Según el diccionario de la RAE, uno de los significados de la palabra inerte es "sin vida", es decir, que un material inerte sería aquel que no es capaz de presentar las características que propiciarían la vida, es decir, los orgánulos y las células. Por tanto, las rocas o los metales, son materiales que no llegan a este umbral y, por lo tanto, son inertes y no podrían dar paso a organismos vivos; sin embargo, un grupo de investigación de la Universidad de Glasgow (Escocia) está dispuesto a echar por tierra esta teoría y trabaja en el desarrollo de células a partir del metal, algo así como un organismo celular que se comporte de la misma forma que una célula biológica.
Suena un poco raro y, la verdad, es que parece rozar los límites de la singularidad pero según el responsable de esta investigación, Lee Cronin, ¿por qué no iba a ser posible que hayan podido desarrollarse seres vivos a partir de los metales en algún lugar del universo? A partir de esta pregunta, Cronin se las ha arreglado para desarrollar unas células sintéticas, que son unas burbujas gigantes, que contienen metales y ha conseguido dotarlas de propiedades cercanas a la vida de una célula biológica con las que espera poder llegar hasta el punto de que sean entidades auto-replicantes.
Estoy seguro al cien por cien de que podemos conseguir la evolución trabajando fuera de biología orgánica.
Sus componentes básicos son grandes Polyoxometalates formados por átomos de metal (el más reciente realizado con tungsteno) junto con oxígeno y fósforo. Mezclando estas estructuras con disoluciones concretas está logrando que éstas se auto-ensamblen en esferas similares a las células biológicas. El proceso comienza por la creación de sales de iones con carga negativa que se rocía sobre otra solución salina hecha con grandes iones con carga positiva. Cuando las dos sales se encuentran, intercambian iones y, al final, la nueva sal generada se hace insoluble en agua y se precipita en forma de caparazón alrededor de la solución inyectada. Estos caparazones son los que Cronin llama células o iCHELLs. Mediante la variación del metal de esta estructura puede conseguir que esta "membrana celular" sea más o menos porosa y, además, sea tan selectiva como la membrana de una célula biológica.
El equipo de investigación ha sido capaz de generar burbujas dentro de otras burbujas, es decir, crear compartimentos que imitan la estructura interna de las células e intentar imitar la fotosíntesis natural mediante la inyección de tintes sensibles a la luz dentro de algunas moléculas, sentando las bases de una fotosíntesis artificial tras comprobar que podría generarse una membrana que separase el agua en iones de hidrógeno, electrones y oxígeno en presencia de luz.
Aún es pronto para que la comunidad científica se pronuncie sobre esto, sin embargo, según Manuel Porcar, de la Universidad de Valencia (España), las burbujas de Cronin nunca van a llegar a ser "como la vida real", es decir, como la auto-replicación de las células:
Es teóricamente posible pero no puedo imaginar qué tipo de sistema se podría desarrollar
Durante siete meses, Cronin y su equipo han estado trabajando en la producción de burbujas para luego inyectarlas en distintos tubos con medios químicos de distinto tipo de pH, para así encontrar el medio óptimo para el desarrollo de estas "células" derivadas del metal:
Si el pH es muy bajo, las burbujas pueden llegar a disolverse. Otras pueden persistir y acumularse. A la larga, la verdadera prueba será comprobar si las células pueden modificar su propia estructura química para adaptarse a diferentes ambientes
Según Tadashi Sugawara, de la Universidad de Tokio:
Hay muchas posibilidades de que existan formas de vida fuera de la Tierra que no estén basadas en el carbono. En Mercurio, los materiales son totalmente diferentes, quién sabe si no existirá una criatura compuesta por materiales inorgánicos. Aún es pronto para poder afirmarlo pero Cronin ha señalado la dirección a seguir