A lo largo de la historia de la humanidad ha habido diferentes terribles momentos, momentos que todos deseamos que jamás hubieran pasado en primer lugar: ambas guerras mundiales, la Inquisición Española, el Apartheid... Desgraciadamente, no podemos hacer nada corregir todos esos errores, pero si podemos asegurarnos de no olvidarnos jamás de ellos para que no se repitan jamás. Así, en el vigésimo aniversario de la masacre de Srebrenica, durante la Guerra de Bosnia acaecida entre 1992 y 1995, analizamos los antecendentes de esta terrible matanza así como sus consecuencias dos décadas después.
Los antecedentes
Para entender la masacre de Srebrenica tenemos que hablar antes de la Guerra de Bosnia, un conflicto provocado tras la era post-soviética con la desintegración de Yugoslavia y la independencia de Croacia y Eslovenia en 1991. Aprovechando la fragilidad e inestabilidad política de estos países y con motivaciones tanto nacionalistas como religiosas, los líderes Radovan Karadžić y Slobodan Milošević tenían un claro objetivo: agrupar todos los ciudadanos serbios, diseminados por toda Yugoslavia, para que vivieran todos en un mismo país.
Tras iniciar Bosnia y Herzegovina procesos de independencia en febrero de 1992 mediante un referéndum boicoteado por los serbobosnios, la situación escaló rápidamente entre Bosnia y Herzegovina y la República Srpska, formándose dos ejércitos: por un lado el Ejército de la República Bosnia-Herzegovina (ARBiH), provenientes de la sección del Ejército Yugoslavo que estaba de acuerdo con la formación del nuevo estado, y por otro lado los serbios con alta identidad nacional formaron el Ejército de la República Srpska (VRS).
Durante toda la guerra, gran parte de la lucha se produjo en el este de Bosnia, en la zona fronteriza con Serbia. Esto se debía a que era una zona de interés para los líderes nacionalistas serbios que, bajo la idea de la creación de La Gran Serbia, organizaron traslados forzosos de ciudadanos serbios y bosnios. Este traslado además tenía un objetivo secundario: eliminar cualquier tipo de asentamiento bosnio musulmán dentro de la República Srpska, especialmente en el área de Podrinje Central, en la región de Srebrenica, ya que un asentamiento en esa zona dividiría el territorio en dos.
Esto también lo sabía el ARBiH, y tras retomar Srebrenica para evitar más ataques serbios a la población bosnia de esa zona, empezó a expandir su área de influencia durante los siguientes meses y, bajo el mando de su comandante Naser Orić, se produjeron diversos asesinatos de minorías serbias en territorio bajo su control, los cuales serían de mucha influencia para el posterior contraataque serbio y la masacre de Srebrenica.
Así, el reorganizado ejército serbio, comandado por el sanguinario Ratko Mladić, comenzó una ofensiva para recuperar todo el terreno perdido y que llevó al sitio de Srebrenica, provocando una sobrepoblación de refugiados que huyeron hacia la ciudad. Tras diversos ataques con artillería hacia Srebrenica, la ONU aprobó la Resolución 819, declarando a Srebrenica, junto con Žepa y Gorazde "áreas seguras, libres de ataques y otras acciones hostiles". Esta resolución conllevaba un desarme de ambos frentes, el cual no se produjo por el lado serbio, así como la llegada de contingentes de los previamente mencionados Cascos Azules en calidad de mediadores y fuerzas de control.
La situación se mantuvo así hasta que en 1995 se deterioró rápidamente, y como el recién llegado contigente holandés Dutchbat de 600 soldados pudo observar, la llegada de suministros era cada vez menos frecuente. Y para empeorar más la situación, debido a que las tropas de pacificación tenían que patrullar a pie por la falta de combustible, muchos fueron "arrestados" por fuerzas serbias, reduciendo el contingente a 400 tropas. Mientras, altos mandos del ARBiH como Orić abandonaban rápidamente la zona, en espera de la inevitable tragedia, hasta que Radovan Karadžić, envío la tristemente conocida como Directriz 7, en la que el ejército serbio debía:
Completar la separación física entre Srebrenica y Žepa tan pronto como sea posible, impidiendo incluso la comunicación entre los individuos de ambos enclaves. Crear, mediante operaciones de combate bien planificadas, una situación de inseguridad tal, que no haya esperanza de supervivencia de vida alguna para los habitantes de Srebrenica.
