John Nash nos dejaba el domingo 24 de mayo y con él, una de las mentes más brillantes de las matemáticas que el ser humano ha conocido. A pesar de que su vida quedó reflejada en A Beautiful Mind, lo cierto es que son pocos los detalles de la vida de Nash los que nos cuentan en la cinta, pues no pretende ser ni mucho menos una biografía del matemático de Princeton y tiene poco de película científica. Matemático y economista, fue una de las mentes más brillantes y el artífice, junto con Harsanyi y Reinhart del análisis del equilibrio en juegos no cooperativos, algo que bien le sirvió para ganar el Premio Nobel de Economía en 1994 compartido con sus colegas.
Este hombre es un genio
Nash hizo carrera en Princeton, como alumno primero y cómo profesor después. Muchos conocerán la anécdota que siempre ha rodeado a su entrada en New Jersey y lo cierto es que retrata perfectamente al genio de la teoría de los juegos. Resulta que cuando Nash realizó la solicitud de admisión a Princeton, a su formulario de entrada le acompañaba una carta de recomendación escrita por su profesor de aquel entonces, R.J. Duffin, con una sola líena: This man is a genius.
Desde luego, genio era la mejor forma de referirse a John Nash. No son pocos los que han tachado al matemático de arrogante e infantil pero todos han estado de acuerdo con llamarle genio, por mucho que A Beautiful Mind nos haya edulcorado al matemático. Los que le conocieron de cerca supieron de primera mano cómo el genio de la teorías de los juegos comenzó a sufrir delirios. De hecho, tras ser hospitalizado por esquizofrenia paranoide se convirtió en una figura misteriosa en Princeton.
Esta enfermedad terrible, que desde entonces acompañó a Nash hasta el final de sus días, era un secreto a voces entre los matemáticos y economistas de la época. Al momento de ganar el Nobel no se había publicado un artículo científico suyo desde 1958 ni se había convocado un puesto académico para el suyo desde 1959. Mucha gente había oído hablar, de forma incorrecta, que había sido sometido diversas operaciones médicas, incluso a una lobotomía. Otros, sobre todo los que estaban fuera del círculo académico de Princeton, simplemente asumieron que estaba muerto.
Pero todo eso no importaba, porque cuando en 1994, a sus 66 años con voz suave y ronca de alguien que no solía hablar a menudo y ojos tristes le concedieron el premio nobiel, Nash estaba muy vivo, y había remontado de su esquizofrenia en los últimos 30 lo suficiente para aceptar el premio más importante que puede recibir un académico. En ese momento, e incluso 30 años antes, nada de esto importaba, pues Nash y sus colegas habían cambiado para siempre la teoría de los juegos, habían cambiado la probabilidad, la estadística, las matemáticas. Había cambiado todo en mitad de una posguerra y en los ciernes de una guerra fría en la que la teoría de los juegos de Nash serían decisivas para anticiparse a las maniobras de un enemigo tan peligrosos como invisible. Quizás una metáfora de la propia vida de Nash.
El legado del hombre que era un genio
A pesar que durante su carrera Nash realizó varias aportaciones al campo del análisis económico y de las matemáticas, sin duda su Teoría de los Juegos ha sido la más importante, la que valió el premio Nobel y la que permite a gobiernos, empresas e individuos tomar decisiones racionales basadas en la interacción de estrategias individuales. No por nada el equilibrio que determina el de la competencia imperfecta en el mercado (mejor resultado para cada uno de jugadores de forma individual) lleva su nombre desde que lo formuló en 1950. De ahí al Equilibrio perfecto en subjuegos dinámicos y la solución de negociadora, con la que maximizar el productos de las desviaciones del juego en la frontera de Pareto. Decisiones e equilibrios para juegos sencillos y para los retos más complejos.
La teoría de los juegos ha cautivado a las ciencias sociales y a las ciencias más puras
Y es que la importancia de Nash en el análisis económico fue tal que tan solo 60 años después de la publicación de Theory of Games and Economic Behavior de Von Neumann y Morgenstern, su teoría de los juegos sería reconocida con el premio más importante de todos, elevándola al nivel de la herramienta fundamental y más importante del análisis económico moderno, y con ella, elevando a Nash al nivel de las figuras más importantes de la economía moderna.
La idea esencial de Nash, la más pura, la que utilizó con el concepto de equilibrio en su tesis en Princeton con Non-cooperative Games (1950) y el razonamiento que en consonancia con el de Harsanyi y Reinhart, le sirvió en bandeja el Premio Nobel de Economía en 1994 y cambió una de las áreas más importantes de la teoría económica, replanteando incluso algunas de las bases de Smith que se daban por ciertas. Pero no ha sido lo único que el genio ha cambiado. Las finanzas, la ciencia, la política... todas disciplinas que han adoptado la teoría de los juegos y la contribuciones de Nash para el desarrollo de muchas de sus metodologías y análisis estratégicos saltando la barrea de las sociales y entrando de lleno en la ciencias más puras.
El legado del genio ha sido cambiar la forma en que tomamos decisiones. No se me ocurre mejor legado.