Gráficos, jugabilidad, banda sonora, ambientación... ¿Qué hace grande a un videojuego? ¿Qué nos lleva a recordar un título de una década a otra sino son sus personajes? Empatización con alter egos que, rebosen carisma o no (porque seamos nosotros quienes se la insuflemos) consiguen tocarnos la fibra sensible y perdurar para los restos en nuestro imaginario de héroes virtuales.

Protagonistas que nos hacen partícipes de habilidades o umbrales de resistencia y valor sobrehumanos, aunque no exentos de cierta sensibilidad en la que creemos vernos reflejados. Sí, ya sea en el bigote de cierto fontanero, las púas de tal erizo o las voluptuosas formas de aquella famosa arqueóloga, la identidad de un juego radica en la figura controlable y a continuación expondremos las que, a nuestro juicio, son las mejores que ha parido la industria hasta la fecha (sin orden numérico alguno, que eso dista mucho de hacerles justicia):

Mario: icónico

Puede sonar a cliché pero en todo caso su inclusión es ineludible y está totalmente justificada. El fontanero más famoso del sector acaba de cumplir un cuarto de siglo y todo apunta a que seguirá representando a la industria del videojuego durante muchos años más.

Nacido de la mente de Shigeru Miyamoto, este hombre regordete de mostacho y peto rojo hizo su primera aparición en 1981 como Jumpman, el héroe de Donkey Kong, famoso título arcade del que pasaría a protagonizar la saga plataformera por antonomasia: Super Mario Bros. De ahí hasta Super Mario Galaxy 2, pasando por Super Mario 64, el personaje ha conseguido introducir numerosas mecánicas y tecnologías determinantes para el rumbo del ocio electrónico.

Hablar de Mario Bros es hablar de icono y por tanto de una generación de imberbes que seguiremos adorándolo aun muchos años después de la pubertad. Más de 200 juegos a sus espaldas, un discutible salto a la gran pantalla, su propio programa y serie de televisión y todo tipo de merchandising. Con semejante currículum a ver quién niega que Mario, más que un personaje, encarna no sólo una afición sino también una filosofía: rendirse nunca es una opción, try again.

Sonic: transgresor

De la mascota de Nintendo a la mascota de SEGA, como no podía ser menos. Hubo un tiempo en el que los críos de once años batallaban en los recreos por denfender a su personaje favorito. Sonic solía presentarse como la alternativa cool al "insulso" arregla tuberías, fiero defensor animal que luchaba a velocidades de vértigo por liberar a sus congéneres de las garras del malévolo Doctor Robotnik (aka Eggman).

Puede que fuese por introducir frenetismo al gameplay, por sus escenarios futuristas o porque, para qué negarlo, Sonic tenía mucha más personalidad que Mario; el caso es que el erizo llegó y conquistó corazones a la misma velocidad que recolectaba anillos. Su primera aparición data de 1991 y en efecto fue creado para contrarrestar el efecto Super Mario Bros y suplantar a la anterior mascota frustrada de SEGA: Alex Kidd.

La evolución de Sonic ha sido agridulce sin duda, especialmente tras la muerte de Dreamcast, en que se han ido sucediendo títulos de paupérrima calidad que prácticamente han echado por tierra su buen nombre. Ejemplos como el reciente Sonic 4 o el inminente Sonic Colours parecen querer demostrar, sin embargo, que este hedgehog ha llegado hasta donde está por mérito propio.

Solid Snake: cinemático

¿Hablamos de Solid Snake o de Hideo Kojima? Creador y personaje se difuminan en una batalla no belicista, como podría pensarse, sino por traer al videojuego muchas de las características que han hecho grande al séptimo arte. Habrá quien critique a las últimas instancias de Metal Gear Solid por sus excesos cinemáticos pero no puede negarse que esta saga ha conseguido transmitirnos emociones nunca antes experimentadas de forma interactiva.

Emociones a flor de piel envueltas por una trama de órdago, de esas que luchas por encajar en un todo que, visto en su completud, maravilla. Todo ello queda representado en la figura de Solid Snake, que bien pudiésemos coronar como emblema de Playstation (pese a sus fugaces escarceos con otras plataformas) con permiso del genial aunque tristemente extinto Crash Bandicoot.

La labor de Snake es crucial para el ocio electrónico en tanto ha introducido a la ecuación narrativas adultas, muy elaboradas, junto sutiles reflexiones sociales de contexto militar que, tontos de nosotros, no advertimos en la mecánica del escóndete y dispara. Porque sí, este soldado de pocas palabras también popularizó todo un género: el del espionaje táctico.

Gordon Freeman: peculiar

El protagonista de la saga Half Life fue elegido mejor personaje de videojuegos de todos los tiempos por la prestigiosa revista Empire. ¿Qué tiene este científico de especial como para regir semejante privilegio? No lo sabemos, pero tal vez ahí resida la respuesta: en la imposibilidad de explicar el porqué de esa fortísima atracción que millones de jugadores sintieron encarnándolo.

Como otros de esta lista, Gordon representa el estereotipo del personaje silencioso, ese maniquí dispuesto a recibir nuestra impronta personal. Su estela es tan alargada que no han sido pocos los juegos de terceros que le han hecho referencia: su famosa palanca como primer arma al incio de Half Life ha sido parodiada hasta la saciedad de hecho.

Añadidle a la fórmula un complejo argumento con invasión alienígena y conspiraciones y entenderéis por qué aún muchos (el hijo de Peter Molyneux incluído) reclaman a Valve el advenimiento de Half Life 3.