La masacre
En el momento del inicio de invasión de Srebrenica, el 2 de julio, había sesenta mil civiles, un número tan alto debido a la resolución de la ONU como supuesta zona segura. Sin embargo, en pocos días se demostró que los Cascos Azules estaban mal equipados y fueron bochornosamente superados por la maquinaria serbia, hasta que el 11 de julio la ciudad era definitivamente conquistada. Una vez esto, el líder del destacamento holandés Thomas Karremans no tuvo otra más que cumplir con todas las exigencias en una reunión con Mladić el de 12 de julio, permitiendo incluso la famosa fotografía entre él y el líder del VRS bebiendo aguardiente, fotografía que fue la prueba viviente de la inefectividad de los Cascos Azules.
A continuación, Mladić visitó el campamento de Potočari donde, como si de un mesías liberador se tratara, tranquilizó a los refugiados y les dijo que iban a ser trasladados en autobuses hacia zona bajo control bosnio, todo mientras le grababa la televisión serbia repartiendo caramelos entre los niños. Ese mismo día comenzó la barbarie: de 25.000 civiles refugiados, separó a 1700, todos hombres, y fueron llevados a diversas localizaciones donde fueron ejecutados de diversas maneras. El saqueo y los incendios de viviendas por parte de tropas del VRS era algo corriente, sin nadie que les pudiera parar los pies. Las violaciones y las ejecuciones sumarias también se sucedieron, con diversos cuerpos apilados por toda la ciudad.
Al día siguiente, los soldados holandeses del Dutchbat hallaron pruebas definitivas de que los serbios asesinaban a algunos de los hombres que habían sido separados: varios de ellos se dirigieron a la parte de atrás de la "casa blanca", la cual era una cárcel y sala de asesinatos improvisada bajo control del VRS, siguiendo a dos soldados serbios que llevaban a un prisionero musulmán bosnio. Tras oír un disparo, ambos soldados serbios venían solos.
Según testimonio de un oficial holandés, se podían oír entre 20 y 40 cada la hora durante toda la tarde del día 13. Cuando los soldados del Dutchbat dijeron al coronel José Kingori, observador militar de Naciones Unidas (UNMO) en el área de Srebrenica, que los serbios estaban llevando hombres a la parte trasera de la "casa blanca" y éstos no aparecían, el propio coronel Kingori fue a investigar. Escuchó tiros conforme se acercaba a la zona, pero fue detenido por los soldados serbios antes de que pudiera comprobar lo que realmente ocurría.
Mientras, miles de civiles consiguieron huir de la ciudad hacia las montañas, pero muchos fueron detenidos o engañados para que volvieran con diversas tretas como intercambio de prisioneros o la promesa de amnistía y alimentos para ellos y sus seres queridos (recordemos que era una ciudad sitiada y la alimentación fue más que precaria durante muchos meses). Al mismo tiempo, la comunidad internacional se sentaba de brazos cruzados ante los relatos de los pocos periodistas que consiguieron estar lo suficientemente cerca para ver los estragos del genocidio. Finalmente, el 22 de julio los fusilamientos acabaron, y supusieron nada más que otro triste capítulo que vendría sucedido por otra serie de matanzas, en esta ocasión de serbios, por parte de fuerzas croatas durante la Operación Tormenta en agosto.
Las consecuencias
Al principio y como ya he referido previamente, las matanzas fueron recibidas de forma muy tibia a pesar de lo más de ocho mil musulmanes muertos: los países conformantes de la OTAN no eran capaces de elegir un claro aliado, dado que las barbaries perpetradas tanto por bosnios como serbios eran difíciles de obviar. No fue hasta que las imágenes de la matanza llegaron a los medios de comunicación que la opinión pública se decantó de cara a los bosnios, proporcionando ayuda y levantando vetos de venta de armas hacia el ejército bosnio.
También hubo consecuencias para el ejecutivo holandés, el cual fue señalado como principal responsable de la mala actuación de las tropas holandesas durante la masacre de Srebrenica y que dimitió en pleno en el año 2002. Además, se cuestionó durante mucho tiempo la efectividad de la Fuerza de Pacificación de la ONU, con los fracasos de Somalia y Ruanda unidos a lo sucedido en Bosnia: muchos opinaban que nada servía un cuerpo militar que no podía disparar contra atacantes salvo en situaciones de vida o muerte y que en la mayoría de ocasiones estaba superado en número y mal equipado.
Afortunadamente, durante la matanza en Srebrenica se obtuvieron pruebas de sobra a pesar de sus intentos por ocultarlo como para llevar a diversos criminales de guerra al tribunal internacional de La Haya: desde Radovan Karadžić, a Slobodan Milošević, como a Ratko Mladić y Radislav Krstić y muchos otros líderes y militares principales autores materiales de Srebrenica y otras matanzas en ambos bandos durante la Guerra de Bosnia. Sin embargo, a día de hoy muchas personas aún no han sido localizadas durante la guerra y la situación política en la zona de los Balcanes no se ha terminado de estabilizar.