En los años 70, la sonda Viking, enviada por la NASA para estudiar Marte, tomó algunas imágenes y mediciones que demostraban un dato muy curioso en el planeta rojo. Vieron que este está dividido en dos partes muy claras. La zona sur está llena de cráteres y marcas de flujo de lava, mientras que la norte es plana y lisa. Además, la zona sur tiene una diferencia de altitud con la norte de unos 5 o 6 kilómetros, siendo la zona sur la más elevada. Esta clara diferencia entre una mitad y otra fue bautizada como dicotomía marciana y su origen ha sido un misterio desde entonces.
Principalmente había dos hipótesis: la endógena y la exógena. La balanza no parecía decantarse hacia ninguna. Sin embargo, gracias al módulo Insight, enviado por la NASA hacia Marte en 2018, por fin se han obtenido datos suficientes para apuntar en una dirección.
Ha sido posible gracias, por un lado, al sismógrafo ubicado entre los instrumentos de la nave y, por otro, a la ubicación de aterrizaje de esta, muy cercana a la frontera que separa las dos mitades de la dicotomía marciana.
Dos hipótesis para la dicotomía Marciana
La dicotomía marciana no consta solo de lo descrito hasta ahora. Hay aún más datos heterogéneos entre las dos mitades de Marte. Por ejemplo, la corteza de la zona sur es más gruesa y sus rocas poseen magnetismo, por lo que indican que pertenecen a una época en la que este planeta tenía un campo magnético global.
Hay científicos que creen que esto puede tener un origen externo, por el impacto de un gran objeto que alterara súbitamente la orografía del planeta. Esa es la teoría exógena. Por el contrario, otros científicos consideran que puede deberse al flujo de calor que se produce de las zonas más calientes a las más frías del interior del planeta. Son los defensores de la teoría endógena.
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Insight tiene la clave
El desafío de Insight a la hora de analizar los terremotos del planeta rojo es enorme. Como bien explica en un artículo para The Conversation uno de los investigadores que han analizado sus datos, Hrvoje Tkalčić, la Tierra está llena de sismógrafos extendidos por todo el planeta, mientras que en Marte se apuesta todo a la eficacia de Insight.
El sismógrafo que se encuentra a bordo del módulo de aterrizaje identifica las ondas S y P, asociadas a la vibración del terreno y, al medir la diferencia de tiempo entre unas y otras, localiza la ubicación de los terremotos.
Las ondas P son las que se conocen como primarias, mientras que las S son las secundarias. Reciben este nombre porque las P son mucho más rápidas, de modo que llegan antes a los sismógrafos. Puesto que se sabe la velocidad a la que se mueve aproximadamente cada una y al diferencia entre ellas, el tiempo que pasa entre la llegada de unas y de otras ayuda a calcular la distancia que hay entre el centro del terremoto y el instrumento que ha localizado las vibraciones. Esto es aplicable a la Tierra, a Marte o cualquier planeta con terremotos.
Por otro lado, analizando el movimiento de las partículas en el suelo se puede saber cuál fue la dirección del terremoto.
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La hipótesis ganadora de la dicotomía marciana
Con esta información y otros datos procedentes de cámaras satelitales, se pudo localizar un grupo de terremotos en las tierras altas del sur que serviría para estudiar más a fondo la dicotomía marciana. Después, se localizó otro grupo de terremotos interesante en las tierras bajas del norte.
Hecho esto, los científicos de la misión Insight estudiaron cómo perdían energía las ondas S a medida que se extendían por la roca de cada parte del planeta. Se vio que las ondas perdían la energía mucho más rápido en el sur, de modo que se puede intuir que que la roca subterránea en esta zona está mucho más caliente. Los responsables de la investigación creen que la dicotomía marciana puede deberse a una combinación entre esta diferencia de temperatura y un bloqueo del movimiento de las placas tectónicas que tuvo lugar en algún momento del pasado del planeta rojo. Esto dejaría el planeta dividido, como cuando se atasca mal encajada la tapa de un recipiente.
En definitiva, con esta nueva investigación, gana la hipótesis endógena sobre la dicotomía marciana. Todo gracias a una nave que voló hacia Marte en 2018. Han hecho falta bastantes años, pero al menos parece que el misterio está ya casi resuelto.