Desde sus orígenes, la computación estuvo ligada a la literatura, siendo utilizados los primeros mainframes para investigar la elaboración de poesía automática con elección aleatoria de palabras. Además, se suele pasar por alto la influencia de Ian Sommerville, técnico y programador nacido en 1940 sobre William Burroughs y Brion Gysin en su literatura y y la reinterpretación del método cut-up. Con la llegada de internet aparecieron inmediatamente grupos de poesía digital y comenzaron a popularizarse los libros digitales que tienen como consecuencia los actuales dispositivos Kindle y Nook.

Pero la relación entre escritores conocidos y los ordenadores no es algo muy explorado. Si bien hoy en día prácticamente todos utilizan ordenadores para escribir, para la gran mayoría no es mucho más que una máquina de escribir 2.0, nada más que una herramienta mejorada. Y por su cercanía a la tecnología, son usualmente escritores de ciencia ficción o fantasía los más acostumbrados a hablar de su uso de los ordenadores, entre ellos Neal Stephenson (autor del bellísimo libro “En el principio fue la línea de comandos”), Vernor Vinge, Terry Pratchett, Neil Gaiman (quien menciona las BBS en un poema y dedicó uno entero al efecto Tetris y cómo no mencionar también a Stephen King, quien prácticamente ha hecho de su PowerBook un personaje, además de a Gibson y Sterling. La lista seguramente sea mucho mayor, pero estos son algunos de los más representativos y los primeros que se me han venido a la mente, pero son todos escritores modernos que ya han crecido en la era de los ordenadores personales. Por eso me sorprendió la relación entre Charles Bukowski y una Macintosh Iisi, con la que escribió desde el 18 de enero de 1991 hasta el día de su muerte en 1994.

La Mac había sido un regalo de Navidad de su esposa y estuvieron unas semanas hasta dejarla en funcionamiento (y comprendiendo ellos, bastante ancianos, su funcionamiento). En ese año Bukowski, que contaba ya con 71 años de edad, duplicó su producción poética y estaba tan encantado con el aparato que llegó a tomar clases de computación, tras lo cual aseguró haber desarrollado un método para lidiar con los problemas del ordenador similar al que tenía para las carreras de caballos.

En una carta del año 1992 a John Martin, su eterno editor o mecenas, el prolífico escritor le habló de una nueva tecnología que le permitiría enviar sus poemas instantáneamente: internet. En la misma carta explica profundamente el modo en que la aparición de nuevas tecnologías lo entusiasmaba, entusiasmo que lo había llevado previamente a escribir poemas y enviarlos inmediatamente por fax. Más tarde ese mismo año Bukowski fue contactado por Bruce Kijewski, quien le comunicó una idea por entonces revolucionaria y que ya mencioné al inicio de la entrada: los libros electrónicos.

La verdad que es un proyecto extraño: libros electrónicos. Es probable que sean el futuro, a medida que más y más gente se de cuenta que los ordenadores son mágicos, ahorran tanto tiempo, encantan y energizan (...). Aún así, cuando lleguen, voy a extrañar los libros antiguos".

Sencillamente me produjo alegría conocer el modo en que una Macintosh facilitó la vida a un gran escritor ya anciano que si bien dedicó sus días a escribir sobre temas más que controversiales (siendo símbolo del "realismo sucio" y por buscar retratar lo más fiel y crudamente posible la decadencia del hombre común), en muchos sentidos fue un escritor tradicional, lejos de los aspectos más innovadores de la generación Beat que bien podrían ser considerados predecesores del hipertexto.

Volviendo a Bukowski, en otras cartas quedan más registros de su pasión por los ordenadores:

Un editor me dice: 'Todo lo que hace una computadora es corregir la gramática de tu trabajo'. Este hombre no entiende nada (...). Ver tus palabras en la pantalla ante tí tiene algo gracias a lo cual envías mejor las palabras, más enfocado en el objetivo. Sé que un ordenador no puede crear un escritor, pero creo que sí puede hacer a un escritor mejor.

La mayor evidencia de esta tardía pasión es un poema titulado 16-bit Intel 8088 chip (debe ser el mejor título de la historia) que reza sobre diferencias de arquitectura, sobre el viento y la primavera. Los últimos años del escritor fueron bellamente retratados por el dibujante Robert Crumb, quien retrató a Bukowski sentado ante su Macintosh, junto al texto:

El viejo escritor se coloca su suéter, toma asiento, se arroja lascivo hacia el monitor y escribe sobre la vida. ¿Qué podría ser más sagrado?

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