La compañía liderada por Jack Dorsey no pasa por su mejor momento: abandono de ejecutivos, ingenieros que no saben bien en qué están trabajando, valor de acción en mínimos históricos, etc. Pero el problema no es la gestión ni la introducción de tuits seleccionados por algoritmos en el timeline. El problema de Twitter es Twitter.
Twitter posee una clara virtud frente al resto de redes sociales: ser el altavoz de Internet, de lo que ocurre en el mundo a cada instante en riguroso tiempo real. Todo lo que pasa se comunica primero allí, y la directiva parece estar obsesionada con este concepto mientras intentan, medida tras medida, que a la gente le acabe pareciendo atractivo. Cambian los ejecutivos y los planteamientos, pero no se acaba de lograr lo que siempre se ha pretendido: un crecimiento de usuarios que contente a Wall Street.
Twitter está siguiendo el camino en la dirección contraria que tomó la industria hacia el modelo bajo demanda: el contenido que quieres, dónde, cuándo y cómo quieras, estés donde estés. Paradigma que fue posible gracias el auge del smartphone, las redes inalámbricas de alta velocidad y servicios como Netflix.
No es coincidencia que lo más atractivo de la plataforma sean las noticias de última hora y los deportes. Porque han de ser en tiempo real, dado que su importancia se deprecia a cada minuto que pasa. ¿Cuántas personas hay interesadas en conocer las noticias de última hora o los resultados deportivos al minuto? Muchas menos de las interesadas en saber qué hace su amigo en su último viaje, ver vídeos graciosos o publicar las fotos que se hizo en su fiesta de cumpleaños. Twitter es una plataforma de información en tiempo real que obtuvo una valoración bursátil como si se una red social se tratase. Pero no lo es.
Cuando Jack Dorsey, Noah Glass, Biz Stone, Evan Williams y compañía crearon Twitter, lo hacían bajo el concepto de enviar información a todos tus amigos con un simple envío de SMS. Con el tiempo se fue transformando y, a día de hoy, 10 años después, nadie sabe definir bien el servicio. Williams, allá por el 2013, describió su complejidad a la perfección:
Con Twitter, no está claro que era. Lo llamaban red social, lo llamaban red de microblogging, pero era difícil definirlo, porque no era el reemplazo de nada. Estábamos descubriendo qué habíamos desarrollado, definiéndolo poco a poco. Twitter ha cambiado sustancialmente desde la idea en la que fue concebido, descrito como un servicio de actualización de "estados" y una utilidad social. En parte es eso, pero ahora vemos a Twitter como una herramienta de información más que una red social.
Twitter nunca fue entendido como una red social contemporánea, no era su propósito. Comunicarse con otros usuarios, las menciones y respuestas, surgieron por las necesidades y usos de sus propios miembros, que empezaron a usar el "@". No es una herramienta diseñada para comunicarte con tus amigos, ligar o compartir tus fotos y vivencias — que es el principal atractivo para la mayoría de usuarios de las redes sociales — es una herramienta de estados convertida en una pseudo-red social a través de actualización tras actualización. Twitter no es Facebook, ni podrá serlo nunca debido a su concepto; pero es una compañía de capital abierto y los inversores quieren respuestas y crecimiento.
La base de usuarios, que ya llevaba estancada un buen tiempo, comienza a decrecer. Iniciativas como "Moments" no logran cambiar la dinámica, y buenos cambios, como la selección de tuits relevantes al inicio de la sesión tras un tiempo, despiertan la ira de los usuarios que ya están dentro. Lo que no entienden estos usuarios es que ellos son los únicos que comprenden y disfrutan del concepto "tiempo real". Para los que están fuera hay que idear algo. No será sencillo, por muchos cambios que se realicen.
Twitter es muy complejo y difuso. Es difícil entender qué es y para qué sirve. No es una red social, pero tampoco es únicamente una herramienta de noticias en tiempo real. Para la directiva sigue siendo un dilema que no para de crecer, y a su difuso concepto hemos de añadir grandes problemas de _spam_ y acoso que no son solucionados.
Se escribirán cientos de artículos sobre cómo "arreglar" Twitter, despedirán a decenas de directivos que ni sabían qué narices era esto, introducirán algoritmos, secciones, etc. Pero, al final, Twitter seguirá siendo lo de siempre. Algo que no se puede definir, una red que nunca será tan atractiva como Facebook o Instagram para la gente de a pie. Una herramienta de tiempo real en un mundo bajo demanda.
Las personas quieren redes sociales para comunicarse con sus amigos y el contenido dónde, cómo y cuándo quieran, y no habrá algoritmo, CEO o aplicación que lo vaya a cambiar en los próximos meses. Twitter es Twitter, pese a quien le pese.