Diciembre de 2014. Justo ese mes comienza una intensa oleada de rumores alrededor de la nueva gama de procesadores de gama alta fabricados por Qualcomm. Concretamente, se hablaba de problemas del Snapdragon 810, el modelo más alto que la compañía estadounidense pretendía ofrecer a comienzos de 2015. Estos problemas se resumían, principalmente, en dos: disponibilidad y sobrecalentamiento.

En aquel momento, muy pocos dieron demasiada importancia. Al fin y al cabo eran simples rumores, los cuales vuelan alrededor de la industria tecnológica constantemente. Pero conforme fueron avanzando las semanas, dichos rumores se intensificaron y comenzaron a aparecer nuevas pruebas que certificaban esas sospechas iniciales.

La primera de esas pruebas llegó con el LG G Flex 2, el smartphone que hizo debutar al Qualcomm Snapdragon 810 en el Consumer Electronics Show 2015. Las comprobaciones iniciales confirmaron, al menos, uno de los problemas del Snapdragon 810: el sobrecalentamiento. Todos los LG G Flex 2, cuando se sometían a tareas más intensivas, permitían freír huevos sobre su parte trasera. Y todo como consecuencia del excesivo calor generado por el SoC de Qualcomm.

Qualcomm comprometió el trabajo de todos con un SoC repleto de problemas e inconvenientesLa segunda de esas pruebas vino junto al HTC One M9, uno de los smartphones más esperados de esta primera mitad del año 2015. El terminal de HTC, además de reconfirmar el sobrecalentamiento que pudimos ver en el LG G Flex 2, dio luz a dos nuevos problemas del Snapdragon 810 que, hasta entonces, habían pasado desapercibidos: thermal throttling (bajada de rendimiento causada por el calor generado) y excesivo consumo energético. Todos ellos, evidentemente, acabaron comprometiendo en varios ámbitos la experiencia que otorgaba el HTC One M9 a sus usuarios.

Ante esta situación, Samsung, en una demostración de inteligencia, rechazó el Qualcomm Snapdragon 810 para su Samsung Galaxy S6. En su lugar montó un Exynos fabricado por la propia compañía asiática, el cual ha resultado ser muy superior a la solución de Qualcomm en todos los aspectos. Paralelamente, LG llevó a cabo un movimiento similar con el LG G4, pero su mayor dependencia de Qualcomm no le dejó otra opción que montar un SoC ligeramente inferior como el Qualcomm Snapdragon 808 (menos potente, sí, pero, al menos, carente de esa serie de problemas del Snapdragon 810).

Este caso es un ejemplo perfecto de por qué un mercado no debe recaer sobre una única compañía. Con su desastroso Qualcomm Snapdragon 810, la compañía estadounidense ha perjudicado a la industria móvil enormemente. Ni HTC, ni LG, ni Sony han podido lanzar un smartphone de gama alta con un SoC que cumpla las expectativas y los requisitos del mercado en 2015, limitando así la sana guerra entre las compañías del sector. De hecho, la incompetencia de Qualcomm ha dejado a Samsung como la única que realmente ha podido presentar un producto redondo (gracias, en gran parte, a la decisión de desechar el Qualcomm Snapdragon 810), y nos ha privado a los usuarios de disfrutar de productos de mayor calidad.