demás, sirve para mostrar notificaciones y poco más, de momento. Tiene algunos otros detalles interesantes, como las notas de voz, que permiten grabar voz que al enviarlas al smartphone al que esté emparejado aparecerán directamente como texto. Esta es quizás una de las mayores utilidades que le he encontrado al producto, aunque con un target demasiado concreto.
Sorprende para bien, pero no está maduro
Ambas partes de la frase que encabeza este apartado son lo que define la sensación que deja el Samsung Galaxy Gear. En primer lugar, es justo reconocer que por mi parte, mejora mis expectativas, sobre todo en lo referente a su diseño, peso, ergonomía, etc. Esperaba un producto más vasto y con peores acabados. Además, la pantalla, pese a que está lejos de ser perfecta, cumple de forma aceptable, y no se aprecian lags ni los frustrantes problemas de respuesta de tantos Android de gama baja.
Los smartwatches siguen en la etapa de ensayo y error
Por otro lado, un smartwatch en 2013 todavía no está maduro. Y no es cosa de Samsung y el Samsung Galaxy Gear: le pasa a Sony, y probablemente le continuará pasando a -casi- cualquier fabricante que lo intente durante los próximos tiempos. Es complicado presentar un producto así que realmente conjugue utilidad y diseño. Podemos pensar en un reloj que sustituya al smartphone, pero seguramente será enorme e ilógico. Podemos pensar en algo parecido al Samsung Galaxy Gear, que puede considerarse incluso bonito, pero que no sustituye al smartphone, sino que lo complementa.
En un futuro veremos este debate resuelto, quiero suponer, y algún fabricante habrá dado con la tecla para que tenga sentido un smartwatch. A día de hoy, es más un capricho geek que un producto con aspiraciones a convertirse en mayoritario. Pero igual que fue justo reconocer el riesgo que asumió HTC al innovar con su cámara Ultrapíxel, es justo reconocer que Samsung ha dado un paso adelante en este segmento. A mi juicio, con más de acierto que de error teniendo en cuenta lo verde que está este mercado. Ahora falta esperar a que más fabricantes hagan lo propio. De momento, un smartwatch sigue siendo un producto con una utilidad reservada a muy pocos. Y hasta que no sea más útil (y más autónomo, no un puente), será complicado justificar un gasto de 300 dólares que se suman al de un smartphone de otros 700.