En la película Terminator una inteligencia artificial de nombre Skynet toma conciencia de sí misma y acto seguido comienza el exterminio del ser humano al considerar que amenaza su propia supervivencia. ¿Suena lejano verdad? Ciertamente la mayoría cree que todavía estamos muy lejos de alcanzar los avances que nos podrían llevar a una situación como la plasmada en la cinta de Cameron, pero la realidad es que actualmente la tecnología ya está tomando el control de nuestro planeta, y no me refiero a la plaga de smartphones u otros dispositivos electrónicos sino a algo mucho más etéreo; los algoritmos, que según Wikipedia son:
Un conjunto preescrito de instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permite realizar una actividad mediante pasos sucesivos que no generen dudas a quien deba realizar dicha actividad.
Aunque por sí sola la definición se queda coja ya que no muestra el peso real de los algoritmos, si uno se pone a pensar e investigar un poco la percepción sobre su importancia por el papel que están jugando en la sociedad del S.XXI cambia radicalmente. Y es que hoy por hoy estos trozos de software están presentes en campos que van desde la banca hasta el comercio pasando por la información o la seguridad.
El ejemplo más conocido de un algoritmo influyente es el de Google. El mismo se encarga de cribar las toneladas de información que circulan por Internet para ofrecerle al usuario la supuestamente más relevante, a lo que si sumamos que los resultados de un reciente estudio indican que nuestros cerebros cada vez se apoyan más en los buscadores como fuente de memoria, tenemos que en cierta forma un algoritmo está modelando la realidad de millones de personas.
Otro tipo de algoritmos que llaman la atención ya que actualmente también influyen profundamente en la sociedad son los que utiliza la banca. Por ejemplo se calcula que cerca del 70% de las transacciones que tienen lugar en Wall Street están sustentadas en algoritmos basados en sistemas de soporte a decisiones y en 2010 quedó patente su poderío. En ese año el algoritmo de intercambios financieros utilizado por un operador vendió en 20 minutos 75.000 acciones por un valor de 4.300 millones de dólares lo que provocó una caída del 10% en el índice Dow Jones. Lo peor, que realmente nadie sabe qué pasó.
Y estos solamente son dos ejemplos de los muchos que podríamos poner; los estudios de Hollywood utilizan algoritmos para decidir si rodar determinada película merecerá la pena o no, BMW trabaja en uno que mejorará la seguridad de sus vehículos, el Ministerio de Fomento español presentó hace poco el algoritmo PRISMA el cual ayudará en la toma de decisiones en situaciones de emergencia, Facebook los usa para sugerirnos amigos, los algoritmos de recomendación de Netflix son responsables del 60% de los alquileres de películas dentro del servicio o incluso hay alguno que permite identificar al mejor jugador de fútbol de un equipo.
“Bueno, por suerte estos algoritmos toman decisiones hasta donde el hombre les permite” pensarán algunos, pero además del caso comentado de Wall Street existen varios más en los que un algoritmo se nos ha ido de las manos. Otro de los más sonados fue el de Amazon y el libro The Making of a Fly que durante unas horas pasó a costar 23,6 millones de dólares consecuencia de un conflicto entre los algoritmos utilizados por la compañía para fijar y actualizar precios.
Por otro lado desde los 70s se vienen usando algoritmos evolutivos, que se llaman así justamente porque se inspiran en la evolución biológica, los cuales a pesar de que en la actualidad tienen sus limitaciones, cada año mejoran, se incorporan a más campos y son una de las líneas más prometedoras de la inteligencia artificial.
En definitiva es evidente que los algoritmos cada vez deciden más cosas y en mayor o menor medida influyen en la sociedad, por lo que aunque falte para lograr una inteligencia artificial completamente autónoma y consciente de sí misma, urge ir más allá de la técnica, tomar más en serio las cuestiones éticas y vigilar más de cerca los algoritmos usados para decidir cosas importantes porque como decía el experto en algoritmia Kevin Slavin en TEDGlobal "Lo hemos vuelto ilegible. Y hemos perdido la noción de qué es exactamente lo que sucede en este mundo que hemos creado"