Cuando Apple presentó el primer iPad, mucha gente criticaba que era un producto que no servía para nada. Hoy parece demostrado que estaban equivocados. Sin embargo, sí puede que hayamos llegado a un punto en el que este tipo de productos no sirve para nada más. Los usos de las tablets son conocidos por todos, pero están estancados. Navegar, jugar, trabajar y poco más. No han dejado de ser útiles, pero han dejado de sumar utilidades.

De hecho, desde hace años la innovación que llega en forma de hardware se limita a mejorar las características: mejor pantalla, más potencia y mayor duración de batería son las novedades que llegan con cada nueva iteración de uno de estos productos. A veces alguien arriesga y lanza una tablet de mayor o menor tamaño. No está mal, pero no supone en absoluto una innovación. Lo más novedoso suele venir de la mano de Windows 8 —y, en menor medida, Android— y tampoco se trata de cambios sustanciales. En general, híbridos entre tablet y ultrabook que se separan, deslizan u ocultan.

La innovación en hardware es prácticamente inexistenteSin embargo, esto tampoco es algo nuevo. Básicamente, se trata de esconder un teclado. No hay novedades a nivel de hardware que reinventen por completo el mercado. No hay nada que haga que pensemos en nuevos usos de las tablets; que concibamos estos terminales de una forma distinta.

Desde el lado del software es desde donde podría haber más cambios. Apple y Google suelen hacer todo tipo de pruebas con sus sistemas operativos; en ocasiones, con productos que no son utilizados. No obstante, suelen estar dirigidos a los móviles y no cambian los usos de las tablets. Tampoco es que cambien los de los teléfonos.

Por lo tanto, parece que el balón está en el campo de los desarrolladores. Es difícil, pero si en algún momento vemos las tablets como algo completamente diferente, será gracias a ellos. Una idea podría suponer una revolución. Puede ser mayor o menor; puede que simplemente entendamos el juego de una forma distinta o que no podamos concebir el trabajo sin una tablet.

Claro que también puede ser que efectivamente ya no se les pueda pedir más a estos dispositivos. Tal vez ya sabemos todo lo que se puede hacer con una tablet y ahora haya que enfocarse en encontrar la mejor forma de hacerlo. Tal vez usar estos terminales en el trabajo o en la educación sólo supone añadir una pantalla más. Si es así, la clave estará en con qué llenamos esa pantalla. La innovación tendrá que llegar en otros dispositivos, ya sean gafas o relojes.