Joel Tenenbaum -- el jóven matemático demandado junto con Jamie Thomas-Rasset en el 2003 por las grandes disqueras que representa la RIAA -- ha decidido hacer una solicitud a la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos para que se revisen las condiciones bajo las cuales se llevó a cabo su juicio.
La petición será ingresada a la Suprema Corte la próxima semana, mientras tanto, un resumen de los puntos fundamentales de su apelación (PDF) y los cuales, no son poca cosa.
En primer lugar se apela a que la Suprema Corte reconsidere el proceso judicial y el cual amenaza a su cliente a verse atrapado en una ratonera, un litigio interminable y económicamente insostenible:
Ellos usan un costo asimétrico de litigio para convertir la defensa del individuo económicamente irracional.
Esto provoca que apelar se convierta en un asunto de dinero y no de justicia, por lo cual el defensor de Tenenbaum considera que esto ha provocado que se haya instaurado “una deformada arquitectura judicial” de copyright en las cortes federales y que sí no es revisada, nunca podrá repararse.
En segundo lugar, en teoría los daños estatutarios deben "tener alguna relación con los daños reales sufridos”. La defensa alega que el Departamento de Justicia y la RIAA afirman que el Congreso de Estados Unidos aprobó tácitamente los daños y perjuicios contra individuos, a través de numerosas enmiendas a la Ley de Propiedad Intelectual pero:
Antes de las demandas de la RIAA contra usuarios que comparten archivos, nunca se había atraído un caso de esta naturaleza. […]
La defensa cree no se puede suponer que el Congreso haya aprobado tácitamente este tipo de reparación desproporcionada de daños para casos contra individuos por infracción a derechos de autor, debido a las implicaciones constitucionales que implica. Todos los antecedentes que presentó la RIAA durante el juicio fueron casos que involucraban empresas, no individuos. Aún así, los daños que Tenenbaum tiene que pagar a las disqueras por 30 canciones, son de la irracional cantidad de 675,000 dólares.
En tercer y último lugar -- quizá el punto más importante que aporta esta defensa-- es en relación al modelo que la RIAA utiliza en sus demandas:
El litigio como asalto que la RIAA utiliza sobre gente que comparte archivos, como Tenenbaum y Thomas Rasset, es procesalmente injusto y profundamente falto de ética. Se enfrenta a una industria contra una persona y castiga a una persona por lo que otros han hecho o harán.
Los monopolios de entretenimiento siempre buscan un mártir. Ya van varios y ¿ha cambiado algo además de destrozarle la vida estas personas? No. Lo que único que se busca en palabras de la defensa es el castigar a un individuo como un acto de educación pública.
Y sí, Tenenbaum no creó el file-sharing, por lo tanto:
No puede ser que él, individualmente, causará la destrucción del valor total de las obras protegidas con copyright de cada uno de los demandantes. No fue Tenenbaum por sí solo quien redujó los ingresos y las ganancias de la industria disquera, no fue Tenenbaum por sí solo quien corrió a los empleados de sus trabajos — fueron los millones involucrados en el file-sharing quienes lo hicieron.
Castigar a un individuo por la conducta de otros es fundamentalmente injusto.
Mismo caso con The Pirate Bay, tres personas están acusadas de un crimen por la actividad infractora de miles y millones personas más — porque simplemente no alcanzarían las cárceles para encerrarnos a todos. Pero siempre va a haber un Kim Dot Com o bien, competencia que destruír. Por otro lado, es pertinente mencionar que las ganacias de la industria se encuentran en perfecto estado y es más, mejor que nunca. Ya todos sabemos como funcionan las matemáticas del copyright cuando se trata de clamar la infinita muerte de la industria.
La conclusión de la petición es que el juicio contra Tenenbaum ha sido solo una parodia de la justicia y tiene que remediarse.
La RIAA, la MPAA y los trolls de copyright han logrado engatuzar a todo el sistema legal y administrativo de Estados Unidos, el problema es que sus efectos los sufrimos todos. Pero este año, la industria ha sufrido duros golpes en las cortes, los recintos legislativos y las calles -- y todas estas derrotas son producto de sus constantes e intolerables abusos. No se puede culpar a nadie más que a ellos mismos y a su desadaptación social y digital.
Sí la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos decide tomar este caso, existirá la posibilidad de volver un poco de cordura a un sistema legal que degenera día a día en detrimento de las derechos y libertades civiles de la mayoría.
Esperemos que la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos no desperdicie la oportunidad de atraer un caso decisivo para la construcción -- o destrucción -- definitiva de los derechos digitales en el siglo XXI.