Como fotógrafo apasionado y amante del cine y la literatura, soy feliz cuando encuentro algo que relacione ambas manifestaciones. Hace poco he podido empezar a leer El club del bang bang, una novela de fotógrafos de guerra.

Es la historia real contada por los protagonistas que sobrevivieron a las experiencias de la destrucción, Greg Marinovich y Joao Silva. Los otros dos miembros, Ken Ooterbroek y el más famoso de todos ellos por su trágica experiencia, Kevin Carter, murieron con la cámara colgada al cuello y con un sentimiento de culpa en la cabeza, respectivamente.

Es una de las mejores aproximaciones al infierno de la guerra vista desde la perspectiva de un fotógrafo. La otras dos son el personaje de Dennis Hopper en Apocalypse Now y el documental sobre James Natchwey. Este en concreto habla sobre los últimos y crueles años del apartheid y cómo unos fotógrafos entraron en la vorágine de la violencia para encontrar las escenas más violentas y duras que cualquier mente enferma pudiera imaginar. Fue en el tiempo de la lucha entre dos partidos, el ANC y el Inkatha que en vez de luchar juntos, libraron una guerra civil engañados por la minoría blanca del país, y que terminó, afortunadamente, en el ejemplar gobierno democrático de Nelson Mandela.

Estos cuatro fotógrafos plantean el dilema de cómo enfrentarse a una situación límite con una cámara colgada al cuello. ¿Disparar o ayudar? ¿Ayudar primero y luego disparar? ¿Ser sólo testigo de la historia y enseñárselo a los demás? ¿Dónde está la línea que no se debe cruzar? Muchas preguntas cuyas respuestas están en la lectura de este libro imposible de encontrar salvo en librerías de viejo y a precios desorbitados. Seguro que en alguna biblioteca olvidada de la mano de dios está cogiendo polvo un ejemplar a la espera de un lector.

Algunos tuvimos esperanzas de poder comprarlo en la casi segura reedición que siempre sacan cuando presentan una película pues anunciaron que iban a rodarla, con el beneplácito y documentación de los autores. Pero sólo se estrenó en los Estados Unidos y ni siquiera se ha editado en DVD en España. En México podemos encontrar una edición de coleccionista con el inspirador título Imágenes del alma (qué manía tienen algunos con cambiar los nombres originales). Y aunque parezca mentira, el resultado es bastante bueno. No llega a la altura del texto, pero permite revivir las experiencias  de cuatro fotógrafos, amigos en la sombra, como llaman a los que viven experiencias traumáticas juntos. Está la inevitable e innecesaria historia de amor, pero la recreación y representación de los duros momentos que permanecen en la  memoria colectiva, es increíble.

En conjunto, es una obra recomendable para todos los que amen la fotografía y para abrir los ojos a aquellos jóvenes estudiantes que ven con cierto aire romántico y aventurero la profesión de fotógrafo de guerra. Con ver, hablar o escuchar a Gervasio Sánchez también podemos entender la mirada perdida que tienen los que sobreviven a una guerra.