Ryo Hazuki: emotivo

Buscad a un grupo de videojugadores en eterno lamento y los encontraréis: son ellos, los fans de Shenmue. Esta saga del gran Yu Suzuki no sólo fue el título cumbre de la malograda última sobremesa de SEGA sino la obra maestra que inaugurase un género. Un simulador de vida con tintes de acción, aventura y rol en el que las posibilidades jugables abrumaban tanto o más que su premisa: la búsqueda de venganza de un hijo por la muerte de su padre a manos de un maestro de artes marciales apodado Lan-Di.

Ryo Hazuki es el joven protagonista de 16 años que nos hizo callejear por entornos literalmente vivos, donde podíamos entrometernos en la vida de cualquiera que se topase en nuestro camino. Pueblos y urbes en las que lo mismo perseguíamos una pista asociada a la trama central que nos pasábamos las horas invirtiendo nuestro dinero arduamente ganado en máquinas tragaperras.

Hazuki nos conmovió tal vez como ningún otro de los representantes aquí citados y cuanto más esperamos por su retorno (vía Shenmue 3, no como motero en un juego de velocidad arcade) más se engrandece su leyenda.

Guybrush Threepwood: cómico

Monkey Island, la saga de aventuras gráficas por excelencia en PC, tuvo en este peculiar personaje al mejor representante del género. Quizás la mejor forma de presentarlo sea como patoso aspirante a pirata de apariencia descuidada y cuya única habilidad es la de aguantar diez minutos sin respirar.

Guybrush instauró así esa rama de protagonistas absurdos que intentan salir de su condición sin éxito, pues se ven envueltos en tramas tan irrisorias como imposibles. ¿Ejemplos? Seguro que muchos recuerdan estas joyas conversacionales:

-Pirata1: ¿Es que no te sabes ninguna historia NUEVA? -Guybrush: Bueno, la verdad es que por eso estoy aquí en la isla Scabb. Emprendo una aventura completamente nueva. -Pirata2: ¿Dejarte bigote? -Guybrush: No. Algo más grande. -Pirata2: ¿Barba?

-Guybrush: Soy Guybrush Threepwood... ¡Y quiero ser un pirata! -Lechuck: Y tengo una pequeña sorpresa para ti. -Guybrush: Me imagino que no será un juego de Nintendo...

Link: empático

El protagonista de The Legend of Zelda no podía faltar. Sí, éste es otro de esos que nunca hablan, pero que se hacen querer. Su primera aparición en 1986 (como héroe en la lucha contra el mal) ha ido evolucionando con el paso del tiempo hasta adoptar infinidad de identidades.

Link tiene el honor de ser el primer personaje metamórfico de la historia del videojuego, basándose esta franquicia en la premisa de que cada cierto tiempo, el mismo aventurero se reencarna en un nuevo habitante del reino de Hyrule para derrocar la influencia del malvado de turno: Gannon. Siempre se mantienen, eso sí, sus peculiares túnica y gorro verdes así como sus botas, escudo y espada.

La privilegiada mente de Shigeru Miyamoto está detrás de una idea simple: si el protagonista carece de líneas de diálogo, si podemos renombrarlo a nuestro antojo y si además su apodo base significa "conexión", el resultado no puede ser más que una implicación absoluta del jugador.

Lara Croft: femenina

El libro Guinnes de los Records la ha nombrado "heroína humana más exitosa en la historia de los videojuegos". Y es que hasta que la señorita Croft salió de la mente de Toby Guard, la mujer ocupaba un papel secundario como personaje jugable.

Seguramente ya sabréis que esta atlética arqueóloga iba a apodarse inicialmente Laura Cruz y que, antes que eso, se pretendía dar protagonismo a un hombre a lo Indiana Jones. Nunca una decisión de última hora terminó siendo tan fructífera.

Millones de juegos colocados después, Tomb Raider ha demostrado que las curvas venden, pero que pueden pasar totalmente desapercibidas a los ojos del encelado adolescente de turno si se las envuelve de una mecánica tan adictiva como la del título de 1996. Angelina Jolie la llevó al cine con éxito notable pero muchos seguimos prefiriendo al personaje virtual, quizá un poco de capa caída desde su última aparición en consolas (Tomb Raider Underworld.

Jefe Maestro: épico

"Let's finish the fight"

Mientras el Jefe Maestro, protagonista de la IP insignia de Xbox, pronunciaba esa línea de diálogo, millones de jugadores experimentaban aquello del vello de punta en grado sumo.

Como Freeman o Link, no estamos ante el personaje más hablador, pero la épica de su universo lo dotan de un carisma que hacemos nuestro al poco de inmiscuirnos en la lucha de la humanidad contra el consorcio alienígena Covenant.

El éxito del Master Chief como protagonista reside en la facilidad con que Halo pone sobre nuestros hombros un peso indubitable: el de salvar a la humanidad de una invasión a todo o nada.

Sefirot: antagónico

Si echáis un vistazo a los calificativos con que hemos descrito a nuestros elegidos, veréis que no podía faltar esa otra clase de personajes. Los protagonistas no serían nada sin sus antagonistas, no habría propósitos de lucha, motivación alguna... diversión en definitiva. ¿Qué mejor elección que ésta para representar la categoría?

Final Fantasy VII es uno de los juegos más idolatrados por todo buen jugón que se precie y Sefirot el enemigo por antonomasia. Nada más lejos de nuestra intención de destrozar el argumento de este título de culto, pero la presencia del villano acapara atención a cada paso, enardeciéndose nuestro deseo de enfrentarnos a él con cada uno de sus pérfidos y trágicos movimientos.

¿Acaso hemos disfrutado (y sufrido) más algún otro combate final que éste? Probablemente no y ahí está el por qué este agabardinado experimento genético ha de figurar entre las más ilustres figuras del entretenimiento electrónico.

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