El ser humano siempre ha tenido una filia extraña por mostrar aquello que nos rodea. Desde las pinturas rupestres nos hemos encargado de dejar constancia de lo que vemos, experimentamos o simplemente de nosotros mismos. Ahí es donde nace el retrato, una técnica consistente en representar la figura de una persona mediante diferentes formas.
La escultura o la pintura son algunas de ellas, pero también encontramos la fotografía. Gracias a esta última, los retratos dejaron de tener ese carácter elitista con el que años atrás eran representados los aristócratas o los faraones más importantes de la sociedad. Podríamos decir que el siglo XIX democratizó la posibilidad de tener una imagen que perdurase para siempre.
El busto de Nefertiti no existiría si en el Antiguo Egipto hubiesen tenido la posibilidad de hacer un selfie o programar una sesión de estudio. Los medios han evolucionado, lo que se traduce en mayor facilidad para capturar una fotografía de retrato. Sin embargo, todavía se deben tener ciertos aspectos en cuenta, sin los cuales los resultados no podrían ser del todo satisfactorios, comprobemos algunos de ellos.
Elige el objetivo adecuado
Para la fotografía de retrato suelen recomendar focales fijas u objetivos zoom ¿la razón? Pues que las primeras suelen tener una amplia apertura de diafragma y ofrecer muy buena calidad; mientras que las segundas tienen una amplia distancia focal que permiten obtener un gran desenfoque de nuestro fondo.
Todo depende de cómo vayamos a encuadrar la figura del sujeto. Por ejemplo, si la intención es la de captar únicamente un plano cerrado de los ojos, para ello será idóneo el uso de un teleobjetivo; pero si lo que queremos es realizar un retrato algo más amplio, podría ser utilizado un 35mm o 50mm.
Ajusta la apertura f
Es una cualidad que se suma a las características del objetivo que hayamos elegido en el punto anterior. Cuanto mayor sea la apertura, menor será la profundidad de campo de nuestra imagen.
Esto puede ser muy recomendado cuando lo que buscamos es resaltar nuestro sujeto, hacer que éste se diferencie del fondo y conseguir un bokeh. Sin embargo, puede no serlo tanto cuando pretendemos capturar una instantánea con un plano más abierto, donde buscamos que además de la persona también cobre importancia el entorno donde se encuentra. En función de ello deberemos realizar nuestra elección.
¿Alta velocidad de obturación?
La velocidad de obturación, en principio, debería ser alta. Solo así se pueden lanzar varias instantáneas y quedarnos con aquella que mejor representa la esencia de esa persona. A veces solo es necesario un gesto o una expresión que termina configurando la imagen por excelencia de esa sesión.
Por otro lado, también se podría utilizar una velocidad de obturación lenta para dar la sensación de movimiento. Por ejemplo, imaginad una escena donde una persona se sitúa cerca de un río, en donde si empleamos una obturación baja y el sujeto permanece inmóvil, conseguiríamos un “efecto seda” en el agua.
Enfoca a los ojos
Es una de las primeras reglas de la fotografía de retrato. Dicen que la mirada es el reflejo del alma, y no sabemos si tiene tales cualidades metafísicas, pero sí es cierto que los ojos suelen representar una parte muy característica de nuestra persona. Por lo tanto, lo adecuado es que tengamos un enfoque puntual, con el cual siempre intentaríamos tener en foco los ojos de sujeto ante el que nos encontramos.
Controla la luz
No es lo mismo tomar un retrato en un estudio que en el exterior. Ambos métodos tienen sus particularidades, y controlar la luz no es nada sencillo. En función de cómo la adaptemos tendremos resultados diferentes, y todo ello dependerá de lo que queramos conseguir.
Ya hemos hablado de diferentes métodos económicos para iluminar una foto, aunque está claro que en ocasiones lo mejor es dejar de lado estas herramientas y directamente optar por utilizar la luz natural, aunque eso tampoco implica que no podamos controlarla.
Clima de confianza
Puede parecer algo obvio, pero creo que es de los puntos más importantes en la fotografía de retrato. En cierto sentido, cuando un fotógrafo realiza una instantánea de este tipo se crea una conexión con la persona que es inmortalizada, y de la intensidad de esa conexión también dependerán los resultados.
Por encima de una foto bonita, un retrato también es una forma de captar la esencia de una persona en un momento concreto, pero además, las características de esa instantánea también están definiendo al propio fotógrafo que la hace.