Un sorprendente estudio publicado en la revista PNAS afirma que el tamaño sí importa, o al menos lo hace en relación con otras características físicas, como la altura o la anchura de los hombros. Unos resultados que podrían ser consistentes con una de las ideas clave de Charles Darwin, considerado como el padre de la Teoría de la Evolución.
La selección sexual trata de explicar el desarrollo de caracteres sexuales secundarios en los seres vivos, que en principio no parece responder al "clásico criterio de la supervivencia del mejor adaptado". En otras palabras, esta idea afirma que algunos rasgos de los individuos pueden ser el resultado de la competencia entre individuos en relación a la reproducción.
Siguiendo esta teoría encontramos la conocida como hipótesis de Fisher, que postula que los ornamentos elaborados de los machos son seleccionados por las hembras, ya que les resultan más atractivos. Los postulados de Fisher también se conocen como "teoría del buen gen", ya que la exteriorización de ciertos rasgos puede ser vinculada en cierta manera con contar con "mejores genes". ¿Indicaría esta teoría que el tamaño sí importa?
A pesar de que la selección sexual ha sido discutida en profundidad, hay quien especula sobre si la diferencia entre el tamaño del pene en los hombres (13 cm), y el de otras especies animales cercanas (8 cm en chimpancés y 3 cm en gorilas) tendría que ver con la selección sexual.
Si fuera cierto, las mujeres encontrarían más atractivos a hombres con penes más largos, y el hecho de que elijan para reproducirse a estos varones, permite que en la descendencia pueda prevalecer este rasgo genético, de ahí la diferencia entre nuestra especie y otras cercanas. En otras palabras, la selección sexual confirmaría que el tamaño sí importa.
Para estudiar esta posibilidad, investigadores australianos, dirigidos por Brian Mautz, han intentado relacionar esta característica física con otros dos rasgos que pudieran resultar atractivos sexualmente (la anchura de los hombros y la altura) a un grupo de 105 voluntarias. Utilizando los datos de un estudio más amplio realizado por científicos italianos, el equipo de Mautz generó 343 imágenes de hombres por ordenador, que iban variando en función del tamaño del pene, la altura y la anchura de los hombros (en comparación con sus caderas). A partir de estas primeras imágenes, realizaron pequeños vídeos y se los mostraron a las mujeres, para ver su reacción dependiendo de cada figura construida.
Cada voluntaria vio 53 imágenes, escogidas al azar, y evaluó el atractivo de los hombres proyectados como potenciales compañeros sexuales en una escala del 1 al 7. En los resultados, aunque se observó que el tamaño sí importa, se vio también que su impacto en el atractivo físico depende de la relación con otros rasgos físicos, como la altura y la anchura de los hombros con respecto a las caderas.
En palabras de Mautz, el hombre más valorado sería aquel que presentara un tamaño de pene mayor de 13 centímetros, una altura cercana a los 1,87 metros y un ratio entre la anchura de hombros y la cadera de 1,45”. Características que se alejan bastante de los rasgos de variación naturales, pero que concuerdan bastante con la idea de que el atractivo físico ha de ser proporcionado.
En palabras de los investigadores, estos resultados podrían confirmar en cierta medida la teoría de la selección sexual. De acuerdo a ella y a este estudio, las mujeres podrían haber elegido para la reproducción a hombres con penes más largos (lo que sería consistente con el famoso dicho de que "el tamaño sí importa"). Esto podría relacionarse (desde un punto de vista psicológico previo a la propia cópula), según ideas del equipo de Mautz, con mayores tasas de orgasmos y satisfacción sexual en las mujeres. La selección de estos varones para la reproducción habría permitido que en la descendencia fueran prevaleciendo los rasgos genéticos relacionados con estos atributos físicos. Algo que sin duda explicaría por qué existen diferencias tan marcadas entre Homo sapiens y otras especies animales cercanas.