Una noche de noviembre de 1962, Reed Richards, Sue Storm, Johnny Storm y Ben Grimm se lanzaron al espacio. Bombardeados por rayos cósmicos, obtuvieron poderes singulares que los convirtieron en los Fantastic Four. Como todo producto de los cómics, su concepción está íntimamente ligada a su tiempo. Por ejemplo, su origen está ligado a la carrera espacial contra la Unión Soviética, mientras que las personalidades de cada miembro reflejan un conjunto de comportamientos, cualidades y prejuicios propios de su época: la rebeldía juvenil de Johnny, la sumisión de Sue, la tozudez de Grimm (el hijo pródigo de Brooklyn) y la frialdad de Reed.

42 años después, Brian Michael Bendis y Mark Millar, dos titanes actuales de Marvel, decidieron reescribir el origen del cuarteto más famoso de la editorial. Así fue como, en 2004, nació Ultimate Fantastic Four. A lo largo de cinco años, este título de publicación mensual nos mostró otra faceta de estos superhéroes. Si los originales habían ganado fama por mostrar una dinámica de familia disfuncional, la versión Ultimate decide apelar al *coming to age; un cuarteto de adolescentes poco experimentados que, número a número, deben hallar su rol dentro del grupo.

En esta nueva génesis, Reed no es el científico sabelotodo y arrogante. Por el contrario, se trata de un chico con capacidades intelectuales geniales, pero víctima del bullying* escolar. De hecho, su amigo Ben Grimm --un jugador de fútbol americano-- es su defensor ante los bravucones. Los experimentos de teletransportación de Reed llaman la atención del gobierno y la milicia, quienes lo fichan para el Baxter Building, una suerte de instalación para chicos prodigio. Ahí conoce a Sue y Johnny Storm, hijos del científico Franklin Storm, quien dirige el proyecto.

Los cambios en la psicología de los personajes son fundamentales. La posición de liderazgo, ostentada por Reed en el grupo original, para a ser compartida (o mejor dicho, arrebatada) por Sue Storm. Sin duda, ella es quien recibe la mejor parte en la nueva versión: de ser una damisela en peligro, Sue ahora es retratada como una científica al nivel intelectual de Reed, especialista en ciencias bioquímicas. Así mismo, suele tomar la posición de líder en momentos decisivos; e incluso, se le coloca como una mujer liberal, con un papel mucho más activo dentro del grupo.

Así mismo, Ultimate Fantastic Four también ayudó a explorar algunas facetas interesantes como el financiamiento del grupo. ¿De dónde sale todo el dinero del cuarteto? Simple: del desarrollo de armas para los militares. En el fondo, el Baxter Building es un think tank para la creación de un arsenal de última generación. Por cada aventura de los Fantastic Four, el ejército se ve beneficiado. Esta relación entre ciencia y desarrollo armamentístico es uno de los puntos fuertes del título, a pesar de que se toca de manera subtextual en muchos arcos de la historia.

La serie apenas contó con 60 números, por lo que es fácil de leer en dos o tres días. De los arcos más llamativos está, por supuesto, el origen del grupo (The Fantastic, #1 - 6); el origen del Dr. Doom --descendiente directo de Vlad Tepes-- (Doom #7 - 12); o la aparición de los Frightful Four --que da pie a la continuidad de Marvel Zombies-- (Frightful #27 - 32). En general, el ritmo engancha bastante. El dueto de Millar y Bendis hace maravillas en muchos números; al escocés le tocaba escribir la trama de las historias, mientras que el estadounidense terminaba los guiones y los diálogos.

En resumen, Ultimate Fantastic Four es una serie enfocada en el desarrollo de los personajes, más que en las aventuras en sí. Ver cómo Reed adquiere la experiencia para liderar o el contrapeso que hace Sue le dan una sensación diferente a las historias, sin sacrificar aspectos esenciales como la inmadurez de Johnny o el conflicto interno de The Thing. Los arcos son atractivos y ágiles, aunque poseen algunos fallos de continuidad si se leen con el resto de las series Ultimate. Estoy seguro que no les defraudará. Como diría el buen Ben Grimm: *It's clobberin' time"