Desde las cámaras más básicas hasta las de gama profesional de mejores prestaciones, todas dependen de algún tipo de tarjeta de almacenamiento flash. Muchas de ellas usan específicamente el formato más popular de la industria, la tarjeta SD, o alguna de sus variantes de mayor velocidad (SDHC). Pero a veces los aficionados a la fotografía olvidamos que estas pequeñas memorias tienen también otras aplicaciones, como en móviles y tablets, que usan formatos de menor tamaño como las miniSD y microSD.
La evolución de la tecnología móvil y el desarrollo de nuevas formas de consumir audiovisuales es favorable para los fotógrafos porque impulsa a las compañías a mejorar los equipos y servicios que nos ofrecen, y también porque se crean productos nuevos que podemos sumar a nuestra oferta.
Pero todo tiene una parte no tan bonita, y si bien las altísimas tasas de transferencia de las tarjetas SD las hacen perfectas para la grabación de Vídeo en HD en nuestras cámaras digitales, también las convierte en una herramienta que puede ser usada para incrementar el ritmo y expansión de productos piratas.
Por lo menos, eso es lo que consideran Panasonic, Samsung, SanDisk, Sony y Toshiba, quizá las cinco compañías más importantes dentro del rubro de las memorias flash. Estas cinco grandes han anunciado el lunes que llegaron a un acuerdo para trabajar en un "solución de seguridad" para el formato SD, de modo que no sea empleado con fines ilícitos.
La iniciativa, que tiene por ahora el nombre tentativo de "Next Generation Secure Memory, comprende la colaboración entre las marcas firmantes para desarrollar, producir y licenciar unidades de memorias flash -en formato SD o para instalación interna- con la capacidad de proteger los archivos de vídeo HD que sean grabados y reproducidos desde ellas.
En otras palabras, esto se trata de mejorar la encriptación de los datos grabados en las tarjetas, de forma que los archivos protegidos por derechos de autor, como la música o las películas no puedan ser extraídos de ellas por el usuario. Se busca que las restricciones alcancen tanto a las tarjetas que se pueden colocar e intercambiar, como a aquellas embebidas al interior de los dispositivos, como en los smartphones de gama alta.
Aunque la medida es una gran jugada comercial para que los grandes estudios de cine, televisión y música se animen a firmar convenios de transmisión y venta para tablets y móviles, siempre es importante saber hacia dónde va la industria. Durante años, los fabricantes de dispositivos de almacenamiento se dedicaron a mejorar el rendimiento de sus productos de cara al usuario final; mientras que ahora parecen más interesados en ganarse a los intermediarios, es decir, a los fabricantes de equipos.
Sería interesante que durante el desarrollo de estas nuevas restricciones surjan también soluciones orientadas al mercado de la fotografía profesional, como niveles de seguridad dentro de las memorias, o una mejor protección contra borrados accidentales o malintencionados.